Fotografía: Rodney Smith
Nos gustaba
vacilarnos. Nuestra gran amistad se basaba en buena parte en que teníamos un
sentido del humor similar. Nos gustaba pasar tiempo juntas, disfrutar de lo que
nos rodeaba (un paisaje, un vino, una comida, una noche de juerga, un
monumento, histórico o vivo…), y reírnos todo lo que pudiéramos.
Nuestras bromas,
sin importar quién era la emisora y quién la receptora, terminaban igual, entre
risas:
- Pero, ¡qué puta
eres!
- Pues anda que
tú…!
- ¿Margarita te
contó?
- ¿El qué?
- En el comedor del
colegio se sentó con unos niños que conoce poco y uno le dijo
“Margarita, papa frita, tienes cara de tortuguita”. Al parecer, dos compañeros
la defendieron y luego ella le comentó a uno de éstos: “Sé que no tienes buenas
notas, pero yo por defenderme te doy un siete”.
- Bien, por lo que
veo recuerda algo bueno de la experiencia. Vamos mejorando.
- Sí. Quise
aconsejarle qué responder ante una situación así, pero no sé qué haría yo.
Nos quedamos
pensando cómo reaccionaríamos ante una provocación así. Nos quedamos recordando
cómo éramos de niños y meditando qué hemos aprendido desde entonces.
- Tranquilo, mañana
hablaré con ella.
- Margarita,
cariño, papá me contó lo que te ocurrió ayer en el comedor. ¿Cómo te sientes?
- Bien. Dos niños
me defendieron. Fue muy bonito. Me hizo sentir bien.
- Me alegro mucho,
mi amor. De todos modos, ¿puedo hacerte una sugerencia?
Margarita asintió,
entre ansiosa por hallar un nuevo truco para protegerse y temerosa de “la nueva
idea de mamá”.
- Cuando alguien te
diga algo así, no te inmutes o sonríe, y respóndele: “Pues anda que tú!”.
Yo también utilizaba el "pues anda que tú!", y el "mírate al espejo y después me dices!", tu historia me ha traído recuerdos de la infancia!
ResponderEliminarEn verdad los niños y niñas pueden ser muy duros entre ellos, pero también pueden ser maravillosos cuando salen a defenderse.
Un saludo desde la isla
Mi infancia fue entretenida. Me estoy dando cuenta que ya desde pequeño me empezó a dar igual lo que decía o hacía la gente.
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ResponderEliminarMe tienes todo el día pensando en tu desvarío.
En cuando se piensa un y tú más que no se dice y cuando se dice pero no se piensa.
Desde luego, los receptores del silencio y la bocanada, si varían según la escala de afectos.
¿Hay paradoja o confianza?
Besos, Alís.
A mi gracias a Dios nunca me molestaron ni tampoco yo moleste y cuando mis hijas empezaron el colegio, les dije a la primera que las molesten un buen combo y pata y lo hicieron de ahí nunca más!!!
ResponderEliminarEstoy en contra de todo tipo de violencia pero mi abuelo nos enseño boxeo de niñas para saber defendernos jeje
Besos para ti, desde un Domingo ESCCARCHADO.
mar
Mi respuesta siempre fue, y es: ¿Te creías que eras el único?
ResponderEliminarBss
Pues sí. Si lo hacen hasta los políticos. No está mal la estrategia.
ResponderEliminarUn beso.
Se dibuja en mi una sonrisa. Sirve para niños y también para los que ya no lo somos. Una buena respuesta! :-)
ResponderEliminarEs una frase magnífica, a pesar de todo. Un comodín, un refugio, una concha impermeable.
ResponderEliminarPues anda que tú...
ResponderEliminar:P
Besos.
Por aquí dáse máis o: Mira quen foi falar !.
ResponderEliminarSupoño que seguirá sendo o remedio menos malo de todos.
En mi infancia era algo así como "espejito refractor, todo lo que digas para ti" que viene a ser algo parecido.
ResponderEliminar;-)
Besos, Alís.
ResponderEliminarDe niña, cuando le decía algo a mi hermano, el me respondía: "en mí rebota y en ti explota". Y me enfadaba mucho. Cuando era él el que me insultaba, intentaba contestarle igual, pero la dislexia me traicionaba y le respondía: "en mí explota y en ti rebota". El "pues anda que tú" me resulta mucho más efectivo.
Gracias a todos por vuestros comentarios y por seguir presentes.