martes, 31 de marzo de 2020

Minuto de confianza




Entérate de una buena vez. No todo gira en torno a ti. No en mi vida. Que un tiempo has ocupado buena parte de ella, sí. Y eso sería.
Ni siquiera podría pagarte por los servicios prestados. No lo ameritan. No me interesa tu libro de reclamaciones. Guárdatelo. ¿Realmente quieres resarcirme? Entonces ¡bórrate!

- ¿Ya escribiste lo que me vas a decir en tu minuto de confianza?
- Sí. Justo estaba en ello.
- ¿Lo hacemos ahora?
- Mejor mañana…


lunes, 30 de marzo de 2020

Imagino la vida




A veces imagino la vida como una traviesa niña pequeña. No malintencionada, pero sí puñetera. Es cuando hace cosas como hacer coincidir mi mirada con la de un extraño y por milésimas de segundo hacerme sentir que es la persona con quien podría ser feliz, para hacerla salir de mi vida para siempre al instante siguiente. Y me quedo preguntando cuál es la gracia.

A veces imagino la vida como una amante, furtiva y apasionada. Me roba el sentido, me desordena todo y aún le agradezco. Me revuelco con ella, la gozo, me excita, me incita, me seduce y me satisface. Baila conmigo y me susurra al oído palabras que me calientan. Algunas veces me cobra, por hacerme creer verdad una mentira. Le pago por sus servicios y la olvido por un rato. 

A veces imagino la vida como una madre, paciente y contenedora. Me mima, me cuida y me alienta. Me enseña a tejer relaciones, me nutre con experiencias gratas, me acaricia y me regala domingos para estrenar vestido e ilusiones. Me regala la brisa, me regala el atardecer, el aroma a jazmín y la visita del colibrí. Me muestra tu sonrisa y esta vez sí, deja que el tiempo se detenga al encontrarme en tu mirada.

A veces imagino la vida…

…y estás tú.


domingo, 29 de marzo de 2020

Si no doliera aún




Si no doliera aún tu voz podría escuchar una canción entera sin acordarme de ti. Sin imaginarte siquiera. Liberada al fin de este sinsentido en que se convirtió todo. Y bailaría esta danza que se está gestando en mí. Sensual, libre, firme y armoniosa. Descansaría después en la brisa que abrió la ventana cuando cerraste la puerta (detrás de ti).

Si no doliera aún tu silencio podría llenarlo de nuevos colores (ya empecé). Vestir estas paredes de todo aquello que me hace creer todavía, salpicar de lo viejo y lo nuevo estos muros que me recuerdan que estoy en construcción. Y tirar a la basura todo lo que ya no sirve, ni aporta valor. Si acaso para reciclaje. Tal vez alguien pueda sacar(te)le el brillo que yo no supe. 

Si no doliera aún esta distancia podría dejar de calcular el tiempo entre latido y latido cuando estás cerca, como quien cuenta los segundos desde el relámpago hasta el trueno para medir a qué distancia está la tormenta. Estúpido cómputo, cuando hace tiempo que tengo evidencias de que la tempestad soy yo. Y mis circunstancias. Y este cielo plomizo que cabalga mis hombros.

Si no doliera aún esta bruma podría distinguir de qué material están hechos los hilos que no nos permiten alejarnos (más de la cuenta). Y diluirlos, sin traumas. Con el flujo y el reflujo de esta energía que me posee, a veces fuego, a veces agua, a veces viento… 

Si no dolieras aún…


sábado, 28 de marzo de 2020

Leer más allá


Imagen: Norman Rockwell


Aún te odio. No quería darte nada más y te convertiste en un libro. No lo mereces, salvo porque no lo hubiera escrito sin ti. Nunca había conocido a alguien como tú. No te vi venir…
Aún te odio, sí. Porque no he dejado de amarte. Aún me duele tu silencio, aún añoro tus caricias. Que no te importe. Ahora que he convertido cada lágrima en palabras, que he remendado una historia que lo haga transitable, estoy en paz. 
Te lo dedico…

