A Catalina
Errázuriz le faltaba algo para ser completamente feliz. Ocupaba un lugar
destacado en la alta sociedad santiaguina y disfrutaba de una intensa vida
social, gracias fundamentalmente a su apellido vinoso y a una cuantiosa herencia
familiar. No había acto cultural o fiesta que se preciase que no contara con su
presencia. Soltera porque ella así lo quiso, de firmes principios religiosos,
hacía gala de un magnífico sentido del humor que animaba cualquier reunión.
Doña Cata, que era
como todo el mundo la llamaba, residía en una mansión que había sido de sus
padres y antes de sus abuelos y bisabuelos. Debido al crecimiento de la ciudad,
la casa rodeada de un extenso terreno que había sido construida en las afueras
estaba ahora en pleno centro urbano, y frente a su fachada pasaban a diario cientos
de personas que se sorprendían al comprobar cómo, a pesar de la acomodada
situación económica de la propietaria de la finca, ésta lucía un jardín
descuidado.
Ese comentario
generalizado apenaba a Catalina Errázuriz, quien pese a sus esfuerzos no había
encontrado ningún jardinero que lograra resolver el problema que le impedía ser
totalmente feliz.
Fue Francisca Gutiérrez,
Keka, una mujer recién llegada al entorno de Catalina Errázuriz, y que según
los rumores había ascendido socialmente por su buena relación con los hombres
más ricos del país y por un oportuno matrimonio con un anciano adinerado meses
antes de que éste falleciera, quien le habló de una nueva empresa: “El jardín
feliz”.
- Puede estar usted
segura, doña Cata, que si ellos no pueden arreglarle el jardín, nadie podrá
hacerlo.
Fabián visitó la
propiedad antes de aceptar el trabajo y causó muy buena impresión a doña Cata,
pues le pareció serio y responsable, además de muy atractivo. Una semana
después observaba desde el balcón de su habitación cómo el joven de sudoroso
torso desnudo se esmeraba por revivir las plantas agónicas del antejardín.
- Caserita –le
gritó Fabián-, le voy a tener que fumigarle el bambú, que se está muriendo por
la peste. ¿Le parece bien?
- Fumígueme lo que
usted quiera, mijito, pero déjeme bonito el jardín.
Fabián no pudo
esconder su sonrisa pícara y entendió que no encontraría mejor momento para
exponer a su jefa el método de trabajo que tan buenos resultados le estaba
dando a la empresa que lo contrató. Jardinero por vocación, explicó a doña Cata
que no bastaba con cavar, abonar, podar o fumigar para resucitar las plantas.
- Caserita, las
flores y los árboles de su jardín se alimentan de usted, de su alegría, pero la
de verdad, la que va por dentro. Déjeme arreglarla, mi yeina, y le aseguro que
el jardín revivirá solito.
- Me pongo en sus
manos.
Catalina Errázuriz
dijo esas palabras sin pensarlas, dictadas por un instinto que hasta ese
momento siempre había mantenido bajo control. Y literalmente se puso en las
manos del jardinero, quien le demostró su excelente profesionalidad.
Sabido es que las
plantas crecen mejor y más bellas con música. Así lo hicieron las de doña Cata,
que desde que contrató los servicios de “El jardín feliz” pasa los días
cantando en su casa y redujo drásticamente su vida social.
En las fiestas a
las que ya no acude, la ausencia de doña Cata es un tema de conversación
inevitable. Todos preguntan a Keka Gutiérrez, la nueva mejor amiga de Catalina
Errázuriz y ahora centro de las reuniones, quien responde siempre con una
sonrisa y un “tranquilos, ella está bien; está completamente feliz”.
Esa empresa tiene mucho futuro.
ResponderEliminarBesos.
¡Qué contentas las flores! :) Música, riego, mimos...
ResponderEliminarBss
Un macizo jardinero, las flores estarán contentas. Feliz fin de semana.
ResponderEliminar¿Le puede usted decir a Doña Cata que me pase el teléfono de "El Jardín Feliz"? Estoy realmente interesada en recibir sus servicios, que yo ya me he ocupado de la poda y el desbroce del jardín, pero necesito que me rieguen y abonen una y otra vez.
