viernes, 28 de febrero de 2020

Cada una en su silla


Fotografía: Vianne Olivier


El gato es siempre el primero en llegar. Cada tarde, cuando el Sol deja remolón sus últimos rayos del día, cuando empieza a refrescar y ya la boca no se seca. Es imprescindible para conversar. Y ellas conversan mucho. Y se ríen.

Llegan las cuatro y cada una tiene su silla, que cada una pintó aquella divertida noche de porros y vino. Todo había empezado por acompañar a Ángela, viuda desde pocas semanas antes. El vino lo habían llevado para animarla, la maría apareció hurgando en los recuerdos de Andrés, que siempre tenía para aliviar su dolor. Ya lo decía incluso antes de estar enfermo.

En memoria del finado, las cuatro se turnan para cuidar su huerto y se juntan cada tarde para rendirle homenaje. Cada una en su silla.


miércoles, 26 de febrero de 2020

Sintiendo


Fotografía: Favim.com

¿Estoy sintiendo?

Paro un instante y me lo pregunto, porque sé que vivo tiempos en que a ratos me es conveniente no sentir. Por la urgencia, por lo prioritario, por no perder ni un gramo de todas las fuerzas necesarias para marcar el camino (que luego se fijará recorriéndolo una y otra vez), porque hay que llamar a la agencia de mudanzas, contratar la línea telefónica (seguro que ahora no se dice así, porque el teléfono es lo de menos de todo lo que te venden), preparar la vuelta al cole, empezar de nuevo… Sentir es un lujo en estos tiempos.

Por eso me lo pregunto. Paro un instante y pienso: ¿estoy sintiendo? ¡Y me encuentro de todo! La curiosidad. El miedo. Las ganas de retroceder. La calma casi genuina. El deseo de explotar y hacer que todo reviente alrededor; esa rabia furibunda y contenida. La ilusión. Esa tristeza que es un pozo sin fin… Y voy viendo cuánto me permito unas emociones más que otras, veo cuánto tiempo le otorgo a cada una y que no soy parcial. Me voy conociendo un poco más y descubro asombrada mis recursos. Y se abren posibilidades… Sentir es también una necesidad.

lunes, 24 de febrero de 2020

Risa


Fotografía: Rimel Neffati



Yo antes reía mucho

(Ahora hace mucho que no me río)


sábado, 22 de febrero de 2020

Diferente


Fotografía: Michael Greenberg


- ¡Eh! ¡Estás distinta!
- Pues soy la misma.
- No, hay algo diferente… No sé, estás radiante.
- No me pasa nada especial. Y creía estar radiante siempre.
- Es cierto… Claro… Pero te veo algo diferente.
- Es que ahora me ves.


lunes, 17 de febrero de 2020

Envaso la brisa


Fotografía: Alís Gómez


Envaso en versos para ti
la brisa de mi balcón.
La plenitud, la paz,
una promesa y un adiós.

Envaso en versos la brisa de mi balcón
por la calma que siembra,
porque huele a libertad,
a futuro abierto, a posibilidad.

Envaso en versos la brisa
y me dejo tocar por ella.
Me vuelvo tinta, me vuelvo pluma,
me vuelvo papel, me vuelvo poema.

Envaso la brisa
y me encierro en ella.
Me refresca y me quema.
Me recuerda que respire. Y viva...

viernes, 14 de febrero de 2020

Amor


Fotografía: Kathrin Ziegler

Hace unos días, y gracias a Carmela, releí un texto que escribí hace años (Préstamos). Me pareció cursi y tremendista, pero algo me llamó la atención y pensé en republicarlo en la etiqueta “Remember”: hacía una alusión a San Valentín. Y es que nunca le escribí al amor, quiero decir que nunca lo hice en relación o para celebrar el día de los enamorados. Ni siquiera una carta. ¡Y mira que me gusta escribir cartas!

Reparé en ello porque este año sí he estado consciente de que se acerca la fecha. Porque no hay razón para celebrar y a la vez están presentes todas. Y pensé en escribir una carta de profundo agradecimiento y una inmensa gratitud, y hacerlo público. Porque lo siento.  ¿Cómo no agradecerte, amor, que lo hagas todo más fácil? Soy valiente contigo. Ando alegre contigo… Y por alguna razón siempre acabas yéndote. ¿O soy yo que huyo de ti, amor?

