Fotografía: Retrato de Mikhail Baryshnikov, por Annie Leibovitz
Acudió a ese estudio con la lejana esperanza de reencontrarse. Había oído hablar mucho y bien de esa fotógrafa. Decían que tenía un don especial para captar el alma de los demás, interpretar su esencia, aunque fueran perfectos desconocidos para ella. Confiaba en que la foto que eligiera para él le ayudaría a saber quién era en ese momento de su vida.
Los retratos los cobraba a precio de oro y aún así no era fácil conseguir una cita. No sólo por estar muy solicitada por su calidad como fotógrafa, que la hacía ser considerada la mejor de la ciudad, incluso del país, sino también por su método de trabajo. No atendía a más de una persona por día.
Lo recibió con la cámara (la misma que usaba desde hacía veintisiete años) en la mano, como si fuera una extensión de su cuerpo. Lo condujo hasta una acogedora sala, lo invitó a sentarse en un cómodo sofá y tras ofrecerle un té aromático comenzó a conversar con él. Más bien lanzaba un bombardeo de preguntas, aunque tenía la extraña habilidad de hacerlo sin que pareciera un interrogatorio, sino más bien una charla entre amigos.
¿Qué es lo que te hace verdaderamente feliz? ¿A qué dedicas la mayor parte de tu tiempo? ¿Coinciden? Así decidía si el retrato sería optimista o pesimista, alegre o con aire depresivo.
¿Qué querías ser cuando eras niño? ¿A qué te dedicas? ¿Tienes algún sueño recurrente? ¿Cómo te gustaría ser recordado?...
Entre pregunta y pregunta disparaba su cámara captando sus reacciones. Bebiendo, riendo, llorando, pensando, sorprendido, tímido… como si a través del lente pudiera captar la verdadera personalidad de su interlocutor.
Cuando terminó el té ella ya había decidido cómo ambientaría su retrato. En esta ocasión recreó un escenario de interior, aunque no le importaba desplazarse a donde hiciera falta para hacer la foto perfecta. Una hora más tarde lo despidió en la puerta, con cara de agotada y la promesa de tener el trabajo listo una semana más tarde.
Al día siguiente lo llamó inquieta. Tendrían que repetir la sesión. Nunca le había ocurrido antes, pero al revelar las fotografías descubrió que en todas su rostro se desvanecía.
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