miércoles, 29 de abril de 2020

Sonreía


"Mujer secándose tras el baño", Edgar Degas


- ¡Qué bien me siento! No puedo creerlo. ¿Cuánto pasó desde la última vez que lo hicimos?

El sonido del agua corriendo no impedía escuchar su voz, que la puerta entreabierta del baño dejaba pasar, adherida a la claridad que iluminaba parte de la habitación a oscuras.

- Algo bueno nos trae esta cuarentena. Nos estamos reencontrando. Me excitaste tanto como cuando buscábamos cualquier momento, cualquier lugar…

A la luz y a la voz se les sumaba un vaho que humedeció aún más el ambiente. Ella dejó de hablar al girar el grifo, como si con ese gesto cortara el agua y sus reflexiones. Hubo unos minutos de silencio.

- Pues estuvo bien. Deberíamos repetirlo de vez en cuando…

Salía del baño con una toalla enrollada en el pelo y secándose el cuerpo con otra. Creyó que sólo estaba descansando, pero escuchó un ronquido delator. Se había dormido. Al menos sonreía.

martes, 28 de abril de 2020

Echarte





No sé por qué razón, 
pero no puedo echarte.

(Bueno, sí. Puedo echarte de menos).


lunes, 27 de abril de 2020

Tú ni me ves




Tú ni me ves, pero yo a ti sí. Todos los días, a la misma hora. Sé casi todo de ti sólo observándote. Sé cómo eres por la ropa que te pones, por cómo te sientas, cómo te mueves, lo que haces y lo que no. Sé cómo te sientes, qué te gusta leer, cómo te va con esos jóvenes que te escriben mensajes que te hacen reír y también con los que no te contestan. Lo sé por tu forma de mirar compulsivamente la pantalla de tu móvil y el desaliento que se posa sobre tus hombros cada vez que lo haces.

Tú ni me ves, porque mis arrugas se han convertido en una máscara de invisibilidad. Me ha costado asumirlo, porque casi todo me resulta un poco más difícil ahora. Pero tiene alguna ventaja, como poder observarte detenidamente cada día sin que siquiera te des cuenta de ello. Los años también me han enseñado a disfrutar más cada momento y a no perder el tiempo cuando la vida me sonríe y se desnuda para que la ame una vez más.

Tú ni me ves, porque soy viejo. Y no sabes que mi falta de resistencia la compenso con mi experiencia. Si supieras cuántas formas de amar creativas he conocido y las ganas que tengo de seguir aprendiendo…  Quizás deberías saber que en mis últimos años no permitiré que ningún miedo o aprensión me quite la oportunidad de vivir. Me comprometo con cada sueño que llega porque sé que podría ser el último. Y últimamente sólo sueño contigo.

sábado, 25 de abril de 2020

Tormenta de verano


Fotografía: José Villamil


Tormenta de verano: 

Gota a gota
me vierto en tu boca,
vaso insaciable.

Estalla mi humedad.


viernes, 24 de abril de 2020

Nunca es tarde


Fotografía: Alécio de Andrade


Lo de invitar a la abuela a la despedida de soltera de Paloma había sido una broma, un llenar el silencio, un no creerlo posible… Pero aceptó a la primera. Era su nieta favorita y quería acompañarla en todo lo que tuviera relación con el matrimonio. Ya ni se acordaba del difunto, mucho menos de cómo era la ilusión del casamiento. Pero sabía que era especial.

No hubo manera de convencerla de que sería mejor quedarse en casa. Si hasta se había comprado un traje y medias nuevas. El bolso no, el bolso era el mismo de los últimos treinta años. Las amigas de Paloma creyeron que podría ser divertido y no cancelaron los planes. Esa noche habría “stripers” con o sin abuela.

Una vez adaptada a la escasa luz del local y tras bajar el volumen a sus audífonos, la abuela comenzó a disfrutar. Paloma no conocía esa picardía en sus ojos, ni esa sonrisa tan genuinamente delatora. La mirada era de asombro, por lo que veía y por permitirse disfrutar de esa belleza escultural. Más hermosa que tallada en mármol.

Cuando un desnudista se acercó bailando al grupo de Paloma para buscar a la novia, la abuela se interpuso. Ella también quería subir al escenario con ese joven. Él aceptó el desafío, ofreció su brazo a la anciana y la ayudó a subir los peldaños que accedían a la tarima con una silla en el centro. Y quiso asegurarse:

- Señora, ¿no está un poco mayor para esto?
- Más vale tarde que nunca.

jueves, 23 de abril de 2020

¿Cuántas vidas?


