Ilustración: "El estudio", de Fernando Botero
El Jerundio es un
tipo enjuto, joven, pero ajado, jocosamente flaco. Jinete de oficio, porque
como tal lo aprendió. “Naciste pa jinete”, le dijeron desde niño. Y aprendió,
no quedaba otra, pues pa otra cosa no servía.
Así lo creyó, al
menos, por mucho tiempo. Y como era así, pa qué cambiarlo. A fin de cuentas,
era cómodo hacer lo que sabía hacer. No había pa qué arriesgar aprendiendo
cosas nuevas. Pero las cosas nuevas llegan aunque no las busquemos.
Jerundio conoció a
Generosa, no muy alta, hermosota, graciosa, la más grata compañía que hubiera
podido imaginar. Claro que Jerundio, antes, no imaginaba gran cosa. O nada.
Ella lo cambió todo.
Generosa, que en
curvas hacía honor a su nombre y eso no pasaba desapercibido a los ojos de
Jerundio, le descubrió la imaginación, y algo más riesgoso: los sueños.
Jerundio siguió
siendo jinete de oficio, pero le dio vuelo a los sueños. Y como excusa para
pasar más tiempo con Generosa, su principal y verdadera vocación, empezó a
pintarla. Primero con los ojos, pronto con las manos y la lengua, y luego con
el pincel.
Generosa lo miraba
enamorada y le susurraba: “Naciste pa pintor”. Jerundio se mecía y estremecía en esas
palabras, en esa voz. Le resultaban tan fáciles de creer!
Jerundio es el tipo
enjuto, joven, pero ajado, jocosamente flaco que aparece en la fotografía del
diario. Sobre ella, un titular:
El campeón de salto Jerundio abre su
primera
exposición de pintura, “la
Vida es Generosa”