-- Sabes que no me gusta verte así, tirado en ese sillón, bebiendo cerveza y mirando sin ver la tele. Antes eras más activo, hacías ejercicio… Ambos hemos sufrido, pero debemos seguir adelante.
Jack ya no escuchaba a su mujer. Era el discurso de siempre. Ni siquiera se paraba para repetírselo una y otra vez. Dora hablaba mientras iba de un lado a otro de la casa ordenando, cambiando las cosas de lugar o haciendo a saber qué, porque él tampoco se interesaba en averiguarlo.
Aquella tarde, sin embargo, se despertó diferente de la siesta. Dora había salido el fin de semana a casa de su hermana, a una reunión familiar a la que él se había negado a asistir. Prefería quedarse a hacer lo mismo de siempre: nada. Pero despertó con ganas de hacer algo.
Y casi sin pensarlo se dirigió al trastero, donde tenía guardada su bicicleta desde el día que su hijo falleció en un accidente. Su mujer había intentando varias veces que la tirara o la regalara, decía que le bastaba con que una bicicleta le hubiera arrebatado a un ser querido y no quería que él corriera la misma suerte. Y Jack consentía, a pesar de que siempre le había gustado dar sus paseos, pensar y ordenar sus ideas entre pedaleo y pedaleo.
La limpió, salió con ella a la calle y también sin casi darse cuenta estaba sobre su bicicleta recorriendo las calles de su barrio, una zona residencial tranquila, de casas con jardín de las que llegaban gritos de niños chapoteando en piscinas, aromas de asados entre risas y, sobre todo, silencio.
Llevaba sólo treinta minutos de paseo cuando vio que en una casa de una calle vecina se estaba realizando una venta de garaje. No le gustaba esa práctica, le entristecía. Siempre pensó que venta de garaje es sinónimo de adiós. Se hacen cuando alguien se va o cuando alguien se ha muerto.
Su intención era pasar de largo, pero tuvo que detenerse porque le impedían el paso la multitud de personas que salían con algo en las manos. Mientras esperaba echó un vistazo a los objetos expuestos en el jardín abierto al público esa tarde. “¿Cómo alguien puede pagar tanto por algo usado?”, pensaba observando los precios de algunas cosas, como vajillas, cuadros que le parecieron horribles, floreros, copas… Hasta que reparó en un sofá, en buen estado, con aspecto de ser muy confortable.
Le llamó tanto la atención que aparcó su bicicleta y buscó a la dueña de la casa para preguntarle si el precio que marcaba el sofá era real o si se había equivocado.
--Sí, ése es el precio. Me interesa venderlo pronto, me ocupa demasiado espacio. ¿Le interesa? Mi hijo se lo puede llevar a su casa en la furgoneta, si lo desea.
Aceptó sin ser muy consciente de lo que hacía, como hipnotizado. En tan sólo dos horas ya le había hecho un espacio en su sala de estar, lo había recibido y ya estaba echado sobre él. Quizá fue el cansancio que le causó su paseo en bicicleta después de tanto tiempo sin hacer ejercicio, pero en cuanto se tumbó en el nuevo sofá le entró una sensación de bienestar que hacía mucho no sentía. Incluso le pareció oler el perfume de su primera novia. Le sorprendió acordarse de ese aroma tantos años después y absorto en él se quedó dormido.
Y se sumergió en un agradable sueño, de besos y caricias inocentes con la mujer, muchacha todavía, que le descubrió qué era el amor. Cuando despertó habían pasado unas tres horas y tuvo que mirarse para ser consciente de quién era, porque al abrir los ojos se pensaba aquel adolescente enamorado.
Cuando su esposa regresó de su fin de semana familiar se enojó con él. Había tirado el sillón en el que tanto le molestaba verlo, pero a cambio había traído un sofá que ocupaba más espacio, que no le gustaba “porque no hace juego con el resto de los muebles” y porque Jack parecía haberse quedado pegado en él.
De hecho, no volvió a dormir en la cama matrimonial. Pasaba las noches en ese sofá que, no sabía por qué, siempre le regalaba sueños eróticos, cada vez más. ¿Cómo podría explicarle a Dora, con la que no había vuelto a tener relaciones sexuales desde que falleció el hijo de ambos, que le producía más placer un sofá que su compañía? ¿Como podría explicar a nadie, sin que lo tomaran por loco, que desde que tenía ese mueble en su casa se sentía plenamente satisfecho?
