Hace ya demasiado tiempo conocí a un locutor de radio. Me fascinaba su voz.
Son muy vagos los recuerdos que tengo de él. Se llamaba Rafael, o Ángel, o algo así. No sé cómo, aunque supongo que yo llamé a la radio, hablamos por teléfono. No sé tampoco cómo ocurrió, pero a esa conversación en el aire le siguieron otras privadas, incluso diría off the record.
Tampoco sé cómo, sin duda por insensatez juvenil, lo invité a casa a cenar. El hombre que apareció en la puerta no se parecía en nada al que yo imaginé conteniendo esa voz. Lo instalé inmediatamente en el plano de la amistad y seguí actuando con normalidad. No sé qué ocurrió, pero sí que intentó besarme y yo no quise. No recuerdo tampoco la escena que siguió, salvo que logré que se fuera y que yo quedé preocupada por una cortina rota.
Deduzco que logré arreglarla y que nadie se dio cuenta, porque la cortina no volvió a ser tema. Hasta ahora. Porque al recordarla pienso que si se rompió debió de ser por algún forcejeo. No comprendo por qué no logro recordarlo, me asusta pensar en el riesgo que corrí y me siento afortunada por que sólo es un vago recuerdo.
A él seguí escuchándolo por un tiempo más. Y ya no sonaba igual.
Te esconderías detrás de la cortina, eso te preservó, y entonces no cediste a su voz; tal vez.
ResponderEliminarFackel, que no cedí a su voz lo tengo claro. Lo de la cortina de verdad no lo recuerdo.
EliminarBesos
A veces se olvidan los traumas. Un beso
ResponderEliminarSusana, supongo que será instinto de supervivencia.
EliminarUn abrazo
Esas voces de la radio son muy peligrosas.
ResponderEliminarSe ve que a él tu físico sí le cuadró con tu voz.
Besos.
Macondo, el peligro está en la mala gente, más allá de la voz que tenga. Lo que sí se vio es que yo a él no le importaba.
EliminarBesos
Las voces sugieren e incluso hacen que idealicemos, pero lo que entra por el ojo, o no entra, es lo definitorio entre la amistad o algo más. Tengo claro que nadie invitaría a su casa a un gangoso, si ponemos por el caso que un gangoso fuera locutor. Pero si entra por el ojo, qué más daría, ¿no?:)
ResponderEliminarCabrónidas, que conste que era un hombre guapo. Quizás por eso se creía con derecho. Probablemente un feo habría sido más respetuoso.
EliminarUn abrazo
La voz que te seducía ya no puede traerte buenas vibraciones.
ResponderEliminarBeso.
Así es, Alfred. Eso fue probablemente lo que percibí al verlo. Lástima no haber reaccionado más a tiempo.
EliminarBeso
Has dado la clave con algo que se llama idealizar. Creo que a todos nos pasa , cuando comenzamos a conocer a alguien sea bien por como se expresa escribiendo o si tenemos la oportunidad de oír su voz , es como ensalzar la figura de el o ella. Es algo que curiosamente nos pasa a todos.
ResponderEliminarEl resto que nos cuentas tal vez tu mente quiera borrar un mal recuerdo de alguien que como bien has dicho te sorprendió cuando le viste en el cerco de la puerta. Un besote , grande.
Campirela, estoy convencida de que mi mente me hizo olvidar ese mal momento. Por alguna razón volvió ahora, parcialmente.
EliminarEn cuanto a lo de idealizar, lo hacemos a menudo. Al menos creo que caigo en eso. En los buenos tiempos es fácil. La verdadera valía se demuestra en los momentos más complejos.
Besitos
En el amor y en el deseo, aunque la voz sea importante, se necesitan otras variadas habilidades.
ResponderEliminarTe dejaste llevar por el oído, sin percatarte de que con una buena voz todos los guiones son perfectos.
Dale gracias a la cortina. Seguro que ella te recuerda que su voz ya no te suena igual.
Un beso.
Juan, no era una historia de amor, ni de deseo, al menos por mi parte, precisamente porque la voz no es suficiente. Ni siquiera varias conversaciones. Pero pasa, o pasaba, que algunos toman el brazo cuando les ofreces la mano. Yo era estudiante de Periodismo y me hice amiga de varios locutores, porque me gustaba la radio. Sólo con él tuve un problema. Me niego a pensar que pequé de inocente, porque sería poner en mí la culpa.
