Fotografía: Vianne Olivier
El gato es siempre el primero en llegar. Cada tarde, cuando el Sol deja remolón sus últimos rayos del día, cuando empieza a refrescar y ya la boca no se seca. Es imprescindible para conversar. Y ellas conversan mucho. Y se ríen.
Llegan las cuatro y cada una tiene su silla, que cada una pintó aquella divertida noche de porros y vino. Todo había empezado por acompañar a Ángela, viuda desde pocas semanas antes. El vino lo habían llevado para animarla, la maría apareció hurgando en los recuerdos de Andrés, que siempre tenía para aliviar su dolor. Ya lo decía incluso antes de estar enfermo.
En memoria del finado, las cuatro se turnan para cuidar su huerto y se juntan cada tarde para rendirle homenaje. Cada una en su silla.
Qué imagen tan preciosa. La que tú describes y la de las sillas dibujadas.
ResponderEliminarEn algunos pueblos de por aquí, ese momento de la tarde en que ha caído el sol y las mujeres se reunen a "tomar la fresca" se ha quedado con "la fresca".
Besos.
Es que no sólo las costumbres, los pueblos también han ido desapareciendo. Recuerdo los veranos de mi infancia, con toda la aldea (una decena de vecinos, tampoco más) se sentaban a conversar, hombres y mujeres. Y los niños jugábamos al lado.
EliminarBesos
Entonces él sigue viviendo en todas ellas.
ResponderEliminarBesos.
Yo creo que sí, Xavi. Tal vez esté más vivo ahora que antes (no lo sé)
EliminarBesos
Pues a su manera, sigue vio el finado. Esa imagen es muy interesante, porque han pintado lo que hubieran sido sillas de enea, así tan de colores diferenciadores, que no sé si intercambian lugar las cuatro mujeres alguna vez
ResponderEliminarUn abrazo. Y porque tengan las rodillas bien para sentarse tan bajitas :-)
jajajajaa, Albada, me hizo reír lo de las rodillas. Aunque parece que tienen algo para el dolor. ;))
EliminarA mí también me gustó mucho la imagen
Un abrazo grande
Qué buen relato Alís y la foto es magnífica. Una amistad surgida de la amistad hacía Angela, y regada por la maría de Andrés :))
ResponderEliminarPor aquí, en el sur, en los pueblos, sobre todo de la Sierra, sigue muy arraigada la costumbre de sentarse al atardecer en las puertas de las casas, para charlar y pasar el rato. Y las sillas siguen siendo de madera y nea.
Un beso muy grande.
Carmela, me pareció muy original la idea de pintar las sillas, jajajaja.
EliminarOjalá esa costumbre se mantenga. Mis hijas la última semana han adoptado la de salir a la terraza a ver la puesta de sol. Voy a ver si además logro que se sienten y conversemos...
Muchas gracias
Un beso gigante
Hoy me trajiste a la memoria a mi abuela y a mi tía abuela, que sentadas frente a sus casas pasaban las tardes entre vivos, muertos y amigos.
ResponderEliminarMe encantó tu relato.
Un beso.
Ilduara, qué bonito eso que dices de pasar las tardes "entre vivos, muertos y amigos". Quedé con la boca abierta
EliminarMuchas gracias
Bicos
Es como antiguamente en estos pueblos nuestros que al caer el sol sacaban las sillas tejidas de juncos de mimbre y hablaban hasta la madrugada.
ResponderEliminarBeso
Erik, ¿en tu pueblo ya no ocurre?
EliminarBeso
Me recuerda esas pláticas en la calle, en los anocheceres veraniegos, en los que repasaba todo lo habido y por haber.
ResponderEliminarBesos.
Sí, Alfred. A mí también. Y esas sillas pintadas son como un intento de perpetuar ese momento.
EliminarBesos
Me haces imaginar al finado en el trampantojo, Alis. A ver si encuentro uno de aquí que una vez colgué pero no me acuerdo cuándo y dónde, con gato asomado a la puerta. Sigue escribiendo.
ResponderEliminarFackel, ojalá lo encuentres y lo muestres. Ya tengo ganas.
EliminarTambién me gusta imaginar ahí al finado, jajaja. Y seguro que está.
Muchas gracias
Besos
Sin duda el mejor homenaje que se le pudo hacer Andres...hablar en conversación ellas cuatro y sobre todo la presencia de ese gato ..muy bueno.
