Harto de que las margaritas siempre respondieran que no,
buscó otros oráculos que deshojar. Nunca imaginó que esa decisión supondría el
inicio de su debacle. Probó con un trébol de cuatro hojas que por fortuna
encontró, sólo para descubrir que eso de que dan suerte es un mito. Probó con
los gajos de mandarinas, pero todas le entregaban una respuesta ácida. Probó
con racimos de uvas, y todos resultaron pares…
Ahora busca la respuesta que desea en botellas de vino. Se
sirve una copa. Me quiere. La rellena. No me quiere. Me quiere. No me quiere…
Dicen que varias veces obtuvo el sí deseado, pero estaba demasiado borracho
para darse cuenta.