viernes, 29 de mayo de 2015

Hasta la cocina



Un estudio dice que pasamos cuatro horas diarias en la cocina. Yo bajo notablemente la media, pero la estadística puede mantenerse con personas como María. 

María no trabaja fuera de casa (bastante tiene con lo de adentro) y la mayor parte de su jornada transcurre en la cocina. En ella prepara comida, come, hace los deberes con los niños, lee disfrutando su té y su cigarrillo... Simplemente está. Es su lugar, en el que se siente cómoda. 

Para recibir a las visitas tiene un salón limpio como un crisol y un comedor que parece a estrenar. Pero a los más cercanos, a los más queridos, los recibe en la cocina. Es acogedor escuchar desde la puerta su “hasta la cocina" y oír cómo se explica: “Con vosotros hay confianza". La confianza de mostrarse tal como es y también la de compartir un espacio íntimo. 

María no para en todo el día. Cuando se va a la cama, está rendida. Ni siquiera escucha cómo ni cuándo se acuesta Antonio. Pero no falta la noche en que él se acerca lentamente por detrás, roza el muslo de María, detiene su mano en la cadera, sopla dulcemente en su oreja y le susurra al oído. 

- ¿Se puede?

María sonríe y responde. 

- Hasta la cocina.