ResponderEliminarabrazos.
Toda buena conversación debería tener un gato cerca, Campirela. En realidad, en toda ocasión debiera haber un gato.
EliminarMuchas gracias
Besitos
Una vez regada la puerta y cuando la tarde va fundiéndose en negro, es cuando son posibles las confidencias y los secretos.
ResponderEliminarEsas sillas pintadas y esas reuniones de las que hablas, son los programas de la tele, de mis días de niño.
Gracias por los recuerdos.
Besos.
Juan L. Trujillo, ha sido un placer. Esa fotografía me trajo esos mismos recuerdos. La idea de haberlas pintado trajo lo demás.
EliminarMuchas gracias a ti
Besos
A mi también me has traído con este bello relato recuerdos muy lejanos, mi madre me contaba que en el pueblo mi abuela se sentaba en la puerta de casa con más vecinas y algún gato. Allí ellas charlaban haciendo ganchillo, también hacían bordados y cosían vestidos con la boca, jajaja...claro no tenian tele.
ResponderEliminarUn abrazo Alís.
Feliz viernes.
jajaja, Carmen Silza, me gusta eso de coser vestidos con la boca... Sin duda, lo que más se hacía en esos momentos. Eran los programas de farándula de la época...
EliminarBesos
Algo debí hacer mal; te extraño.
ResponderEliminarNada malo, Noxeus. Todo lo contrario. Yo te pido disculpas. Como he dicho, tiempos complicados que requerían una atención especial. Espero que no se repita.
EliminarBicos
Y me has llevado a mi infancia, a esas noches de verano donde las vecinas se reunían en corro y los nim@s jugábamos o contábamos historias. Preciosa inspiración, Alís.
ResponderEliminarMil besitos con cariño para ti y feliz día ♥
También me fui a esos recuerdos, Auroratris. Pero quise que en esas sillas se sentaran mujeres diferentes a las de entonces, más de ahora. No sé si lo logré.
EliminarMuchas gracias
Besitos
Un iluminado el Andrés, ya sabía antes de enfermar que necesitaba a maria.
ResponderEliminarY miralas ellas, que aprovechan todo lo que encuentran.
Lo de sacar las sillas a la calle y montarse el salón en el exterior ha caído en desuso. Ahora se reúnen, sacan el móvil y hablan con las que no han venido.
guille, o lo sabía o le servía como excusa... Y sí, las mujeres tenemos ese lado práctico y la enseñanza de que no se pierda nada...
EliminarUn abrazo
Muy lindo. El tiempo es otro con buena compañía.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias, Gildardo. Y coincido contigo: la buena compañía lo cambia todo...
EliminarUn abrazo grande
Maravillosa pintura escrita Alís
ResponderEliminarmira que se me da por cantar aquella canción de Manolo Escobar ( creo )
viva el vino y las mujeres !
y añado los porros y las noches de farra
y es que a veces hay situaciones que siendo tristes, nos llevan a futuros maravillosos
un besito
y salud !
fumas?
Muchas gracias, MaRía. Una de las cosas que me gusta de la tristeza es dejarme acompañar en ella.
EliminarCanta, mujer, canta. (¿Imaginas a Manolo Escobar con un porro? jajaja)
Biquiños
PD. Soy fumadora, sí
Ese gato te habrá contado este relato, Alís... ¿No da para un guión de siluetas en transparencia comunicándose cada una en su silla y a la vez sólo vista por los ojos de ese gato que como sabes, amiga, ven lo que nadie...?
ResponderEliminarAbrazo desde mi sillón. (Pero no olvido el imperdonable desliz de mi abrazo ausente anterior)
Seguramente él fue, Carlos Perrotti. Él me trajo la primera frase y era lo único que sabía cuando empecé a escribir. Lo demás "salió" solo (sí, a mí también me pasa lo mismo que a ti).
EliminarTú eres el guionista, seguro que podrías hacer algo genial con esa idea. A mí me parece buena y podría visualizarla (Me hiciste recordar "Animas de día claro").
Abrazo hasta tu sillón
Me has recordado esas tardes "a la fresca" en mi pueblo. Como antes no había tanto entretenimiento, las puertas de las casas eran donde se hacían las mejores tertulias (y donde se generaban los más grandes cotilleos).