EliminarUn beso
La voz, la escritura, una foto, un cuadro o cualquier acto o acción humana que admiremos no siempre viene acompañada de la magia que irradian. Detrás de la especie humana, está su animalidad. Su verdadero ser. No siempre la sensibilidad acompaña el cuerpo físico.
ResponderEliminarTe salvaste de uno que se sentía endiosado detrás del micrófono.
Besos Alís
Totalmente de acuerdo, Tatiana. Y parece que sí me salvé, aunque no logre recordar cómo fue.
EliminarBesos
De ahí que lo mejor sea tocar, ver, sentir en directo, de primera mano... si no es así es muy fácil idealizar y luego, claro está, el chasco es terrible.
ResponderEliminarEspero que sea un relato.
Muy bueno por cierto.
Besos.
Xavi, eso debió pensar él, que mejor tocar y sentir en directo, pero yo me conformaba con ver y conversar.
EliminarEs un relato, construido en base a un vago recuerdo que se escapó del olvido.
Besos
Las voces a menudo engañan,cariños.
ResponderEliminarY no sólo las voces, Fiaris.
EliminarBesitos
Tremendo relato. De verdad tiene una lectura subterránea tremenda.
ResponderEliminarBesos.
Muchísimas gracias, lunaroja, por esa lectura que haces, por detectar más allá. Gracias de corazón.
EliminarBesos
A mí me ponen enfermo éstos que engolan la voz para parecer más hombres. De chaval me encantaba la voz de una locutora de radio y me hice una imagen de cómo sería. Menudo chasco también.
ResponderEliminarLo de invitarlo ya te vale, colega, pero bueno, la juventud es la juventud. Mejor no pienses más en ello que igual no te aparece de manera consciente pero sí en un sueño, no abras cajas...
Unha aperta, ruliña.
¿Quieres decir, Sbm, que la culpa fue mía por invitarlo a cenar? Había conversado lo suficiente con él como para creerme a salvo. Obviamente me equivoqué. Desde entonces soy mucho más reacia a juntarme con alguien a quien no conozco en persona, por si perciben señales que no pretendo emitir.
EliminarTienes razón. Seguro que es más recomendable no abrir cajas.
Biquiños
La memoria es selectiva, y tal vez sí hubo un forcejeo. En cualquier caso esa voz cambió para ti.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Albada, estoy segura de que hubo forcejeo, pero no recuerdo cómo fue. Y sí, cambió esa voz, pero me temo que no fue lo único que cambió para mí.
EliminarUn abrazo
Relato, realidad, imaginación... No sabría definirlo del todo. Has irrumpido con fuerza en el ruedo de la comunicación... ¡Y eso es lo que cuenta!
ResponderEliminarTambién las reflexiones que provocas en algunos comentarios. ¡De calado! Y más conociendo a quienes así se expresan.
Creo que texto y comentarios se alimentan a sí mismos.
Hay una constante en estos últimos tiempos... :)))))) Y es que se mire a donde se mire, Alís está ahi!
Y es gratificante. Por partida doble. La primera por ti misma, lo que supone verte de nuevo.
La segunda, por uno mismo. Compartirte en la red.
Gran abrazo amiga.
Ernesto, te ayudo a definirlo: hice un relato de un recuerdo, borroso, que se escapó del olvido en que lo había enterrado.
Eliminar¿Se mire por donde se mire, Alís está ahí? jajajaja, no sé por qué lo dices, pero créeme que si algo he hecho en los últimos tiempos ha sido encerrarme y no dejarme ver. Eso me reprochan, al menos. Si te refieres a la vuelta al blog, bueno, lo estoy intentando. Por ahora no logro más que eso.
Me hiciste sonreír
Un abrazo grande
Genial este relato Clarisa, la voz engaña y sobre todo en la radio, donde no puedes ver la mirada ni los gestos. Un beso y feliz fin de semna
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Ojalá sólo engañaran las voces...
EliminarBesos
Es lo que tiene la radio que como en los libros la imaginación corre.