La escena es la misma cada noche. Francisco se duerme con un libro en la mano, tomado siempre por la misma página. Siempre la dedicatoria. Por más que lo ha intentado, jamás pudo leer más allá. 


viernes, 27 de marzo de 2020

Clave de acceso




Eh, tú. Sí, tú. No te hagas el distraído. Sé que me ves todos los días cuando paseas a tu perro y que no puedes evitar que tu mirada se pierda en mi escote. Me gusta descubrir tu empeño en disimularlo… Yo también te observo. No creas que sonrío todo el día. Es sólo cuando paseas ante mí. Ralentizas el paso. Lo noto por lo tirante que va la correa de tu perro. No logro que te detengas pese a la fuerza de mi deseo. Siento tus ganas. Y sólo quisiera pedirte que no te frene este cartel que me pusieron de mujer inaccesible.

Tú tienes la clave de acceso.


jueves, 26 de marzo de 2020

Luego te digo





Te quiero


(Luego te digo en qué posición)



miércoles, 25 de marzo de 2020

Tentación





Me alegro cuando apareces.
Me gustan los diminutivos que usas para llamarme.
No todos. 
No siempre.
E igual me haces sonreír. Eso sí casi siempre.
Pero eres tan incierto como el futuro.
Eres presente indescifrable.
Y no estabas en el pasado.
Eres sorpresa y cosquilleo.
Eres alerta y a veces miedo.
Me gustan los enigmas, pero prefiero los juegos de lógica.
No sé si me dices lo que sientes 
o lo que crees que quiero escuchar. 
Y ni siquiera sé qué deseo oír,
más allá de tu silencio presente,
tu respiración y nuestro deseo.
Eres laberinto que invita a entrar,
el peligro de un callejón sin salida.
Eres tentación. 
Y estoy a punto de caer en ti.


martes, 24 de marzo de 2020

Venir a mí




- Ven.
- No.
- ¿Qué te ocurre? Ven. Cuéntame.
- ¿Por qué no vienes tú?
- ¿Qué más da?
- No da igual.
- Lo que importa es estar juntos, ¿no?
- No a cualquier precio.
- Sólo te dije ven.
- Es que siempre voy yo.
- ¿Y es tan terrible?
- No te das cuenta, ¿verdad?
- No sé de qué me hablas.
- Exactamente de eso te hablo. No te das cuenta de que cada vez que voy dejo todo lo mío atrás y me adapto a ti, a tu espacio, a tus normas, a tus costumbres…
- Pero si nos gustan las mismas cosas.
- Porque de lo que me gusta sólo ves lo que a ti también. No tienes ni idea de qué quiero, cómo es mi espacio… No me conoces, porque para hacerlo tendrías que venir a mí.


lunes, 23 de marzo de 2020

Tu mirada esquiva


Fotografía: Spencer Tunick


Puñal helado
tu mirada esquiva.
Clavado. Muerta.
Latente recuerdo hoy.
Ayer, sueño incierto.

Lánguido desdén
tu mirada esquiva.
Adiós a plazos.
Indolente, proclama
el grito del silencio.

Tu mirada esquiva
se vuelve incidencia.


sábado, 21 de marzo de 2020

¿Y duele?




- Mamá, ¿qué es eso?
- ¿El qué?
- Eso que se escucha. ¿Qué es? ¿Son ladrones?
- Ehmmm… No. Es… es una pareja haciendo el amor.
- ¡Guácala!... ¿Así suena?
- A veces… supongo.
- ¿Y están aquí? ¿En nuestra casa?
- No, mi amor. Están al lado, en la suya. Pero aquí los vecinos están más cerca y se oye. Por eso debemos evitar ser ruidosos.
- Ahhhh…
- Ahora duerme, mi amor.
- Mamá… 
- ¿Qué?
- … ¿y duele?


viernes, 20 de marzo de 2020

Reinventarme




A Eva
Gracias por la inspiración

No sé si es necesario reinventarme. A veces pienso que ni tiempo me queda para intentarlo. Si acaso, lo voy haciendo sobre la marcha. ¡Qué remedio! Como he hecho hasta ahora. También es buen bailarín quien sabe dejarse llevar.