Fotografía: Waclaw Wantuch


¿Cuántas vidas llevaré encima 
que tan agotada me tiene ésta? 
¿Qué debo aprender 
para ganarme el descanso (eterno)?

No es un cansancio reciente, 
es antiguo, casi ancestral.
Llevo siglos caminando
sin destino y sin motivo,
tal vez con la esperanza
de hallarlo sin buscarlo. 

Me lastran las experiencias, 
sobre todo las futuras.
Y me abrasa este presente
en una hoguera inflamada
de vacío y despropósito.

Desfallezco, 
mi cuerpo languidece.
No quiero más.
Sólo descansar.
En paz.

martes, 21 de abril de 2020

Y siendo nube...


Fotografía: Laurence Demaison


Por un instante fuimos nube. Leí este verso en medio de un texto de XuanRata y empecé a evaporarme. No es una metáfora, es una sensación corporal, sensorial, real… Tan real como que ahora estoy flotando y tendréis que fiaros de mi palabra. No quiero desoír las ganas de ser nube que se imponen a cualquier control racional. La lógica no me acompaña esta vez y me limito a ascender en esta habitación que se vuelve extraña de repente.

Me siento nube. Me sé nube. Y voy cubriendo de niebla primero mi rostro, mis manos, mi cuerpo entero, el teclado, la mesa… ya estoy llegando al sofá y tentada estoy de escaparme por el cielo que asoma en la ventana entreabierta. Me expando y lo veo todo, incluso lo que hace ya un tiempo evito mirar. No es el espacio el que se redujo, es la libertad, y no me rebelo porque consiento y respaldo este confinamiento. Libremente elijo no ser libre. 

Veo más. No es la soledad la que se instaló, es la ausencia, y no está la caricia que rasgue este vacío, el cálido tacto que me resucite. No es el miedo a morir el más presente, es a no ser capaz de crecer con la experiencia y tropezar de nuevo con las mismas piedras, a no saber vivir… Siendo nube no puedo esconderme y me encuentro. Descubro que soy semilla, soy tierra, soy viento, a veces huracanado, a veces brisa. Soy vida manifestándose.

Y siendo nube me nublo, me lluevo y me derramo. Me riego.

Tanto



Fotografía: Alís Gómez



Tengo tantas ganas de escribirte…

(…y tan poco que decirte)



((Tal vez si hablaran nuestros cuerpos...))



lunes, 20 de abril de 2020

Autorretrato - Macondografía


Imagen: Alís Gómez


Uno de los regalos en mi última etapa en el blog ha sido encontrarme con Macondo. Es ingenio, humor, ternura, crítica,… Siempre que entro a su blog sé que saldré de mejor humor. Y desde que nos leemos, siempre, siempre me arranca una sonrisa con sus comentarios, además de mimarme con su ternura y cariño. Tanto me mima que me invitó a sus Macondografías, cuestionarios de cien preguntas que feliz respondí. 



Los compañeros que me han precedido en estas entrevistas han publicado en sus blogs textos en los que hablaban de sí mismos. Hoy no estoy siendo especialmente amable conmigo misma, así que he preferido traer un autorretrato publicado hace diez años y escrito hace quince. Es un plagio por encargo del Autorretrato de Pablo Neruda, ya que en un curso de Locución nos pidió una profesora que lo imitáramos para presentarnos.

Pese a los años pasados, en esencia sigo siendo la misma:

El espejo me muestra el Atlántico en los ojos, 
el trigo viejo en la melena, 
la timidez en la sonrisa; 
formas rotundas y generosas cubiertas de un níveo envoltorio. 
En la parte no visible, soy o creo ser tierna de manos, 
firme en el paso, terca en las convicciones, 
esperanzada en las ideas, 
vehemente en la expresión, 
de oído paciente y respuesta impulsiva. 
Tímida en los salones, mimosa de puertas adentro, 
irónica en los brazos de la confianza, 
familiar de mis amigos, víctima de mis enemigos, 
dichosa en la risa, frágil en el llanto. 
Insomne por vocación, soy amante de las grandes noches, 
torpe en la mañana y pizpireta en la tarde. 
Curiosa en la mirada, inconformista, 
impaciente en la burocracia, exigente en el deber, 
mamá-loba de mi intimidad, 
celosa guardiana del tesoro de mis recuerdos. 
Devota del credo de que amar es el verbo más bello, 
soy valiente por amor, entregada en los afectos 
y afortunada en experiencias.