Pensaba en ello una noche cuando, al posar la mano sobre la parte curva del asiento, sintió el tacto de un muslo entre sus dedos. Un muslo tembloroso, ansioso, que se abría para facilitarle el camino a un sexo de mujer húmedo, palpitante y deseoso de recibirlo. Fue el sueño más ardiente que había tenido hasta ese momento. La mujer, una amante que había tenido en una época de crisis en su matrimonio, era puro fuego, puro sexo.
En su sueño, ella no dejó ni un solo rincón de su anatomía sin recorrer con sus labios, hasta que llegó a su sexo tan erecto que parecía a punto de vaciarse. El corazón latía a mil por hora por el placer que esos labios le estaban proporcionando. Corazón y sexo a punto de estallar… estallando en una eyaculación mortal.
Dora decidió dejar la casa. Se buscaría un piso más pequeño en donde rehacer su vida sola, alejada de tantos recuerdos dolorosos. Esperaba reunir una buena cantidad de dinero con la venta de garaje que había organizado. No quería llevarse consigo ningún objeto que le recordase su vida anterior. Y estaba vendiendo todo con bastante facilidad, excepto el sofá, que parecía invisible.
Hasta que un hombre que pasaba distraído por la calle reparó en él y le preguntó:
--¿Ése es el precio real del sofá?
--Sí, es que me interesa venderlo pronto. Me ocupa demasiado espacio. ¿Le interesa?
Este relato debiera tener una firma conjunta. La línea argumental es de Rudy, mi compañero de vida, que le está cogiendo el gusto a esto de escribir. Espero lograr convencerlo de que cree su propio blog, porque talento le sobra.
ResponderEliminarLlevas razón porque es un relato de gran profesionalidad y talento.
ResponderEliminarMe lo tengo que volver a leer para degustarlo mejor, porque es muy bueno, y quiero disfrutarlo sin prisass.
Un abrazo Alís.
A rotina é como a ferrugem Beijo!
ResponderEliminarAlis, genial el relato ...
ResponderEliminarMe lo devoré en segundos siempre esperando que seguia...
Realmente ese sofá tiene lo suyo ehhh???
Y concuerdo con Tecla, felicitaciones a ambos, me dio mucho placer leerlo!!!!
Muy, pero muy bueno!!!
Besos cielo, llenotes de luz como siempre!!!
Muy buen relato!! No paré hasta el final...;-)
ResponderEliminarme ha gustado mucho saber que somos compatriotas!
Un abrazo y felicidades!
Ali
sin "s" ;-)
AY que bueno Alis,espero que Rudy se anime y continúe porque promete.
ResponderEliminarMil besos
Os felicito a los dos.
ResponderEliminarMuy bien escrito y muy bien planificado.
Aplausos.
Besos.
Excelente relato...
ResponderEliminarTu espacio: un remanso de paz y belleza para mis visitas.
Gracias por compartir.
Cálido abrazo.
Excelente...un beso.
ResponderEliminar¿Y dónde se puede adquirir uno? Yo con el tiempo he dejado de pensar en los muebles que combinen para buscar las historias que me llenen...
ResponderEliminarUn beso grande y un enhorabuena, por compartir la escritura y las ideas... Es genial.
LADY JONES
HACEN LA DUPLA PERFECTA, asi que hay que decirle a Rudy que le ponga pila, que queremos leerlo a él tambien, jejee.
ResponderEliminarenhorabuena, una historia cruda, pero que no se aleja de la realidad de muchisimas parejas y familias.
besos
Que cruel, venderle el sofá una vez que había recuperado la pasión... ¿O solo era una etapa que lo llevaba a volver a vivir?
ResponderEliminarUn abrazo.
John W.
Desde luego es precioso el relato, como todas las palabras que siempre nos dejas.
ResponderEliminarDisfruto adentrándome en cada historia.
Besos y susurros muy dulces preciosa
Alis, un relato acoj...nante. Oiga y en eso de "estallando en una eyaculación mortal", quiere decir que el maromo palmó porque le estalló:
ResponderEliminara/ el corazón.
b/ el pito.
c/ las dos cosas.
d/ ninguna de las anteriores.
A ver, porfa, explíquese que me tiene en ascuas.
