Fotografía: Alís Gómez
Nos gustó el
nombre de la inmobiliaria, Samaín, lejos de los anglicismos tan de moda. Nos
gustó aún más el piso cuando lo visitamos: amplio, con sus techos altos,
espacios renovados en los baños y la cocina, pero manteniendo los suelos de un
siglo atrás. Y su ubicación: un edificio señorial en el centro de la ciudad,
con un precio que estaba dentro de nuestro presupuesto. Tomamos la decisión al
instante.
Fue después de
que llegaron nuestros muebles, tras un par de meses de viaje ultramarino, que
comenzaron a suceder esos fenómenos extraños. Primero fueron los sonidos en el
salón durante las noches, sobre todo el palo de lluvia, que parecía cobrar
vida.
Después fueron
las caras que aparecían en la ventana cuando éstas se empañaban en los días
lluviosos. O aquella chaqueta que apareció colgada en un armario, aún con la
etiqueta marcando un precio que nos remontaba a otras épocas: 3 pesetas.
Cuando en nuestro
baño apareció un cepillo de dientes que ni nuestras hijas ni nosotros
reconocimos como propio decidí ir a presentar un reclamo en la agencia.
Llevábamos apenas seis meses en el piso y no queríamos que estos sucesos fueran
a más y se volvieran incluso peligrosos.
- ¿Eso
pasó en vuestro piso? No puede ser. Tiene que haber un error. Déjame mirar.
La empleada no
pareció sorprendida por lo que le contaba, más bien por el hecho de que nos
estuviera ocurriendo a nosotros. Yo no comprendía nada.
- Efectivamente,
os pido disculpas, ha habido un error. Los fantasmas no debían haber entrado a
vuestra vivienda, sino a la de enfrente, que tiene inquilinos de renta antigua.
Lamentamos los inconvenientes. No os preocupéis, no tenéis nada que temer. Eso
se acaba ya. Y como compensación, tenéis un mes gratis.
El regalo de
compensación me pareció lo suficientemente atractivo como para no pedir más
explicaciones. Y el hecho es que desde ese momento no ha ocurrido nada fuera de
lo normal. Volvió la calma al hogar. El edificio volvió a ser el lugar
tranquilo que nos pareció al inicio.
Salvo por los
ruidos de hoy: los vecinos de enfrente se mudaron.