Gracias, Chema

domingo, 19 de abril de 2020

Para ti


Unha amiga di que tes un aire con Ricardo Darín. Non lle falta razón


Para ti, claro
Quén si non?
Quén está sempre?
Quén cumpre anos hoxe?

Prometinche este texto e non sei nin por ónde comezo, nin cómo rematar. Cómo se mete toda a vida nunhas poucas frases? Cómo se mete tanto amor nun montón de palabras que nunca serán capaces de amosar o que sinto cando te penso, cando te sei?

Lembras? Dixéchesme unha vez que non hai amor máis grande que a amizade, porque é xenerosa, é incondicional, non se mancha co medo a perdela… E eu engadiría que é o amor que inclúe tódolos demáis. Non sei cómo te quero, só sei que o sinto. E basta.

Trinta e nove anos (es a miña relación máis longa, sacando a familia)… presentes, aceptándonos, queréndonos, coidándonos… e sempre sabendo que isto é para sempre. Deixándonos ser, ir, voltar, confiar... Deixándonos vivir e sendo acubillo cando a vida nos doe. 

Sí, xa te deches conta: acubillo busqueino no diccionario, nunca o diría e sábelo. (Gustoume máis que refuxio, parécese máis a aloumiño). Escríboche e sorrío. Sei que ó escoitar a palabra levantarías a cella ladeando a cabeza, daríasme no brazo co teu codo e dirías sorrindo: “Acubillo? Eh?”. E eu reiría por saberme descuberta e defendería o bonita que é, os significados e parecidos que ten, as sensacións que provoca… E esqueceríamos de qué estábamos a falar. Iso é o de menos. Como si non falamos. Ó teu carón habitei os silencios máis cómodos da miña vida.

Ás veces síntome moi inxusta contigo… nunca dudei en recurrir a ti e nunca me faltaches, e non sei si fun quen de corresponderche, si pudeches contar comigo cando me precisabas. Espero que non dubides.

Estráñote ata doer. Sempre te estrañei. 

Xa sabes, lo eres todo.


Feliz aniversario!!

.....     .....     .....

Te prometí este texto y no sé ni por dónde empiezo ni como terminar. ¿Cómo se mete toda la vida en unas pocas frases? ¿Cómo se mete tanto amor en un montón de palabras que nunca serán capaces de mostrar lo que siento cuando te pienso, cuando te sé?

¿Recuerdas? Me dijiste una vez que no hay amor más grande que la amistad, porque es generosa, es incondicional, no se ensucia con el miedo a perderla... Y yo añadiría que es el amor que incluye a todos los demás. No sé cómo te quiero, sólo sé que lo siento. Y basta.

Treinta y nueve años (eres mi relación más larga, exceptuando la familia)... presentes, aceptándonos, queriéndonos, cuidándonos... y siempre sabiendo que esto es para siempre. Dejándonos ser, ir, volver, confiar... Dejándonos vivir y siendo refugio (acubillo) cuando la vida nos duele.

Sí, ya te diste cuenta: acubillo lo busqué en el diccionario, nunca lo diría y lo sabes. (Me gustó más que refugio, se parece más a mimo). Te escribo y sonrío. Sé que al escuchar la palabra levantarías la ceja ladeando la cabeza, tocarías mi brazo con tu codo y dirías sonriendo: "¿Acubillo? ¿Eh?". Y yo reiría sabiéndome descubierta y defendería lo bonita que es, los significados y parecidos que tiene, las sensaciones que provoca... Y olvidaríamos de qué hablábamos. Eso es lo de menos. Como si no hablamos. A tu lado habité los silencios más cómodos de mi vida.

A veces me siento muy injusta contigo... nunca dudé en recurrir a ti y nunca me faltaste, y no sé si supe corresponderte, si pudiste contar conmigo cuando me necesitabas. Espero que no dudes.

Te extraño, con dolor. Siempre te extrañé.

Ya sabes, lo eres todo.
¡¡Feliz cumpleaños!!

sábado, 18 de abril de 2020

Te ves bien




- Te ves bien. Se te nota cansada, pero te ves bien.