Estrategias para sobrevivir. Qué bueno. Me ha encantado el relato. Muy interesante.
ResponderEliminarBesoss
Hermoso relato, sobre todo porque deja lugar a reflexionar o imaginar como continua la historia.. besos
ResponderEliminarEs muy bonito el relato, y quizás ese sofá cuenta historias a quien quiere escucharlas.
ResponderEliminarEl problema es que no todo el mundo está dispuesto a escuchar.
Pues a lo tonto a lo tonto seguro que se anima, sobre todo teniendote a ti como amiga, confidente, pareja y complice.
ResponderEliminar¡Que mas puede pedir!
Estupendo relato
Un beso
este escrito se ha ganado mil aplausos por mi parte.
ResponderEliminartendria mucho que escribir pues me he visto cien por ciento identificada con esos momentos de querer escapar de si mismo y huir en bicicleta sin que nada le importe, con el como todo lo que fue en un segundo ya no es, pero siempre hay nuevos caminos que recorrer.
enverdad que me has pillado. considero que, apesar de que cada humano escribe a su modo y a su estilo, este es uno de los mejores post que he leido.
perdona el llenarte de adulaciones pero me encanta cuando los humanos llegamos a un punto de ser uno con lo que escribimos haciendo que las letras confluyan en una charla eterna.
enhorabuena y felicitaciones :)
Corazón y sexo a punto de estallar… estallando en una eyaculación mortal.
ResponderEliminarWoow que buena expresion literaria y literal..
Aleluya a tu compañero y a vos..
Besos dulce..
Eros....
No se que parte corresponde a cada uno, pero formáis un buen tandem.
ResponderEliminarLa historia te mantiene expectante hasta el final.
Me ha gustado mucho
Si se pudiese, yo hubiese preguntado al defenestrado protagonista si, a toro pasado y sabiendo lo que iba a ocurrir, tambien hubiese comprado el sofa.
Un beso Alis
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente, mi querida amiga, realmente excelente. Me agrada ver que tu compañero se ha implicado en algo que te llena tanto y en lo que tienes tantísimo que aportar.
ResponderEliminarMis felicitaciones a ambos. Este vaquero se quita el sombrero ante vuestra maravillosa comunión de ideas.
¡¡¡ Os aplaudo !!!
Besos llenos de admiración.
Muy buena la idea y muy bueno su desarrollo.
ResponderEliminarCreo que todos, a lo largo de la vida, en especial cuando es tan extensa como la mía, tuvimos un sofá y un sueño.
Incluso remontándonos a Calderon de la Barca leemos...
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Un beso desde tu tierra
Tecla: Gracias, muy generosa en tu comentario. Me alegro de que te gustara. Besotes.
ResponderEliminarRebelde: Y a veces incluso peor… Beijo.
Sol: Sí que tiene lo suyo el sofá, sí. Gracias, preciosa. Un beso.
Alimontero: Bienvenida. Me alegra que te haya gustado. Ah, el compatriota es mi compañero, yo soy gallega aunque resido aquí. Espero verte de nuevo. Besos.
Mª José: Por ahora se motivó para escribir y sigue haciéndolo. Espero que lo publique, porque es bueno. Gracias de nuevo. Ya sabes por qué. Un besazo.
Paco: Gracias por venir siempre. Un cálido abrazo para ti.
Toro: Muchas gracias. Tus aplausos animan mucho. Besos.
ResponderEliminarBrisa: Cómo me alegro… Besos.
Lady Jones: Si te encuentras un sofá barato en una venta de garaje o en el rastro (a saber por dónde anda), podría ser el mismo. También me gustan los objetos con historia(s). Muchas gracias. Besotes.
Cat´s: Vuestros comentarios le animan a escribir. A ver si también a publicar. Gracias. Besos.
John W.: El placer que le proporcionó el sofá fue intensó, sí, pero también breve. Ahora le toca la suerte a otro… Hay que compartir, ya sabes. Gracias y un fuerte abrazo.
Yemayá: Gracias, yo disfruto con tus visitas. Un beso grande.
Carlos Fox: Jajajaja, la respuesta es la c, pero lo que le causó la muerte es la a. ¿Estás mejor? Porque me está pareciendo ver al Carlos de siempre, lo que me alegra. Un beso grande y ánimo.