Pensé en honrarte esta vez, porque quiero seguir creyendo en ti, y acabé desechando cada idea que aparecía. Ninguna era del todo sincera, ninguna era completa. Es tanto lo que siento por ti, amor, en este tiempo en que sobre todo siento el vacío de ti… No supe escribirte, ni escribir de ti. Y sólo me queda dejar constancia de este nuevo fracaso, en que no hallé los versos que te contengan. Y te retengan.

Feliz día, amor

miércoles, 12 de febrero de 2020

D-esvarío


Fotografía: Christopher L.Nelson


Me deslizo,
me disuelvo...
Disimulo mis desvelos.
Te dibujo en el desván
distraídamente ausente
y deseo desnudarte.
Devolverte los días
destinados al deceso. 
Y despistada detenerme en ti. 
Definitivamente...

Te desvarío.


lunes, 10 de febrero de 2020

Tiempo escaso de sobra


Imagen: Benjamin Carre



Tiempo de escasez de tiempo

(Pero me sobra para pensarte)


sábado, 8 de febrero de 2020

Sin retornos



estaba todo claro antes de quemar nuestras naves.
(sin retornos)
drapo

- Quizás nunca debiera haber pasado…
- ¿Te arrepientes?
- No nos engañemos. No tenías otra intención. 
- ¿Hablas de mí?
- Bueno, vale. No teníamos otra intención. Ninguna en realidad.
- No tener intención no significa no estar abierto a lo que sea.
- Me refiero a que siempre supimos que tenía final.
- Y eso no lo ha hecho menos intenso.
- Al contrario
- Al contrario. Sí.


Sinónimos de intenso: fuerte, enérgico, potente, vehemente, vivo, apasionado, penetrante, profundo


miércoles, 5 de febrero de 2020

Una noche terrible


Fotografía: Angélica Baeza

La noche fue terrible. Debí intuirlo cuando percibí el caos en las calles, las calzadas sembradas de piedras y escombros... Debí intuirlo cuando sentí forzada la celebración del año nuevo. Debí intuirlo con lo tensa e incluso absurda que era la forma de relacionarnos con mis compañeros y amigos del periódico, con los que me reencontraba tantos años después. ¡Qué raro! ¿Cómo nos habíamos encontrado en ese lugar? No recordaba haberlo agendado. Aparecí ahí de repente…

Recuerdo nítidamente todo lo que sentí las dos veces que encañonaron mi cabeza con un arma. La primera me pasó por curiosa. No debí acercarme a la ventana a mirar por qué era ese ruido y debí esconderme cuando vi que entre dos bajaban a la fuerza del auto a aquel joven. Me descubrieron cuando pasaron ante el ventanal y me apuntaron con el largo cañón de su escopeta. Sólo se me ocurrió cerrar los ojos y dejarme ir, sentada en el suelo como estaba. Nunca había sentido el final tan claro y tan en paz como en ese momento. Nada que hacer, para qué resistirse. Sólo escuché un disparo y no fue para mí. Y oí cómo esos jóvenes (que también lo eran) corrían hacia el coche para huir después de ejecutar al adolescente que habían bajado.

A partir de ahí todo fue un poco confuso. La alegría de haber sobrevivido no se dejó notar. Se me agolpan las imágenes. Los autos deteniéndose frente a negocios para robarlos. La sensación de ser observada todo el tiempo, tal vez por un dron. La locura de estar viendo qué observaban esos drones entrando en los locales para buscar algo de valor. La calzada llena de sacos de arena y montones de tierra cubiertos con telas con estampados militares para evitar el estacionamiento de autos. No sé por qué, pero sabía que habían sido puestos por los propietarios de los bares de la zona.

¿Por qué estaba en la calle? ¿Por qué estaba viendo todo eso en lugar de permanecer a resguardo en el bar con mis amigos? Creo que había intentado volver a casa a reunirme con mis hijas. ¿O habrá sido sólo la curiosidad? No lo recuerdo bien, sólo guardo la memoria del corazón agitado y del miedo. Un inmenso miedo que aún sería mayor.