Y no sé si te alegra o te molesta. Seguramente todo a la vez.  Si se nos ve bien es señal de que hicimos lo correcto. Para mí es importante creerlo y supongo que para ti también. Sé que así es. Me da paz saberte bien, aunque no lo estés del todo. Tal vez ni te lo permitas.

Yo también siento culpa cuando disfruto de esta soledad. Pero la calma se instala en actitud maternal, estoy rodeada de aire y puedo respirar, incluso el humo que inhalo sabe mejor, sin llanto, sin rabia, sin miedo. (Bueno, sin ese llanto, sin esa rabia y sin ese miedo).

Pero no estamos solos. Vivimos con nuestro ego y… ¡Ay, cómo duele comprobar que no me necesitas! ¿Sientes eso cuando me ves bien? Descubrir que hicimos lo correcto es también corroborar que no era la persona adecuada para ti. Y quisiera haberlo sido.

- (…)
- Sí, en serio, te ves muy bien.

jueves, 16 de abril de 2020

Lienzo




Me gusta tu piel blanca porque me invita a crear, me inspira, me susurra el primer verso o el primer trazo…; se mueve tu piel pálida ante mis ojos mostrándome el camino, indicando los puntos precisos en que depositar mi negra y derrotada tinta...

Yo me limitaba a acatar tu orden de estar quieta mientras te escuchaba hablar de mi piel. Me acariciaba tu voz, también tu aliento… y el tacto de la pluma que deslizabas sobre mí. Cerraba los ojos para verlo todo. Y me volvía lienzo.


y 3. Trucos


Fotografía: @azarova


- Te costó, ¿eh?
- ¿Por qué lo dices? ¿No te gustó?
- Síiiii, muchísimo. No me refiero a eso. Quiero decir que te costó decidirte a dar el paso.
- ¿Eso crees?
- Claro, era evidente la atracción y el deseo entre nosotros. Pero no te dabas cuenta.
- Sí lo hacía. Y no sabes cuánto disfrutaba ese brillo en tus ojos distraídos cuando te hablaba.
- ¿Sabías que no te escuchaba?
- No te enterabas de nada de lo que te decía, pero me mirabas tan bonito… Yo sólo tenía que seguir hablando hasta que dieras el paso. 

Aspira una larga bocanada de humo y espera a expulsarlo todo lentamente. Luego mira de reojo la línea de su cuello. Y piensa en voz alta.

- Quien tiene magia no necesita trucos...

miércoles, 15 de abril de 2020

2. Distraída


Fotografía: Luciana Urtiga


Sigo sin escucharte, aunque ya logré apartar la mirada de tu cuello. ¡Es tan irresistible! Vuelvo a tu cara o no podré disimular más. Y quizás debería dejar de hacerlo. Porque no sé qué me estás diciendo, pero has mirado siete veces a mis labios, dos veces fugaces a mi escote y el resto del tiempo no sabes a dónde dirigir tus ojos. 

No sé cómo eres capaz de hablar tanto, de dónde sacas tantos temas con tal de no quedarnos ni un segundo en silencio, aunque yo ya lo estoy hace rato. Prefiero observar tus labios e imaginarlos igual de veloces, pero en otra tarea.


martes, 14 de abril de 2020

1. La línea de tu cuello




Me hablas. Lo sé porque me miras a los ojos y mueves los labios. Pero no puedo escucharte. Esa línea de tu cuello asomando en la camisa me distrae. La miro y sólo quiero deslizarme en ese trazo de piel con aroma a promesa, que susurra caricias y me invita a la rendición. 

Me hablas, pero no te escucho. Sólo puedo pensar en lanzarme por el tobogán de tu hombro. Y fingir resistencia aferrándome a él con mis labios, rozar con ellos cada milímetro de piel que antes han besado mis ojos.  


lunes, 13 de abril de 2020

Tormenta


Fotografía: Shiau Kai




Al buscarme te encontré

(Perdidos en la misma tormenta)



domingo, 12 de abril de 2020

Hoy


Fotografía: Good Studio


Hoy he empezado a rayar la pared. 
Con pequeñas líneas verticales. 
La quinta será una horizontal que tache las cuatro anteriores. 
Como los presidiarios. 
Y los náufragos. 
El fin es construir un calendario que me libre de perderme. Aún más. 
Que me dé un tiempo en el que ser 
y que le dé sentido a esta fuga de instantes. 

