- Pero mujer, si su
marido no está.
- Mi marido siempre
está.
Sus conversaciones
siempre terminaban igual. A pesar de eso, Fernando no desistía. Una y otra vez
intentaba seducir a Beatriz. Y ella se dejaba, para finalmente cortar tajante
cualquier acercamiento de él recordándole su condición de mujer casada.
Fernando no era mal
parecido. Sus labios carnosos resultaban muy apetecibles, sobre todo porque de
ellos salían momentos muy agradables. Inteligencia y simpatía le sobraban.
Aunque más que conversaciones mantenían una lucha de desafíos, ambos
disfrutaban de esos instantes. Y los buscaban.
El roce hace el
cariño. Es normal querer convertir en hábito los momentos placenteros, por ello
tanto Fernando como Beatriz propiciaban encuentros fortuitos para que ningún
día pasara sin mirarse, oírse, disfrutarse.
Un día Fernando
permaneció toda la jornada en su despacho. Cuando se acercaba la hora de
partir, abandonaba la oficina serio, sin reparar en Beatriz. Ella lo siguió con
una mirada incrédula y casi implorante, y cuando él abría la puerta le gritó.
“Fernando”. Se giró, en silencio, cansado. Beatriz suspiró y sonrió:
- ¡Mi marido no
está!
Bueno....
ResponderEliminarMás vale tarde que nunca.
Llegó el momento.
Besos.
Espero que no haya tardado tanto como para que ahora sea la mujer de Fernando la que no se va.
ResponderEliminarAlís, qué bien regresar y leer de nuevo estas historias llenas de corazón. Mucha emoción contenida...
ResponderEliminarEl final es perfecto.
Besos desde mi orilla hasta tu mar.
Quien la persigue, la consigue :))
ResponderEliminarAunque también podía haberle contestado..: yo tampoco.
Bss
Muy bueno el final.
ResponderEliminarBeso
Para cuando la mujer se decide, ya hizo el duelo. Un placer leerte y agradecido que me hayas visitado. Enorme abrazo por tu vuelta.
ResponderEliminarLo peor..de cuantos matrimonios que están juntos físicamente pero lejos de corazón y pensamientos...que mal.
ResponderEliminarUn abrazo grande para tiiiiiiiiiiiiiiii
mar
ResponderEliminarComo siempre tu sirves en bandeja las letras y nos pones a hacer canapés de pensamientos.
Te juro que esta entrada dio para variedad de sabores con los mismos ingredientes.
Me pasa bastante contigo, que me generas más de una lectura.
Un beso siempre.
Típico de la conducta femenina. Nos gusta que nos rueguen y cuando vemos que la otra parte tiende a desistir...lo buscamos. Buen relato, agudo y perspicaz.
ResponderEliminarTiempo que no te leía Alí. Un abrazo para ti.
Si no está, no está, y en no estando, allá cada cual, o no!
ResponderEliminarNo suena tan alejado a la realidad. Las relaciones humanas suelen funcionar de una manera tan extraña, que lo único que las salva es la perfecta sincronización.
ResponderEliminarUn beso.
genial tu texto
ResponderEliminar:)
Un juego sexual, sugerente, que descubre al otro sin descubrirse. Pero, atenta, a veces las cosas no salen como se quiere :)
ResponderEliminarMe encantó, Alís.
Besos
Quien la sigue, la consigue.
ResponderEliminarBesos, Alis.
Entregada a la lectura de tu entrada después de tanto tiempo.Nada es lo que parece, verdad?. Me encanta. Produces en mi el ansía de leerte una y otra vez, siempre encuentro un guiño nuevo entre tus letras.
ResponderEliminarAbrazo enorme, Alís
Genial el giro. Me encanta leerte y lo echaba de menos.
ResponderEliminarUn beso dulce
ante sus narices y no lo veía... suele pasar!
ResponderEliminarbiquiños,
Siempre te leo, amiga..
ResponderEliminarSaludos fraternos
Un abrazo
Se ve que no hacer caso da siempre resultado!
ResponderEliminarInesperado final, me gusta mucho
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