Marina era igual que su barrio, la Habana Vieja: alegre, extrovertida y con el cuerpo a mal traer, por los años y por la falta de medios. Pero la escasez nunca le quitó las ganas de pasarlo bien. La conocí el día de su cumpleaños, a punto de iniciar una gran fiesta que había organizado con lo poco que tenía.
En medio de la celebración, Armando, su hijo, me guiñó un ojo y me dijo: “Ya tú verás”. Y se dirigió a su madre en una escena que parecía tradición entre ellos:
- Mamá, ¿cuántos tú cumples?
- ¡34!
- ¿Cómo vas a tener 34, si yo ya tengo 33?
- Ay, mijito, usted es libre de cumplir los que quiera. Yo dije que me plantaba en 34 y ahí me quedé. Desde la primera vez que los cumplí son los que celebro cada año.
... ... ...
Pues eso, que hoy yo también cumplo 34.