Hoy me he despertado sin saber en qué día de la semana estoy. 
Dónde, sí. 
De memoria. 
Pese a llevar poco en el departamento podría recorrerlo con los ojos vendados sin tropezar, aun con las cajas todavía por abrir y las que son para regalar. 
Cuando se pueda volver a entregar regalos.
Lo que no sé es cuánto tardaría en caminarlo.
Ni cuándo hacerlo.
Reconozco el espacio, pero el tiempo me engulló. 

Hoy he empezado a rayar la pared.
Para contabilizar los días derribados.
Celebrar un día menos de este sinsentido,
un día más de resistencia 
y que todavía salgo airosa.
Hoy no sé qué día es.
Sólo sé que es hoy.
Y que estoy aquí.

sábado, 11 de abril de 2020

Escribo una paradoja




¿No son una paradoja, acaso, los textos que relatan nuestra incapacidad de escribir? Porque no dejan de dibujar una verdad, pero según nacen la convierten en mentira. Como éste, que surge de la falta de cosas que decir y de la suerte de hallar otro texto que detona un pensamiento, una pregunta, un dejarse ir tras una idea.

Porque ya son días en que no fluye ningún relato o poema, y recurro a lo escrito en medio de la tormenta semanas atrás, días atrás. Entonces era un no parar, se agolpaban las emociones, los juicios, los dolores… exigiendo ser los primeros en declararse públicamente. Lo triste, lo alegre, lo furioso, lo caliente… pisándose, atropellándose y yo no pudiendo ser nada más que unas manos a su servicio. También, a veces, un cuerpo a través del cual desahogar.

Agradezco la calma que sigue a esa tempestad. Aprovecho y saco la cabeza fuera del agua para llenarme de aire. El cielo sigue nublado y amenaza con nuevos chaparrones. Me instalo en esta aparente tranquilidad, me dispongo a escribir y… Nada. Hay tanto silencio dentro de mí como afuera, en la calle abandonada. Estoy emparedada entre silencios. 

No logro hilar dos frases, ni completar un texto. Y los que sí escribo los guardo, porque no los siento dignos. (Como si creyera que los otros lo son…). Vivo de rentas con los restos de la poesía de otros tiempos mientras edifico una nueva historia, un inicio que anudar sin límites ni desenlaces, todavía. Sobrevivo. Y sigo sin poder escribir.

viernes, 10 de abril de 2020

Prepárate




Cuando lo vio al regresar al salón no podía dar crédito a sus ojos. Apenas había estado ausente unos minutos, los necesarios para cambiar su atuendo de mujer intelectual por el pijama de felpa, los calcetines de lana virgen y sus gastadas zapatillas.

La conversación en el taller de Literatura había sido muy interesante y estaba en su punto álgido cuando la profesora dijo que se terminaba el tiempo. Decidieron continuar la discusión fuera de clase y ella propuso ir a su casa, porque estaba cerca y porque no podía permitirse pagar una consumición en ningún pub de la zona.

Era evidente que él malinterpretó su invitación. En los pocos minutos que ella tardó en cambiarse de ropa él se había quitado la suya. Ella lo encontró sentado, desnudo, con las piernas cruzadas, los brazos extendidos a lo largo del respaldo del sofá, un preservativo entre los dientes y una sonrisa lasciva en los ojos que a ella le pareció patética.

Pero, ¿qué haces?
¿Cómo qué hago? Me dijiste que ibas a ponerte cómoda y que me preparara… ¿qué querías que hiciera?
¿Que yo dije que te prepararas? ¿Cuándo?
Sí. Dijiste: “Voy a ponerme cómoda. Prepárate”. No hay muchas formas de interpretar esas palabras. ¿Qué querías que hiciera?
Noooo. ¿Estás loco? Era té. Te dije prepara té.

jueves, 9 de abril de 2020

Como jovencita


¿A quién ves?



- ¿En serio vas a iniciar una relación con él?
- Sí, ¿por qué no? Me gusta.
- ¡Te lleva 23 años!
- ¿¡Y qué!? El amor lo puede todo.
- ¡Pero tú ya cumpliste los 50!
- Razón de más. Es tan rico sentirse tratada como una jovencita…


miércoles, 8 de abril de 2020

Volvería


Fotografía: Robert Mapplethorpe


Volvería a cruzar el océano,
quedar de nuevo patas arriba.
Cambiar el lado de la Luna,
desaguarme en dirección contraria.
Cambiar la noche por el día,
volver otoño la primavera,
hacerme un muro de cordillera,
llegar más tarde a todos los años.