ResponderEliminarSi se fue sin conseguir el beso. ¡Maravilloso!
Besos
Erik, estoy casi segura de que se fue sin conseguirlo. Desde luego, yo no se lo di. Pero ni idea de qué ocurrió desde que lo intentó hasta que cerré la puerta después de que se fuera.
EliminarBeso
Conocer a la gente hace que ya no suenen o se vean igual. Aunque a veces se vuelven todavía más deseables, jaja. Por otro lado, el deseo nos hace hacer estupideces.
ResponderEliminarTe abrazo querida.
Gilo, cada vez más pienso que nunca se termina de conocer a alguien. Tal vez ni a nosotros mismos. Crees que sí, que conoces a alguien, y de repente sucede lo inesperado y lo menos deseado...
EliminarTe juro que ésta no era una historia de deseo, si acaso la historia de un ego que no sabía aceptar un no por respuesta.
Un abrazo
Por lo menos el "desencuentro" no fue a peores.
ResponderEliminarSalu2, Alís.
Dyhego, ése es el único consuelo que me queda y el susto de pensar que podría haber sucedido.
EliminarBesos
La bonita voz quedó rasgada como la cortina del relato.
ResponderEliminarManuel, mucho me temo que alguna cosa más, inmaterial, quedó rasgada.
EliminarBesos
Me ocurrió algo similar con la voz de un locutor de radio, eso sí, también he de decir que me limité a escucharla (su voz). Era una voz y sigue siéndolo grave, íntima, y de las que me fascinan y transportan.
ResponderEliminarReconozco que hay voces que me echan p'atrás y me suenan y huelen como ese perfume del malo, malote...
El oído también puede ser muy sensual como sentido... y como en los otros 4 : vista, tacto, olfato, y gusto, en todos y cada uno de ellos pueden darte gato por liebre :))
Buen micro, Alís.
Besitos.
Eva, te confieso que siento debilidad por algunas voces. Y, como a ti, algunas me pueden echar para atrás. Obviamente, al final la balanza se inclina por muchos más elementos y entran en juego todos los sentidos. Y coincido contigo que nos pueden dar gato por liebre de múltiples maneras. A mí me sigue pasando y ya tengo unos añitos.
EliminarMuchas gracias
Besitos
Vuelve a buscarme en el Spam :)
ResponderEliminarEva, no te preocupes. No sé por qué blogger hace eso, pero ya tengo el hábito de revisar los mensajes para rescatar los que entran como spam. Fíjate que consideró así tu primer comentario y no éste. Si tardo es porque no he entrado al blog, pero cuando lo hago reviso siempre. Para que no tengas que estar avisando. Además me llega notificación al correo, así que siempre rescataré los tuyos
EliminarMás besitos
Una buena sensación, resultó una mala realidad. Una pena que algo así sucediera.
ResponderEliminarSaludos , deseando que vaya todo bien ;)
artur, lo resumes bien. Y fíjate que esa frase resume unas cuantas experiencias de mi vida, no tan lejanas.
EliminarPetons
Tiene intriga, y suspenso, como en la película de Hitchcock "Cortina Rasgada" o la canción de mismo nombre de la banda Television.
ResponderEliminarBesos, Alís
Wow, Frodo, pones alto el listón. Gracias
Eliminar;)
Besos
Sorpresa!
ResponderEliminarAsí es, Santiago. ¿Y quién dice que las sorpresas tienen que ser buenas?
EliminarUn abrazo
A veces idealizamos una voz y el personaje deja mucho que desear.
ResponderEliminarAbrazos.
Conchi, a veces idealizamos a la persona y nos equivocamos de plano. Imagínate qué puede pasar si nos fijamos sólo en un aspecto...
EliminarUn abrazo
Un relato totalmente elíptico. A mí no me pinta bien, supongo que a la protagonista tampoco pero no quiere recordar, y hace bien, lo que no se recuerda no ha sucedido. Ya, ni lo malo ni lo bueno, pero a veces compensa.
ResponderEliminarSAludos
Manuela, mucho me temo que lo que no se recuerda sí ha sucedido. A veces lo olvida la mente, pero lo recuerda la piel, o la emoción, o el instinto que se vuelve más asustadizo sin saber por qué...