No sé planificar la vida. Y razones da ella advirtiendo de que ni lo pretenda. Nunca lo he hecho. El instinto siempre ha sido más sabio. Es esa fuerza que te atrae en una dirección y te sorprendes avanzando sin miedo. O esa punzada en el pecho que le hace un siete al corazón, le suelta un punto a la red que parará el salto. Cada vez que lo desoí me equivoqué.

No hay puente que cruce entero el abismo. Cada cierto tiempo debemos desandar unos pasos y cambiar de sendero en este ramaje que es la vida. Otro golpe de timón hacia lo desconocido. Lo imprevisible. Apechugar con las decisiones, con todas sus consecuencias. Y sostener el aliento cuando lo tengo, estirarlo como chicle y aprender a caminar sobre la cuerda floja.

Con tormenta prefiero estar sola. O lo necesito. Llorar. Dormir. Evadirme. Llorar. Ah, y de vez en cuando comer. Escribir. Escribir. Escribir… Llorar. Dormir… Me dejo llevar mar adentro como pecio soslayado. Y nunca dejé de ver algún faro. Luces que me acompañan cuando más perdida estoy. Cuando más sola estoy. Cuando no puedo pensar. Sólo siento.
Y aún duele.


miércoles, 18 de marzo de 2020

Besos y abrazos


Fotografía: Frank Horvat


Yo no quiero una vida sin besos ni abrazos. 

Con cada beso que di o recibí renové mis votos con la vida. 
Todos me recordaron que quería vivir, y cuando no quería me hicieron desearlo. 
Incluso (sobre todo) los que no he dado todavía. Y alguno que jamás daré. 
Descubro que alguien me atrae porque siento el antojo irrefrenable de besarlo, aunque lo calle. O lo diga demasiado tarde.
Y con su llegada, cada primer beso es el Universo que se abre. (Luego se cierra sobre mí, envolviéndome).
En un beso no hay mentira, y si la hubiera se descubre. 
Un beso disipa las dudas, a la vez que despierta la curiosidad. 
El mundo se detiene en el transcurso de un beso.

Con los abrazos me costó más. Tardé en ceder el control a la piel, última capa de protección entre la esencia y lo ajeno. (No sabía que lo ajeno me habita y que mi esencia está con otros). Hasta que aprendí a ser permeable, a fundirme en ese tacto de dos personas que se encuentran. Y se reconocen.
Un abrazo es un bálsamo, una cuna, un respirar tranquila, la caricia de mamá, la mano fuerte que sostiene en la caída y nos libra de todo mal. 
Un abrazo es el hogar, el fogón, un lugar de residencia, la isla del náufrago.

Yo también me quedo en casa. Acepto y estoy de acuerdo con la cuarentena. No se trata de eso.
Pero si esto fuera el inicio del resto de una vida sin besos ni abrazos, prefiero infectarme. Entre dos muertes, elijo la menos dolorosa.


Amores



Fotografía: Juan Manuel García




Hay amores para todos los gustos

(y disgustos)



martes, 17 de marzo de 2020

Insaciable




Llega con una frase, una palabra. Tal vez una imagen o sólo una sensación. Si acaso, una emoción persistente que reclama su minuto de gloria.

Tiene más suerte (que no significa mejor) la que me pilla con tiempo y frente al ordenador. Bueno, la que me pilla frente al ordenador. El tiempo me lo hago, porque se vuelve impulso y exige que la escuche. O simplemente que la deje hablar.