Volvería a abrazar la locura,
despojarme de todo y desnuda
entregarme, sin red, sin aval,
sin miedos, sin dudas y sin bozal.
Conocer la herida de la distancia,
la solitaria huella del expatriado,
apostarlo todo a una última jugada,
desplegar las alas y saltar… al vacío. 

Volvería, una y mil veces,
a rendirme al cálido abrazo,
construir otra quimera sin reparo,
creer posible lo imposible, y alcanzarlo.

Que las ruinas que pisamos 
no me nublen la mirada, 
ni condenen al olvido un pasado
que naciendo futuro fue presente. 

martes, 7 de abril de 2020

Sólo supe hacerme odiar



Sol de mi vida, 
fui un fracasao
Y en mi caída 
busqué de echarte a un lao
Porque te quise tanto, 
tanto, que en mi rodar, 
para salvarte 
sólo supe hacerme odiar. 
(Enrique Santos Discépolo – “Confesión”)


Si me molesta que puedas amarme es porque yo no puedo dejar de hacerlo. Si me enfurece la idea de que me ames es porque no tengo la valentía de vivirlo. Y jamás te lo diré porque tampoco tengo el coraje de admitirlo ante mí mismo. Me mortifica encontrarte porque me enrostra que te busco. Descubro que aprovecho cualquier pretexto para acercarme de lejos, para mirarte cuando no me observas, para leerte una y otra vez, para callar y que me creas ausente… Y más me encabrono. Tanto cuando me buscas como cuando me ignoras. Entonces disparo mi torpe indiferencia, tiro a dar y no me resulta difícil derribar tu lábil resistencia. Me subo a mi soberbia, sepultando bajo capas de un estúpido orgullo toda mi cobardía. Y con ella entierro también cada razón que te queda para amarme, si restara alguna. 

Si me molesta que puedas amarme es porque no soporto que dejes de hacerlo. Siento que ese amor sólo existe ya en mis palabras cuando te lo prohíbo, no tiene dónde ni cuándo, y caigo derrotado ante la evidencia de que eres sólo un sueño. Mi último sueño, mi último ardor.

Porque si pudieras amarme, desear este cuerpo cansado que resucitaste una vez y ahora no responde, creer en esta ilusión que no es más que un vago recuerdo del pasado que se resiste a irse, no sabría retenerte. Carezco del vigor necesario para acompañar tu ímpetu, tu tanto por hacer, tu principio desde mi final. 

Porque yo sí te amo, sólo supe hacerme odiar.

(Si quieres escuchar este tango, en la versión de Calamaro con Bunbury, pincha en el título de la canción).

lunes, 6 de abril de 2020

Cáliz





¿No es éste el cáliz del que quieres beber?

(Responde pronto o cerraré las piernas)


domingo, 5 de abril de 2020

Desvarío otoñal y luto


Fotografía: Alís Gómez, Atardecer del 4 de abril, confinada



Una imagen, un poema, un sentimiento… Y me doy cuenta. ¡Es otoño! Es mi estación favorita y me lo estaba perdiendo entre estas cuatro paredes. Y lo pienso. Recuerdo el reciente baile de colores al atardecer, las copas de los árboles cansando su verde a través de la ventana, recuerdo este aire fresco que levanta la cortina y mira por debajo de mi falda… ¡Es otoño, sí!

Es otoño y no me daba cuenta en medio de esta ficticia pausa que concentra toda la vida en una habitación, que nos arrancó imprescindibles que resultaron no serlo y nos enrostró qué vital era lo que no reconocíamos. Pero estaba aquí. Yo también soy otoño. Soltando mis hojas, derramando mi savia, llorándola… dejando ir lo que ya fue.

No siempre es fácil soltar. Llega a doler. Como hoy la partida de alguien cuyas canciones me han acompañado toda la vida. Aún más, me han modelado. Me invitaron a tomar conciencia, me invitaron a disfrutar del arte, me trajeron poesía y una me enseñó a buscar el Universo al fundirme en otro cuerpo.

