domingo, 28 de febrero de 2021

Placer culpable

 

 
Fotografía: Alís Gómez 

 

 ¿Por qué lo más vital es inasible? 

El aire, la sangre, el agua…

 

Desde febrero de 2020, cuando me mudé al departamento, tenía preparadas las sales para darme un más que merecido baño de tina. Demasiados meses para cumplir una promesa, aun siendo a mí misma. Pero valió la pena. 

 

Cierro los ojos y siento la cálida humedad del agua envolviendo mi piel. Me rescata y me pone a salvo de cualquier preocupación cotidiana. Mis manos juegan en ella, queriendo asirla, devolviéndole la caricia. 

 

Abro los ojos y veo mis rodillas asomando en el agua, como dos islas buscando un viento que las despierte, una brisa que calme el volcán que bulle en mi interior, un cabo que me mantenga atracada a puerto. 

 

La visión me trae el pensamiento de que el placer de este baño en diez años será un lujo prohibitivo, tal vez incluso prohibido. Y pensando en este derroche me inunda la culpa, más fría que el agua que contiene la bañera. Empiezo a moverme, incómoda, tentada a salir… 

 

¿Estoy derrochando o estoy aprovechando? Debo hacer que valga la pena. Con ese propósito, cierro de nuevo los ojos y me sumerjo en la húmeda tibieza que me sostiene, como en un útero. Y mis manos juegan de nuevo en el agua, acariciándola, intentando asirla…

 

domingo, 7 de febrero de 2021

Un trozo de mi vida

 

 
Fotografía: Idana Gómez Astudillo

 

 

Hoy pasé por delante de la casa en la que viví por más de diez años. Aún no se cumple uno desde que la dejé. Sin nostalgia, con la certeza de que era el cierre de un ciclo. Y no un cierre cualquiera. Éste venía de la mano con un inicio enorme y desafiante.

 

Hoy pasé por delante de la casa en la que viví por más de diez años y el portón estaba abierto. Había tres trabajadores en la puerta y se veían escombros. Me pareció ver medio derribada una de sus paredes amarillas, pero pudo ser una proyección.

 

Me gusta pasar por delante por curiosidad. Durante diez meses no ocurrió nada en ella, se iba abandonando, como si hubiera quedado triste por nuestra partida (la pandemia hizo el resto). Ahora que han comenzado las obras, quiero ver en qué se convierte.

 

E imaginando cómo será el nuevo espacio en el lugar de siempre, las nuevas vidas que lo ocuparán, apareció la pregunta de qué quedó de mí en esa casa. ¿Qué será…? Suspiros. No pocas lágrimas. Latidos. Las cenizas de Magoo. Algunos sueños. Ecos de risas… 

 

Un trozo de mi vida.