Entonces me pongo frente a la pantalla y empiezo a rezumar esa idea que me secuestra y no acepta más rescate que ser parida, con sangre, sudor y lágrimas mas con un gozo infinito, y nace un texto sobre el que ninguna injerencia tengo yo. 

Al terminar, la idea me abandona, desnuda, vacía y exhausta. 

Y ella, insaciable, se va en busca de algún poeta inspirado al que seducir.


lunes, 16 de marzo de 2020

Se busca muso


Fotografía: Henri Schmit


Anuncio: Se busca muso,
leal, constante y amable.
Tenía uno, parecía ruso,
alto, fornido y agradable.
Me hacía reír y me inspiraba
versos tórridos y suaves
siempre que lo necesitaba.
Pero se fue (¡hombres! ya sabes)
con una poetisa arrogante,
con faltas de ortografía,
guapa y con las tetas grandes. 
Otro talento no tenía.

Pensé que él volvería
aburrido y arrepentido,
a devolverme poesía,
también prosa y contenido.

Con el muso era sencillo
escribir bellas historias,
ahora enciendo un pitillo
esperando la victoria.
La palabra me abandona,
ya no respeta su horario.
Y para colmo la tetona
ganó un premio literario.


domingo, 15 de marzo de 2020

Que pueda decir del amor que tuve...



Que pueda decir del amor que tuve
que no sea inmortal, puesto que es llama
mas que sea infinito en cuanto dure
(Vinicius de Moraes – “Eu sei que vou te amar”)


Tórrido encanto.
Tacto gélido de piel
abrasándome.

Inmortal tu deseo,
infinita mi gana.


viernes, 13 de marzo de 2020

Te pido perdón


Fotografía: Kültür Tava 



Te pido perdón, en público, por convertirte en la obsesión necesaria para abstraerme de tanto fracaso. Para librarme de la culpa, de la ignorancia, del miedo y la vergüenza. Culpa por las decisiones tomadas y por las postergadas. Te pido perdón por haber creído que podíamos acompañarnos a transitar la pena. Te pido perdón por hacer más caso a tus palabras que a tus actos, cuando mentías, y al revés, desoírte cuando decías la verdad para anclarme en tus gestos. Siempre te contradecías y yo escuchaba lo que me convenía. Te pido perdón, pues, por mi sordera. Y por la ceguera, teñida de rabia a veces y otras, de la más profunda de las gilipolleces. Te (me) pido perdón por haberme dejado arañar la dignidad en más de una ocasión. Y por no olvidarte inmediatamente después. Te pido perdón, por ello, por no haber aprendido a distinguir tus momentos, cuándo ansiabas la cercanía y cuándo te cubrías de púas. Te pido perdón por no haber sabido mostrarte mis intenciones, por caer en las tuyas y perder ambas después. Te pido perdón por no haber marcado mi territorio a tiempo y permitirte transgredirlo más de una vez. Y de dos. Te pido perdón si por mi causa has tenido que pagar por tus pecados. Te pido perdón por pecar contigo, sin arrepentirme (aún). Te pido perdón por permitirte creer que bebía los vientos por ti. Te pido perdón por dejar que lo usaras en mi contra. Te pido perdón por no haber puesto los puntos sobre las íes cuando aún estábamos a tiempo. Te pido perdón por el desastre en que me (has) he convertido. Te pido perdón por haberte mostrado todas mis sombras, con tanta luz aún por descubrir. Te pido perdón por pensarte, como quien no deja partir a un fantasma. 

Te (me) pido perdón.


No te atreves


Fotografía: Kültür Tava


- No te atreves a preguntarme, ¿verdad?
- No sé. Depende. ¿Qué tengo que preguntar?
- Tengo la sensación de que hay algo que quieres saber.
- Yo tengo la sensación de que hay algo que tú quieres contar.
- ¿No me vas a preguntar entonces?
- Sí, lo voy a hacer. ¿Qué quieres contarme?

