Fotografía: Catalina Sandino Moreno en "Paris, je t´aime"
Roxana madruga todos los días para preparar el desayuno de Andrés. Y le prepara la comida también. Y la merienda y la cena. Lava su ropa, cuida sus cosas, vela por él y le regala sonrisas a raudales. Cuando juega con él es otra niña, que se lanza sobre cada momento como pirata al abordaje del tesoro de la felicidad.
Andrés está más alegre desde que ella llegó a la casa.
Cuando cae la noche, exhausta llora mientras abraza la foto de su propio Andrés. Y guarda los recuerdos de la jornada con el rostro de él.
Y Roxana ve que es cierto, que así puede soportarlo. Por ahora.
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