Ante la imposibilidad de volver a casa, decidimos regresar al bar-teatro en el que seguían nuestros compañeros. Conmigo un amigo que se había ofrecido a acompañarme a casa. No llegamos a entrar. Dimos media vuelta cuando vimos que estaban amenazando a todos con armas y nos escondimos detrás de la rueda gigante de un camión estacionado enfrente. Tampoco recuerdo ni entiendo de dónde salió ese camión, pero ahí apareció como el único lugar probable para ocultarse. No sirvió de nada, porque nos vieron cuando nos asomamos al bar y nos siguieron.

¡Eran tan sólo unos niños! No debían tener más de quince o dieciséis años y apenas podían cargar con la bazuca casera con la que nos encañonaron. Instintivamente, cuando me percaté de que nos seguían, abracé a mi amigo para fingir que nos escondíamos para tener una aventura furtiva.

- Esto va a ser divertido. Venga, seguid.

Lo decían mientras, sin dejar de apuntarnos, tomaban algo para sentarse frente a nosotros a observarnos, alentándonos a seguir con algo que no queríamos hacer. Nos distrajeron a todos unos extraños quejidos y gritos que salían del camión…

Y de repente escuché la voz de mis hijas. Me asusté. No quería que les hicieran daño. Sigo sin entender nada, pero ya era de día, con una mañana soleada. Las tres caminaban juntas, alegres, ajenas a todo lo que había ocurrido. Ni siquiera parecía llamarles la atención los numerosos grupos de personas que se abrazaban felices por haber sobrevivido. Se dirigían a la zona de juegos que había en la parte trasera del local. Y yo corrí hacia ellas, llorando, llamándolas a gritos, ávida de su abrazo. Sabía que no podría respirar hasta rodearlas con mis brazos.

Desperté llorando. Sobresaltada. Sin saber dónde estaba. Sin entender nada. Fue tan vívido, tan real, tan extraño…

No debí pedir ese pollo picante en la cena.

lunes, 3 de febrero de 2020

Eco


Fotografía: The fisherman, de Nathan Wirth

Hay un silencio que me entierra, me encierra, me desgrana y me deja expuesta, desnuda, sin piel y sin suelo. Es el que se produce cuando necesito tu voz para cubrir mis heridas y no la hallo. Busco otras voces de consolación, pero enmudecen y resuena sólo el eco de este alarido que nace cuando ni yo misma me respondo. 
Hondo.

Y todo alrededor se vuelve espejo, y en él mi reflejo en carne viva.
Todo alrededor se vuelve desierto, y en él me llena el vacío.
Todo alrededor se vuelve nada, y nada escucho salvo un hueco…
Eco…

Cada vez más lejos


Más sordo


Más sola…


domingo, 2 de febrero de 2020

Para una vez que hablamos...



- ¿Sabes?

Apoyado en el respaldo de la cama, Francisco quiere llamar la atención de María, que parece dormir, pero él la sorprendió abriendo los ojos un par de minutos antes. Llevaba un rato observándola.

- ¿Uhmmm?
- Cuando desperté y te vi a mi lado creí haber viajado en el tiempo. ¿Qué hacemos aquí?
- ¿Lo preguntas en serio? ¿No lo recuerdas?
- Recuerdo que ayer nos encontramos en un bar. Después de veintitrés años.
- Y nos reconocimos al instante.
- Nos sorprendimos, nos saludamos y recuerdo que empezamos a conversar. 
- Nos alegramos de vernos.
- Sí, pero no recuerdo en qué momento esto dejó de ser improbable.
- Supongo que cuando dijiste que te ibas.
- Y no me fui.
- Es evidente que no.
- Me retuvo tu respuesta. ¿La recuerdas?

María asiente y sonríe. Se incorpora para llegar a los labios de Francisco. Y repite.

- ¿Ya te vas? Para una vez que hablamos…

sábado, 1 de febrero de 2020

Nada más




¡Tanto que llena la nada!

(Cuando está presente nada más cabe...)