Laura no tiene ninguna pregunta pendiente y realmente ignora de qué están conversando, pero disfruta tanto escuchando a Fernando que cualquier tema vale. Significa que está ahí. Y sonríe. 

Fernando está serio. 
Pero también disfruta.


jueves, 12 de marzo de 2020

Metepatas



Iba a dejar de publicar por un tiempo. Escribir no, no puedo. Lo hago a diario. Es mi lugar. Pero no iba a publicar por un tiempo. Estaba convencida, porque sentía que lo necesitaba. No me gustó cómo me sentí los últimos días, quizás semanas. La falta de tiempo que vienen con una separación y una doble mudanza (mis hijas viven ahora en dos casas) me impidió estar como hubiera querido. Hablo del blog y de la vida. Las emociones tampoco son muy estables, y la atención, puesta a mil cosas, también se resiente. Cuando empecé a disponer de tiempo quise ponerme al día. No retomar desde donde lo encontraba, sino leer todo lo que me había perdido. (Es un disfrute leeros, a casi todos, jajaja). Y también necesitaba publicar, incluso a diario, e igual se me acumularon textos que cuando releo no me dejan indiferente: no me gustan, o me asustan, o me duelen… El caso es que me volví más torpe. Y más sensible. Y no me gustó cómo me sentí, ni lo que me pasaba a mí, ni algunas respuestas que recibí o que se callaron. Evidentemente, me volví una metepatas. Lo peor es que hubo reacciones que me dolieron. La más tonta de todas fue la que colmó el vaso. ¡Cómo me hirió ese correo en que de repente alguien que apenas (no) me conoce me acusó sin razón de mala onda! No soy una santa ni ganas que tengo, pero soy buena. La gota que colmó el vaso. Decidí dejar de publicar por un tiempo y aprovechar para sólo leeros. Y alejarme un poco. Tomar distancia de “esto” que me tiene atrapada; que me llena y me vacía a la vez, que me revuelca en el fango igual que me baña en almizcle. Que me gusta y por lo mismo me duele…

Obviamente, también ando torpe cumpliendo mis decisiones. Y publico, porque no quiero que me gane el desencanto (intentaré ser más cauta), ni la desilusión (procuraré alimentar mi pasión). Pido perdón a quienes os hayáis sentido mal en alguna ocasión por causa mía. Estad seguros de que no lo pretendía y no me di cuenta, por si sirven como atenuantes. Ando cansada, a ratos de la vida, a ratos de mí. Cansada físicamente, porque llevo tiempo sin dar mucho descanso al cuerpo. Y agotada emocionalmente, de sentirlo todo tan intensamente, y del esfuerzo cada vez más débil para no desbocarme. ¿Y la cabeza? A mil, no podéis ni imaginar la cantidad de pensamientos que se cruzan por segundo. Se chocan algunos, se funden otros y los más avispados logran esquivar la colisión. Así está mi cabeza, con el responsable de la torre de control reventado. 

Y pese a este cansancio vital, o por él, despierta una parte de mí, la rebelde, la misma que cuando mi padre me pegaba me hacía pararme frente a él, sacar pecho y decirle lo que pensaba. Aunque llegase otra hostia más (siempre la penúltima). Ahora digo lo que pienso (una parte), saco pecho y me paro. Y publico porque recuerdo qué me hizo abrir este blog y qué me hizo mantenerlo. Porque tengo que ser más fuerte que los juicios que tengáis sobre mí. Porque escribo porque me gusta y recibo con los brazos abiertos a quien quiera dar su opinión sobre lo que escribo: porque me halagan y alientan los piropos, y aprendo mucho de las críticas. Y respeto a quien quiera no hacerlo. Si no te sientes a gusto, no estés. Y si te sientes a gusto, disfrútalo. 

Disfrútame.