ResponderEliminarAhora es todo tan distinto....
Besos y abrazos, bonita.
Sí, Laura, ahora todo es tan distinto...
EliminarDe mayor quiero vivir así, pudiendo sentarme a conversar cada atardecer... ¡Ahí va! ¡Si ya soy mayor!
jajajajaja
Besos
(Ya que la estoy escuchando: dos gardenias para ti. Sí, sigo con el Cigala...)
Aún quedan sillas en los pueblos para tomar la fresca y juntarse las vecinas tal vez a decirse las únicas pocas palabras del día.
ResponderEliminarSu amigo,permanece en ellas.YA no se podrá olvidar.Cuando alguien "se va"el hueco es irreemplazable.
LA imagen es muy buena.Acompaña al texto como ninguna y el gato,ha sido un toque del pintor muy adecuado
Me ha encantado tu entrada ALis.Tiene mucha ternura
Besucos cielo
Gó
Muchas gracias, Gó. Me gusta que te guste.
EliminarY sin el gato, esa foto habría sido algo muy distinto.
Besitos
Me encanta.
ResponderEliminarLa pintada invita.
Al asombro y la sonrisa. Al reconocimiento de su creación. Invita a crear instantes, a recrear recuerdos ... o como en este caso, a inspirar bonitas historias.
Juncal, tú eres mucho de imágenes. Vi ésta y me puse a escribir en un impulso. Intento imaginar cómo surgió la idea de pintar las sillas y me pone alegre...
EliminarBesos
¡Dios mio que foto mas buena! Y no por la foto si no por dejar al descubierto a esa mente prodigiosa que ingenio el dibujo.
ResponderEliminarMe gusta tu relato Alis pero me ha encandilado el portal de esa vivienda.
Bubo, pienso como tú. Me fascinó la idea de que a alguien se le ocurriera pintar esas sillas y ese gato. ¡Simplemente genial!
EliminarMuchas gracias, igualmente, por la parte que me toca.
;)
Besos
Un buen relato para una buena foto...
ResponderEliminarA veces de lo triste salen cosas divertidas...
Un beso admirador.
Muchas gracias, Eva S. Stone.
EliminarAsí es, como dices. Del mismo modo que a veces de algo divertido surge algo muy triste...
Beso
Yo saco mi silla ... y me siento a leerte,pongo al gato*por testigo.je je
ResponderEliminarSaludos
*En realidad es perra (la mía),je je
¡Qué ganas de achucharte, alasdemariposa! Y me da la sensación de que no es la primera vez que te lo digo ¿verdad? Desde luego, no es la primera vez que lo pienso.
EliminarBesos (también a tu perra)
¡Qué buena foto! ¡Qué buen relato! ¡Quién fuera gato para escuchar las historias a la puerta de la casa!
ResponderEliminarUn abrazo Alís
Muchas gracias, Loles Miva.
Eliminar¡Quien fuera gato! Punto, jajaja. Cada vez los envidio más.
Besos!
Julio David, yo sí la he visto, en mis veranos en el pueblo. Y era uno de los mejores momentos del día.
ResponderEliminarUn abrazo
Pintaste muy bien ese momento.
ResponderEliminarY esa foto acompaña perfecto, saca un poco de contexto el relato, pero lo hace más simbólico
Besos
Frodo, el relato nació de esa foto. Cuando escribo así (inspirándome en una foto) siempre me pregunto qué vida tendría ese relato o poema sin la imagen. Inevitablemente está condicionado, supongo.
EliminarMuchas gracias
Besos
En mi casa, para ti, Alba, y las niñas, e inclusive unas camas,
ResponderEliminarSílbame, o hazme un guiño...
Os espero...
Y sabes, que, no miento.
:)))
Qué linda eres, Eva. Sé que no mientes, por eso me gusta más lo que dices.
EliminarNo tengo fecha ni planes concretos, pero Julia lleva ya un tiempo reclamando su viaje a París las dos solas (como hice con su hermana mayor), así que en algún momento tocará ir (ojalá pronto).
Sabes que cuando voy soy vecina (ahora muy vecina), así que las camas no las usaré, pero que te visitaré dalo por hecho. Me quedé con las ganas de conocer ese lugar en que cantáis para escucharos (yo mejor no lo hago).
Besitos