Fotografía: Jan Saudek
Ven. ¿A qué esperas? ¿Acaso no ves el deseo dibujado en mi rostro, en mis gestos, en mi respiración? ¿Acaso mis labios entreabiertos no dicen sin palabras que es el momento de recuperar el tiempo perdido?
Ven. Pon tu mano sobre mi pecho. Son por ti estos latidos, apurados, con prisa por sentir tu corazón pegado al mío y acompasar sus ritmos.
Ven. Posa tu mano en mi cuello y acércame a tu boca para saciar mi sed. Susúrrame al oído esas palabras que siempre despertaron mi pasión y ahora añoro.
Ven. Pon tus manos sobre mi cuerpo, dibuja con tus dedos las constelaciones que insinúan mis lunares, traza un camino de norte a sur y recórrelo después con tu lengua.
Ven. Túmbate a mi lado. Déjame interpretar los mensajes de tu piel, averiguar si tus resortes sobrevivieron a la rutina y prender tu pábilo para alumbrar esta noche.
Ven. Apoya tu cuerpo contra el mío. Deja que ambos expongan sus anhelos en el lenguaje que un día inventaron, que reconozcan sus rincones casi olvidados y que se pierdan en el éxtasis para luego reencontrarse en el reposo de un abrazo enamorado.
Ven. ¿A qué esperas?