Publico cumpliendo el compromiso que adquirí conmigo misma cuando regresé hace año y medio, aunque nunca me hubiera ido del todo. Y lo hago contando cómo me siento porque me sale de ahí mismo. Y me quedo, porque nadie me va a echar.

Y tú… 
Tú tómate la pastilla.


martes, 10 de marzo de 2020

La penúltima hostia




No sé si estoy para esto. 
Ni sé para qué estoy, en realidad. 
Más ganas me dan de no estar, si no fuera que vivo estando.
No existe antipirético para esta fiebre que me enferma el alma.
No fue buena idea llegar sin careta a este baile de máscaras.
Desnudarme sólo lo empeoró.
Reúno los retazos raídos de lo que aún es mi dignidad para cubrir mi vergüenza.
Recibo la penúltima hostia antes de alcanzar la salida.
Me duele, aunque no debiera, porque viene de una mano que ni conozco ni lo deseo.
Tal vez duela porque ésta no la esperaba. Las otras tampoco.
No conozco a nadie en realidad en esta fiesta (ni siquiera me reconozco) y la música que suena no me mueve, ni me inspira.
Cubro las orejas con mis manos temblorosas para dejar de escuchar sus pensamientos.
Enjugo mis lágrimas. No las merecen. 
Ya las derramaré cuando esté sola (como si no lo estuviera ya). Por mí, por los muertos, los sueños suicidados y las apuestas perdidas. 
Y herida de muerte emprendo el camino del olvido.
Entrego mi vacío como peaje y me vuelvo nada.
Nada fui. Nada soy.
Sólo este dolor y su eco.
Y un desencanto insondable.

lunes, 9 de marzo de 2020

¿Recuerdas?


Fotografía: Eddie O´Bryan



¿Recuerdas, amor,
el goce infinito
de desearnos?

¿Recuerdas, tal vez,
todas las sensaciones
en un instante?

¿Y no recuerdas
que querías tenerme
toda la vida?

Recuerda, amor,
re-siente y presiente
mi ávido fuego.

¿Lo recuerdas?


domingo, 8 de marzo de 2020

A destiempo


Fotografía: Rodney Smith, una vez más


- Buenos días.
-

- Buenos días.
-

- Buenos días.
-

Cada mañana le enviaba un saludo. Nunca recibía respuesta. Y se dormía en el silencio cada noche, hasta que una no pudo más.

- Hasta mañana.
- Hasta mañana.

Su alegría se empañó rápidamente con una duda: ¿de qué nos perdemos en esas horas que andamos a destiempo?


sábado, 7 de marzo de 2020

Cabeza rapada




Dos veces me rapé el pelo. Siempre lo había tenido largo, hasta la cintura. Me resistía incluso a cortarme las puntas, porque las peluqueras (como la vida) siempre se llevan más de lo que merece llamarse puntas.


La primera fue en 2010.
Mi madre nunca ha sido de maquillarse. Para las bodas de sus dos hijos y poco más. Pero le gustaba llevar el pelo arreglado (descubro ahora escribiéndolo su sensualidad madura), y cada semana o diez días iba a la peluquería. Cuando le diagnosticaron el cáncer, una de las cosas que más la preocupó fue la caída del cabello. Salí por un momento, ya cerca del mediodía. Cuando volví, sentada a la mesa me miró y sonrió. Luego se echó una mano a la cabeza.

- Ay, ay, ay. ¡Estás loca!... ¡Y te pelaste para estar como yo! 
- Sólo es pelo. Nos crecerá juntas.

Y volvió a sonreír. 
Fue una de sus más bonitas sonrisas.