Lamento la muerte de Luis Eduardo Aute, y no puedo no traerlo hoy a mi blog. Me siento triste, pero ante todo siento una enorme gratitud por haber conocido sus canciones, habérmelas sabido, por haberlo podido ver en directo, por tantos y tan buenos recuerdos escuchándolo, y por descubrir que están en mi subconsciente y más allá.   

No puedo no traer un poema suyo. No dudo, porque si tuviera que elegir un texto ajeno como manifiesto de quien soy, elegiría esta canción. Ya lo he hecho. La suscribo de principio a fin, desde lo más profundo. 

Aunque el otoño nos hable de soltar, no quiero soltarte. 

Luis Eduardo Aute, gracias por existir.



Cierto que huí de los fastos y los oropeles
y que jamás puse en venta ninguna quimera,
siempre evité ser un súbdito de los laureles
porque vivir era un vértigo y no una carrera.

Pero quiero que me digas, amor,
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello.
Dímelo.
Me va la vida en ello.

Cierto que no prescindí de ningún laberinto
que amenazara con un callejón sin salida.
Ante otro “más de lo mismo” creí en lo distinto,
porque vivir era búsqueda y no una guarida.

(…)

Cierto que cuando aprendí que la vida iba en serio
quise quemarla deprisa jugando con fuego.
Y me abrasé defendiendo mi propio criterio,
porque vivir era más que unas reglas en juego. 

Pero quiero que me digas, amor,
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello.
Dímelo.
Me va la vida en ello.

Si quieres escucharla, pincha en la foto o en el título.

sábado, 4 de abril de 2020

La cour




De niña, en París, me pasaba las tardes en la cour. Un patio interior en un edificio de Le Marais del que mis padres eran los porteros, además de sus respectivos trabajos. En la cour construía mis mundos. Y tal vez ahí empecé a levantar también mis barreras. 

El último año salía con mi muñeca. La que tenía. No recuerdo si caminaba o hablaba, quizás hacía las dos cosas. Sí recuerdo que toda su espalda era una caja con dos pilas grandes. ¿O será que sólo me lo parecían porque yo era pequeña? Mi muñeca, con abrigo incluso en verano y cada día más despeinada, era mi compañera de juegos. Se quedó en París cuando nos fuimos a Galicia. Pero no la he olvidado.

Antes de la muñeca, salía sola. La sinagoga al fondo. La imprenta a la derecha. Y a la izquierda un enorme ventanal, blanco, tras el que nunca vi actividad alguna. Los autos se estacionaban delante. Y entre esos límites una gran superficie de suelo adoquinado. Mi territorio. Lo recorría una y otra vez, viviendo en él infinitas historias en las que me convertía en alguien que no soy yo, si no recordaría todo lo que pasó en aquel patio.

Gracias a la cour recuerdo, por ejemplo, que tenía un juego de té de plástico. Lo sé porque en el patio buscaba y recogía mariquitas. Siempre me fascinaron sus lunares negros sobre su atrevido rojo. Podía pasar horas con la chinita paseándose de una mano a la otra. Después me daba pena despedirme y la guardaba en la tetera, para seguir jugando juntas al día siguiente. Cuando me quise dar cuenta, ya reunía varios cadáveres. Las había matado sin querer.

En la cour nació mi nombre, Alís. Uno de mis entretenimientos era saltar a la cuerda. En un departamento de la escalera del fondo vivían dos estudiantes ingleses. Jóvenes, despeinados, desarreglados… y encantadores. Sólo recuerdo que el más rubio se llamaba Terry. Me alegraba verlo. Creo poder intuir todavía su cara. Siempre se paraban a jugar conmigo. Ellos giraban la cuerda para que yo sólo me preocupara de saltar… y volaba. Ellos, con su acento británico, me decían que era Alice au pays des merveilles. Mis padres debieron escucharlos, porque desde entonces me llamaron Alís (salvo para reñirme). Y a mí me gusta.



Una de las dos soy yo.


viernes, 3 de abril de 2020

Como pluma





Etérea luz
tu sonrisa sincera,
iluminando

como pluma al vuelo.
Como pluma que cae

tu mirada azul,
lene rayo pálido,
me atraviesa.


Como el filo de la cuchilla más afilada, 
así hiende la pluma el aire, 
que sin saberse rasgado se desangra. 
XuanRata

Nunca he hecho esto antes, traer un comentario a la entrada. Pero al leer el que dejó XuanRata sentí que ése es el poema que debería acompañar a estas fotografías.