jueves, 17 de noviembre de 2011
Mal augurio
Descansaba en su mecedora, fumando pipa, cuando reparó en un calendario colgado en la pared en el lugar donde antes había un viejo retrato de su madre. Ni siquiera se dio el tiempo de preguntarse quién lo había puesto ahí, porque la fecha que marcaba, bastante adelantada, llamó más su atención: viernes, 11 de noviembre de 2011.
Pensaba en la posible significación de esa fecha (11-11-11) cuando observó cómo la hoja del calendario se teñía de sangre justo antes de que la habitación se sumiera en la más profunda oscuridad.
Fue en ese momento cuando despertó, sobresaltado. Tenía la certeza de que ese sueño significaba algo y aunque no sabía exactamente qué, sí tenía claro que era un mal augurio.
Siempre fue igual. Cada sueño premonitorio se desarrollaba del mismo modo: sentado en la mecedora, fumando pipa, era espectador de algún acontecimiento que tiempo después ocurría en la realidad. Era tan certero en sus predicciones, que se había hecho un nombre en su pueblo y alrededores. De hecho, si Wenceslao Rodríguez avisaba de algún desastre, todos los vecinos se preparaban para enfrentarlo sin ponerlo en duda.
En esta ocasión, sin embargo, había un par de diferencias en el modo en que recibió la premonición: no había sido testigo de un hecho definido y había despertado con mayor angustia de la habitual. Cuanto más pensaba en su sueño, más fuerte era la sensación de que la que había visto era la fecha del fin del mundo. ¿Qué otra cosa podría significar esa tenebrosa oscuridad vinculada con un día de fecha tan peculiar?
Empezó a correrse la voz, más allá de los límites de la comarca en que habitaba. Fue tanta la expectación que despertó su vaticinio que llegaron a su casa, en primer lugar, periodistas del diario local de la capital de provincia y, después, unidades móviles de varios programas de televisión.
Llegó el 11 de noviembre y Wenceslao despertó con una fuerte opresión en el pecho. Convencido como estaba de que ese día se terminaría el mundo, no le dio mayor importancia a su malestar. Será la ansiedad, pensó. Se tomó un buen desayuno y luego optó por quedarse en su mecedora, frente al televisor, a la espera de alguna noticia que confirmase sus temores.
Allí le encontraron sus familiares horas más tarde. Ya no respiraba. Un infarto se lo había llevado mientras esperaba el final.
Sus parientes no quisieron que fuera recordado por una mentira, o un error. Por eso en su tumba hay un epitafio que dice: “El mundo se terminó para Wenceslao Rodríguez el 11-11-11”.
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El blog cumple hoy dos años. Más de lo que creía cuando lo comencé. Y no hubiese sido posible sin haber recibido vuestras visitas y vuestros ánimos.
ResponderEliminarMuchas gracias.
fellcidades por los dos años, y gracias a ti por compartir lo maravilloso que escribes.
ResponderEliminarUn abrazo y un beso
Felicidades por tus dos años Alís... por los bbs nuevamente!!!
ResponderEliminarY ahora vamos con el relato... me lo venía venir mientras lo leía... el fin del mundo siempre llega en realidad, pero como en este caso para Wenceslao Rodríguez.
Besos a tu alma siempre y que estes bien vos y tu maravillosa familia!!!
y bien terminado!
ResponderEliminarbiquiños,
Gracias por poder leerte esos dos años. Que tengas un buen fin de semana
ResponderEliminarAlis
ResponderEliminarFeliz Aniversario!!! y siempre un placer leerte..
Mérito teu, ledicia nosa.
ResponderEliminarBicos
El mundo se termina cuando uno escribe "FIN" en su diario.
ResponderEliminarDos años....de disfrute nuestro...que siga¡¡¡¡
besos
Te vaticino mucho años más, con un calendario lleno de luz y flores.
ResponderEliminarBesos.
Es curioso apreciar (desde fuera) los mecanismos de defensa de la mente para esconder lo que no interesa enfrentar.
ResponderEliminarEnterró su posibilidad bajo premoniciones a terceros ... (entre los que podría encontrarse él mismo, pero siempre con algún tipo de chance).
Le sirvió. Vivió su muerte con esperanza.
Un abrazo grande.