La segunda fue en 2014.
Estaba en medio de un intenso proceso personal. Como ya me había visto y me había sentido cómoda, fue más fácil decidirme. De repente sentí que la belleza debía sacarla de adentro. Sería como sacarme el bastón. Y surtió efecto. Empecé a buscar en mí todo lo que me daba seguridad, mis dones, mis luces, la aceptación de mis sombras, las sombras de mi aceptación. Y me volví coqueta. Volví a serlo. Encontraba el ánimo, y las fuerzas, para resaltar mis ojos, sostenía la mirada, el horizonte entró en el campo de visión. Sonreía más. 
Algunas de mis más bonitas sonrisas.


viernes, 6 de marzo de 2020

Hazme un sitio


Fotografía: Vlad Artazov



- No te entiendo…
- Hace ya tiempo que me preocupa que todas nuestras conversaciones comiencen con esas tres palabras.
- No desvíes el tema de conversación.
- Sólo digo que algún día "eso" debería ser el tema de conversación.
- Y por lo que veo has decidido unilateralmente que hoy sea ese día.
- ¿Acaso tú no habías decidido ya que fuera otro?
- Así no llegamos a ningún lado...
- Eso es lo malo. Que ya no hablamos por el placer de hablar. Pareciera que cada vez que lo hacemos tuviéramos que llegar a algún lado. Y yo no tengo claro querer moverme de aquí.
- Bueno… Está bien. No lleguemos a ningún lado. Pero hazme un sitio aquí…


jueves, 5 de marzo de 2020

En tu voz


Fotografía: Daniel Biber


En tu voz percibo esa emoción que un verso jamás sabrá capturar. Tu voz me dice quién eres, qué es o no posible, qué te hiere y qué te calma. En tu voz encuentro lo que tus palabras esconden. O callan. 

De todas tus desnudeces la que más me gusta es la de tu voz. Ese temblor que me abriga y me habla de tu vello erizado. La suavidad que demuele mi recelo y me hamaca en la confianza. La alegría agazapada en un tono, en una risita tímida o en un silencio de placenteros puntos suspensivos. La melancolía en el modo de arrastrar alguna idea. El desdén, los secretos que te ocultas y el que deseas contarte…

En tu voz te veo.
En tu voz me encuentro.


miércoles, 4 de marzo de 2020

Imposible


Fotografía: Henri Cartier-Bresson


No nos encontramos.

(Porque no supimos buscarnos)

((Pero estábamos ahí))


martes, 3 de marzo de 2020

Me río contigo




- ¡Cómo me río contigo!
- Entonces déjame besarte.
- ¿Para qué?
- Porque… imagina: risa y beso juntos. ¿Qué mejor?
- ¿Qué mejor?... proteger la risa.
- ¿Por qué un beso habría de poner en riesgo la risa?
- ¿Y por qué la risa habría de llevarnos a un beso?
- Porque cuando ya sabes que estás a gusto te apetece mayor intimidad.
- ¿Qué te hace pensar que mi risa es menos íntima que mis besos?
- La intimidad de tu risa y la de tus besos, sumadas, ya son mayor intimidad...
- ¿Asumes el riesgo?
- ¿Qué riesgo habría?
- Hazme reír y me tendrás siempre cerca. Dame un beso y podría acabar odiándote.


lunes, 2 de marzo de 2020

Me da miedo




Me da miedo que eso que te gusta, porque te calienta, sea también lo que te aleje de mí. 

Me da miedo quitarme el bozal y que me tiente morderte. Y que te agrade y que le temas.

Me da miedo que los juicios que mamaste me condenen al mostrarme inadecuada.

Me da miedo que me veas desnuda y que no te guste la historia que cuenta mi cuerpo.

Me da miedo soltar mis instintos, esos que añoras, y que coincidan con tu reticencia.

Me da miedo la torpeza de la piel, la amnesia de la caricia y la desidia de los besos.

Me da miedo tu persistencia en aferrarte a lo que ya no es y que no deje nacer lo posible.

Me da miedo ser. Genuina, confiada, transparente. Y tener que mirar de frente tu reproche.

Me da miedo, también, el espacio en que no estás. En que no estoy. Vacío, intimidante… y sin luz.

Y me da miedo el miedo.