ResponderEliminarPuede haber hadas en el fondo del jardín, que te traigan un buen jardinero. No hay ninguna prueba de que sea así, pero tampoco puedes probar que no haya ninguna...
ResponderEliminarbesos
El mito erótico moderno del jardinero tiene mucho tema. Gabrielle, en mujeres desesperadas también utilizó ese recurso para obtener la felicidad.
ResponderEliminarEstoy pensando en hacerme Jardinero, no te digo más.
Besos, Alis.
Una empresa así nunca viene mal, siempre tendrá clientela. Y además...¿qué mejor objetivo que dar felicidad?
ResponderEliminarUn beso, querida Alís.
Yo quiero ese jardinero, así quien no está feliz jjijii.
ResponderEliminarBesos para ti, muy buen post.
mar
Crecen feraces las sonrisas entre el follaje, : )
ResponderEliminarTe mando dos besos para tu propio jardín,
rafarrojas
:) quizá el cuento sobrestima el poder del sexo!
ResponderEliminar"el sexo y la soledad" (joan margarit? no recuerdo)
Noto eu no sorriso de Keka que ela tamén ten o seu xardín contentiño.
ResponderEliminarSiquiera de forma tangencial, a tu Catalina le pasa un poco lo mismo que a mi personaje de hoy,... Sonrío.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por tus buenos deseos, Alís.
Arreglarán terrazas de departamento? si es así (y si no también) quiero el contacto. Muy buena historia Alís. Un beso!
ResponderEliminarUn buen jardinero es capaz de hacer sonreír a la flor más triste...
ResponderEliminarBesos.
Todo jardín necesita sus cuidados y desde luego un buen...jardinero.
ResponderEliminarExcelente relato¡¡
Saludos.
Jajaja, sin duda nos arranca una sonrisa pícara tu relato. ¡Bien por doña Catalina!
ResponderEliminarMuchos besos.
Dame esa dirección, pero ya....
ResponderEliminarY no te la guardes sólo para ti, pillina...
;-)
Sonrío.
Besos, Alís.
Toro Salvaje: Lástima que cada vez haya menos jardines, si no yo misma montaría la empresa. Y haría el casting, claro. Besos.
ResponderEliminarDe barro y luz: Qué más se puede pedir, no? Besos
Maruja: Las flores y la dueña. Un beso.
Rita: Doña Cata no contesta al teléfono. Parece que está demasiado ocupada, jajaja. Un beso.
ResponderEliminarLucrecia Borgia: Habrá que investigar. Besos.
Antonio Misas: De hecho, en etiquetas iba a poner "tópico erótico", pero lo erótico sólo está en la imaginación, por eso me contuve. Anímate a hacerte jardinero, seguro que te contratarían. Besos.
Virgi: Todo lo que sean ideas emprendedoras viene bien, sobre todo en tiempo de crisis. Un beso.
ResponderEliminarMar: Ese jardinero parece que ya tiene demasiado trabajo, pero seguro que puedes encontrar otro similar. Besos, Mar.
Rafarrojas: Crecen, crecen. Mi jardín te agradece esos besos. Un beso también para ti.
Zeltia: Tes razón. Habendo chocolate, ¿quén quere sexo? ;-) Bicos.
ResponderEliminarChousa da Alcandra: Ninguén recomenda algo sin saber si funciona ou non, non sí? Bicoss.
Raúl: Gracias a ti. Es un placer leerte. Besos.
Victoria Ramírez: Seguro que una terraza es más fácil que un jardín y tendrán más tiempo para concentrarse más, lo que se agradece ¿no? Un beso
ResponderEliminarMiguel: En eso se nota si es un buen jardinero o no. Besos.
Cascarilleiro: Por supuesto, necesitan cuidados, tiempo y dedicación. Gracias. Un abrazo.
Espérame en Siberia: Me alegra saberlo. Muchas gracias. Besos.
ResponderEliminarLa Zarzamora: Pillina no, es que no quiero descuidar mi jardín. Ya te pasaré el dato en privado. ;-) Un beso grande.