Felicidades Alis por los dos años. Se que para ti son importantes y si no hubiera sido por los acontecimientos de tu vida podrías haber dejado aquí otro ciento de joyas escritas. La de hoy no tiene desperdicio, otra manera cierta del final del mundo: el tema de la muerte que es inevitable y siempre nos ronda.
ResponderEliminarMuchos besos
Felicidades!
ResponderEliminarEs un placer leerte. El último relato es muy especial.
Un abrazo grande.
Besos, Alís.
ResponderEliminarFelicidades Alis por los dos años, y que sean muchos más. Tus relatos son imperdibles para los que gustamos de la lectura.
ResponderEliminarBesos
Enhorabuena por el cumpleaños y por el relato.
ResponderEliminarSi el precio por una muerte así de rápida fuera el adivinarla... me gustaría pagarlo.
Un abrazo.
¡pobre hombre! no fue capaz de ver lo que se le venía encima, nunca piensas que va a pasarte a tí...me ha gustado mucho y ¡felicidades!
ResponderEliminarAvisado estaba.
ResponderEliminarDescanse en paz.
Felicidades por los dos años de blog.
Besos.
Felicidades por tus dos años y tus nenas.Demasiado tiempo sin saber de tí.Pensé que me escribirías alguna vez..
ResponderEliminarCuídate un mundo y sé feliz.
Enhorabuena por el blog, yo cumplí el 11/11/11 una cifra más para mí.
ResponderEliminarBesos y buen finde.
Es que realmente el mundo se nos acaba...cuando se nos acaba...
ResponderEliminarbesos
feliz cumple
ResponderEliminarFelicidades preciosa.
ResponderEliminarUn besote.
el compás.
ResponderEliminarNunca pensamos que nos puede pasar a cualquiera...
ResponderEliminarFelicidades, Alís por estos dos años.
Un abrazo
¡¡Feliz cumpleblog!! Que sean muchos más :)
ResponderEliminarRespecto del cuento, Alís, me parece excelente la forma en que has relacionado los sucesos populares de esta índole. Mi madre me contaba, que su madre le contaba, y a su vez, a ella, su propia madre (y desde que el mundo es mundo) la infinidad de veces que se vaticinó "el fin". Mi abuela decía que el fin del mundo le llega a cada uno con su propia muerte. Y justamente es esa la reflexión de tu cuento.
¡Magnífico!
Besotes.
En primer lugar, felicitaciones por los dos años del blog.
ResponderEliminarEn segundo lugar, felicitaciones por este relato. Tiene mucha calidad, se lee con interés creciente y el final, aunque se barrunta una líneas antes, es el adecuado; sobre todo porque sorprendió al excelso Wenceslao. Lección aprendida: la vida no se termina, es la muerte quien nos sorprende de forma insospechada, el día que menos esperamos...
Un abrazo.
A mi que no me avisen... el día que me venga la muerte, que sea rápido y sin darme tiempo a nada...
ResponderEliminarYo no creo en predicciones, pero me tranquiliza pensar que será verdad lo que me dijo una gitana que me pilló en la calle y me leyó la mano: me dijo que moriría bruscamente y de un golpe en la cabeza...que no sufriría...y que ni me enteraría...ojalá.
Un besito.
Te felicito por los dos años bloguísticos, y tiene su gracia el relato, claro que sí, el mundo se está acabando diariamente para todos los qaue lo abandonan en esa fecha.
ResponderEliminarComo decía un gracioso: hoy las cosas están peor que nunca, ahora se muere gente que antes no se moría.
últimamente siempre que miro el reloj son las 11:11 ...
ResponderEliminartirurirutiruriru....
Interesante y apocalíptico relato.
ResponderEliminarQue pena que Wenceslao no haya tenido un sueño premonitorio con los mayas, pues en ese caso hubiera vivido mas tiempo y su epitafio diría: "El mundo terminó pata Wenceslao el
12-12-12"... ;-)
Feliz aniversario y besos para ti y tus bellas tres hijas.
Feliz cumple blog, Alís.
ResponderEliminarHay muertes anunciadas...
Besos, linda.
Me alegra mucho tu regreso al blog
ResponderEliminarSe te echaba de menos
Gracias por no olvidarme;
Gracias por compartir
Un abrazo Alis
¡enhorabuena por el aniversario!
ResponderEliminary gracias por compartir tus bonitas entradas.
feliz semana.
El mundo puede terminar un día cualquiera, la vida jamás...
ResponderEliminarPaz&Amor
Isaac