EliminarUn abrazo
Creo que algo así nos ha pasado a casi tod@s, la sorpresa del desconocid@ conocid@. Gracias por compartir Alís, un abrazo desde Castro!!!
ResponderEliminarGracias a ti, Germán.
EliminarLo que me dejó pensando mucho de esta historia es que esas sorpresas pueden resultar muy peligrosas. En esta ocasión no fue más grave probablemente sólo por suerte.
Un abrazo
El relato tiene asidero en realidad. Que bien lo cuentas. A mi me sucedió con una locutora de radio. Tenía en la noche un programa de baladas y boleros que comentaba cada canción con un susurro gabacho cautivador. Soñaba conocerla. Debe ser hermosa yo mismo me decía. Un amigo productor de radio me la presentó. Era una mujer deseable. La invité varias veces a un café , a almorzar. Hubo luego discoteca y motel. Me había enamorado sin remedio. Traga maluca, esa es una feme fatale me decía en un gabacho macarrónico. Te debe haber dado tierra de muerto. O debe tener cangarejera en el sumidero porque ya no das bola.
ResponderEliminarMe manejaba como un pelele y sufría de celotipia. Ninguna mujer podía acercárseme. Sabía que tenía que quitármela de encima. Y fue haciéndose tan grande que, cuando le pedí un consejo para regalarle algo en su cumpleaños a una amiga de la familia, ella me desilusionó más : "que le vas a regalar. Nada. En tu vida solo yo merezco". Eso, y el verla en Berna ,besándose con mi amigo el productor me libraron de su encanto fatal.
UN abrazo y que bueno tu relato
Carlos
Será porque está basado en la realidad, Carlos Augusto, jeje.
EliminarMuchas gracias por el recuerdo que compartes. Me pareces muy generoso.
Un abrazo
Hola Alís, tiempo sin saludarte y, por supuesto, de no leerte. Agradezco tu comentario en mi bitácora. Sobre "La cortina rota" un buen título para un buen relato, que en principio pensé real. en fin, la mayoría de las cosas decepcionan hasta que miras más profundo. Te dejo mi saludo.
ResponderEliminarGuillermo, y lamentablemente es real. El relato nace de lo poco o mal que recuerdo esa experiencia.
EliminarOcurre también a veces que las cosas decepcionan precisamente cuando se mira más profundo.
Un abrazo
Me recuerdas a un poco a mi, soy muy espontánea y me dejo llevar, ahora por suerte más recelosa. Un placer volver a reencontrarme entre tus letras.
ResponderEliminarMil abrazos
Rosana, nos volvemos recelosas a golpe de experiencias desagradables, supongo.
EliminarMuchas gracias. Me alegra verte de nuevo por ahí.
Un abrazo
Great blog
ResponderEliminarThanks, Rajani
EliminarLos remiendos no quedan igual, un bordado o un buen parche, pueden hacerlos olvidar lo que nos molestó y rasgó nuestros días.
ResponderEliminarUn beso.
Ilduara, qué alegría volver a leerte.
EliminarMejor remendada que rota ¿verdad?
Bicos
Se ha dicho sobre los inconvenientes de conoceer a quien se admira.
ResponderEliminarSutil detalle lo de la cortina rota, implica que el locutor no supo ser seductor, sino recurrir a malas maneras.
Besos.
Demiurgo, bien detectado lo de la cortina. De seductor no tenía nada, está claro.
EliminarEl peligro no es admirar a alguien, es creer que porque puedes admirar un aspecto de esa persona, todo su ser es digno de admiración. Creo que nunca resulta así.
Besos
Supongo que hay ciertas cosas que preferimos olvidar, que las bloqueamos en su segundo plano para continuar con nuestra vida. Cuando nos sentimos decepcionados ya nada suena igual...
ResponderEliminarTe abrazo, Alís.
Laura, ¿será eso el instinto de supervivencia?
EliminarEs difícil superar una decepción, y a veces vale la pena intentarlo. Otras es mejor ni planteárselo.
Besos
Julio David, en ese tiempo y por bastantes años escuchar la radio de noche era una especie de refugio para mí. Esa mala experiencia no rompió la magia de la radio, sólo rompió mi idea inocente de que todo el mundo es bueno.
ResponderEliminarUn abrazo