ResponderEliminarMaria Coca: Lo que no me queda claro es de quién es la estrategia, pero se trata de sobrevivir, sí, o de morir en el intento. Un beso. Siempre es un gusto verte por aquí.
Suso: Me alegra tu visita. Y me alegra que te haya gustado la historia, que intuyo no tiene fin. Besos.
Titajú: Puede que tengas razón. Sería interesante saber qué soñaban sus anteriores propietarios. Si tenían el mismo tipo de sueños o si cada uno encuentra lo que desea… Besos.
Capri: Por pedir, creo que puede pedir mucho más… jajaja. Gracias, amiga. Un besazo.
Asturiela: Supongo que hay muchas historias en este relato. Muchísimas gracias por tus elogios, me han sacado los colores, pero mentiría si dijera que no me gustaron. Me encantaron, jeje. Gracias y muchos besos para ti.
ResponderEliminarEros: Parece que al menos fue una muerte dulce… Muchas gracias, y besos dulces también.
Chinaski: Te cuento: a él se le ocurrió la historia e hicimos un “duelo”. Cada uno la escribió a su manera. La que leísteis es la que escribí yo, aunque debo decir que la suya es mucho más rica en matices. Ojalá se anime a crear un blog y la publique.
Buena pregunta la que planteas. ¿Qué hubieras hecho tú? ¿Lo hubieras comprado igual?
Un besote.
J.eMe.: La verdad es que es muy gratificante compartir aficiones. Sin querer te permite compartir tiempo y, en este caso, también alegrías, que nunca están de más. Gracias por tus palabras. Un beso lleno de cariño para ti.
Albino: Así es, todos hemos tenido y tenemos sueños. Así debe ser. Y todos también hemos tenido algún objeto o mueble que nos ha hecho soñar. Sigo acordándome de tu atril… ¿estará en el mismo punto de venta que el sofá? ¿En el mismo salón, quizá? Un abrazo desde el otro lado.
Demasiadas cosas que un día formaron íntima parte de nosotros, un día comienzan a ocupar demasiado espacio.
ResponderEliminarMe encantó su historia, me gusta su estilo.
Un beso peregrino.
Alís oblígale a que lo firme ;)
ResponderEliminarGenial, me lo bebí literalmente y me faltó.
Besos para los dos
Peregrino: Muchas gracias. A mí me gustan sus comentarios. Besos.
ResponderEliminarNela: No me gusta (ni puedo) obligar, pero espero convencerlo para que publique su versión de la historia y otras que tiene en mente. Quizá tenga que usar recursos más efectivos, jaja. Me alegro de que te haya gustado. Besos.
Ha pasado ya un año, lo que no pasarán son las ideas....
ResponderEliminarSaludos y un abrazo enorme.
jajajajaja,mujer oblígale es un decir,con mimitos, cariñitos..esas cosillas que nosotras sabemos que hacen efecto,mejor,mejor jajajajaja
ResponderEliminarUn besazo
La sonrisa de Hiperión: ¿Es a mí? ¿Un año de qué? Creo que me he perdido. En todo caso, gracias por venir. Un abrazo.
ResponderEliminarNela: En eso estamos, jajajaja. Beso.
Mi marido también se encuentra muy agusto en el sofá ¿debería preocuparme?
ResponderEliminarCamaleona: Mientras respire, no. Si jadea en sueños, un poco. Si deja de respirar, vende inmediatamente ese sofá. Besos.
ResponderEliminarexcelente el suyo también ALIS.
ResponderEliminarIgual hay algo que no me queda del todo claro, tendré que releer.
EXCELENTE ALIS!!!!!! ME HA ATRAPADO TAMBIEN MIS FELICITACIONES A TU CO- EQUIPER. CUANTAS COSAS SE PUEDEN HACER DE A DOS!!!!!!!
ResponderEliminarME GUSTO MUCHO EL RELATO
SALUDOS
Rochitas: Diga, diga, quizá pueda resolverle las dudas y de paso aprender a no dejar lagunas. Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarLuluZiña: Gracias, te agradezco mucho. Más que de a dos fue en "competencia", aunque sin el afán de competir. Su versión es sin duda mejor, según mi punto de vista. Besitos.
Te lo vuelvo a decir, narras estupendamente.
ResponderEliminarEn este caso, los dos.
Besos
Muchísimas gracias. Rudy tuvo mucho que ver en este relato.
EliminarBesos