sábado, 23 de enero de 2021

Quince años

 

 
Ilustración: "Demetria", de Alba Garrido Gómez 

 

Quince años. 

Quince años ya.  

Quince años todavía.

 

Es un largo recorrido en algunos aspectos, apenas un inicio en muchos otros. Es la edad propicia para sentirse perdida. Todo en la vida parece nuevo, ya no sirven los caminos conocidos y los que asoman pueden dar miedo, desánimo e incluso enojo, pero también asombro, curiosidad y ansiedad por recorrerlos ya.  

 

Las fuerzas desfallecen a menudo. Algunos días nada parece tener sentido y otros lo encontramos todo en una sonrisa, en un abrazo, en un sueño loco… La vida se disfraza de caos, los límites dejan de ser un marco en el que sentirse segura para convertirse en una cárcel y nuestro cielo se cubre de nubes negras que, sin llegar a vaciarse, son una amenaza constante de tormenta. 

 

Y hasta ahora, nunca ha dejado de salir el Sol. (Ni la Luna, aunque no la veamos). Tú eres la prueba de ello, con tu luz anuncias cada nuevo inicio, cada nuevo día, la llegada del futuro… Tu nombre no es una casualidad, mi amada Alba. 

 

No podría hacerte ningún regalo que iguale el que tú has sido y eres para mí. La dicha de haberte conocido, la felicidad de haberte parido y el honor de acompañarte en la vida no puedo compensarlos. En un vago intento de hacerlo, te ofrezco mi amor incondicional, te ofrezco la vida entera para empezar… te ofrezco lo que soy para caminar a tu lado siempre que quieras, para sostenerte cuando lo requieras, para cuidarte a la distancia (o cercanía) que tú decidas. Estoy ligada a ti desde mucho antes de nacer. Siempre te supe. 

 

Te agradezco todo lo que me enseñas cada día, la maestra de vida que eres, el motor para seguir creciendo. Y lo hago con torpeza, con aciertos, pasión, desánimo, ansiedad, orgullo… porque como tú, también cumplo quince años. Como madre.  

 

Quince años ya. 

Quince años todavía.

 

 

Feliz cumpleaños, Alba 

 Te adoro

 

domingo, 17 de enero de 2021

Desnudándonos

 

 
Fotografía: Vasilpro@2012  

 

- Al final siempre eres tú quién, yéndote a dormir, decide cuándo zanjar la conversación. Y yo me quedo a solas y mal. 

 

- Ya, pero es que cuando la conversación se pone tensa es mejor pararla. 

 

- Cuando la conversación se pone tensa es mejor sostenerla y desnudarla. Sacarle los nudos, quiero decir. 

 

- Es que no puedo serenarme mientras discutimos. Me exasperas y sé que me hará decir cosas que no pienso sólo por ganar. 

 

- Como si de ganar se tratara… Así sólo se puede perder. 

 

- Pues tenemos un problema. Ya me dirás cómo desenredamos esto… 

 

- ¿Y si probamos a zanjarla cuando yo propongo, que es yéndome a dormir antes de iniciarla?

 

lunes, 11 de enero de 2021

Tu ombligo



 

Déjame pescar la Luna 

en la noche de tu ombligo

 

(Y exploremos juntos su cara oculta)

 

 

martes, 5 de enero de 2021

Ríe, ríe... Llora, llora...


Ríe, ríe, que ya llorarás…

 

Y como de eso se trataba y en eso estaban, la carcajada escondió el peso de la frase, la lápida que acababa de soltar. Así eran las noches de aquellos intensos días: había que ponerle risa a tanta profundidad. Parecía el único modo de salir airosos, lo justo y necesario para poder conciliar el sueño. Era importante descansar para encarar otro de esos días, desafiantes, pero que recuerda con más son-risas que lágrimas. 

 

Luego llegaron esos otros días en que prevalecía el llanto. No hacía falta un motivo, bastaba una respiración profunda para chocar con sus dolores. Y abría la espita de una fuente inagotable de húmeda pena. Toda ella era melancolía caminando por un mundo que parecía ajeno, aunque la ajena era ella. Extranjera en la vida, sólo necesitaba una voz alentadora recordándole que toda moneda tiene dos caras.

 

Llora, llora, que ya reirás.