Me acuesto y cierro
los ojos en mi rutina de recorrer mentalmente cada rincón de mi cuerpo. Inicio
el viaje por lo más fácil, los músculos, ordenándoles relajarse en orden
ascendente desde la punta de los pies. A la altura de los hombros me cuesta un
poco, están demasiado contraídos y se empeñan en desobedecer. Superado el
obstáculo, sigo con el cuello y la cabeza. Cuando ésta se deja ir siento como
si desapareciera.
Me concentro
entonces en mis órganos. Los intestinos y el estómago se empujan por hacerse
notar en primer lugar, ávidos de expresar sus quejas por la cena. No sé por qué
no se acostumbran de una vez, a fin de cuentas son demasiados años ya con una
alimentación desordenada y que no entra en el capítulo de saludable.
Riñones, hígado,
pulmones (un poco achacosos, pero resistentes), corazón, cerebro… aparentemente
todo está en orden así que acompaño ahora a la sangre que, fruto de la
relajación, circula más lenta de lo habitual por mis venas. Es agradable
sentirlo; es como ir tumbada en una balsa que se deja llevar en un río de aguas
tranquilas.
De repente la calma
desaparece empujada por un torrente de pena que irrumpe y se cuela en las venas
para llegar directa al corazón, apresándolo y apretándolo en su fuerte puño. Es
una pena densa, intensa, inmensa y oscura, de origen desconocido y que llega
sin avisar. Sin dar tiempo a nada lo llena todo y oprime mi pecho impidiéndome
respirar.
Envía un emisario a
mis ojos, inundándolos y desbordándolos de lágrimas, que salen a borbotones,
mojan mis mejillas y vuelven a entrar en mí por la boca y las orejas. Son
saladas, como dicen que son las lágrimas según van acumulando más tristeza.
Y la pena,
traidora, me posee aprovechando la laxitud de mi cuerpo, se apodera de mí y me
borra. Apenas me queda un leve recuerdo de mí.
Que pena más abusona.
ResponderEliminarA la cárcel con ella.
Besos y ánimo.
Lo importante de la pena es que termina o se aprende a vivir con ella... (Maldita pena). Besos.
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ResponderEliminarTraidora la pena cuando hace lo que debe ?
Descargar y que las lágrimas río abajo abran cauce a ese nudo, significa que en esa fisiología de la tristeza todo funciona como el más minucioso de los engranajes.
Escuchar el llanto que se cuela por tu oído es síntoma de expulsión de los tan dañinos quistes que nos endurecen la vida, Alís.
Un beso grande.
Un texto entre obsesivo y paranoico. Bueno. Hay momentos en q el relato contagia el torbellino q vive este personaje ficticio
ResponderEliminarLa alegría es pena que se disimula, sobre la tierra no hay más que dolores.
ResponderEliminarabrazo
La técnica de relajación es buena... pero no basta con relajar el cuerpo, hay que tomar las riendas de las emociones y los sentimientos y dejarlos en reposo también. Tendrás que seguir practicando :)
ResponderEliminarBss
Muy buena experiencia de relajacion.. Un saludo y feliz noche.
ResponderEliminarSí, buena relajación... aunque antes del recorrido, es deseable afinarse con la respiración. Puede que la conciencia en el 'inspiro-exhalo' ya aleje bastante las invasiones de penas y angustias... Y cuando irrumpe esa pena -para que se fuese disolviendo- convendría observar esa sensación con desapego, desde la consciencia-testigo, sin implicarse, sin juzgarla... si uno la observa detenidamente, la que se borra es la pena.
ResponderEliminarBesos
A pena aproveitou que estabas relaxada para saír de onde a tiñas aplastada e ignorada.
ResponderEliminarAs penas tamén hai que sacalas a que lles dea o aire.
Aperta
Parece que la relajación no sirve para aliviar la pena, lo adecuado debe ser, es, darse a la bebida según todos los manuales que dicen que así se ahogan las penas. Con la pena uno se vuelve triste, a veces se encierra y no ve más allá de su nariz, y se convierte en una victima.
ResponderEliminarDespués de las tonterías y si te hablo del texto, yo no lo hubiera titulado pena, tampoco la hubiera nombrado ni hubiera dado una clase de anatomía... aunque Von Rudy tiene razón, y has conseguido un efecto obsesivo y paranoico. Es otra manera de leerlo. Muy bueno visto así. A veces un comentario te hace abrir la mente y leerlo de otra manera.
Mucha alegría, Alis, y muchos besos.
Cuando hayan salido suficientes, estarás en el colmo de la relajación, lista para empezar y limpia de todo.
ResponderEliminarA mí me viene muy bien.
Besos besos besos
Es una buena descripción. Cuando te relajas, de pronto, acuden esos enanitos que antes transitaban por la rutina y ahora están como libres para dejarse ver, una pena de fondo que se convierte en un virus.
ResponderEliminarUn texto con el que muchas personas con depresión podrían fácilmente identificarse.
Un beso.
Impresionante análisis de la tristeza que emana del propio cuerpo. Muy detallado y con un final salado. Gran narración, amiga.
ResponderEliminarBesoss
Tiempo de reír, tiempo de llorar, apegos, malas costumbres de abrir heridas, pero al menos la emoción sale y puedes llorar, estas viva.
ResponderEliminarQue el cielo brille para ti azul inmenso, y sientas la compañía de todos los que te queremos y empatizaos contigo en tu sentir y en la valentía de no solo compartir los momentos de felicidad.
Mi abrazo enorme, ven a ver mi post que te va a gustar.
mar
te entiendo
ResponderEliminarcomo te entiendo...
Bueno, si ha conseguido entrar es que ahí estaba, al menos ahora se puede luchar contra ella o entenderla, o ver que pasa o lo que sea.
ResponderEliminarbss
[Pero qué sibilina]
Oh... duele leerte, porque muchas veces me he sentido así.
ResponderEliminarSer consciente del dolor, incluso en las entrañas, reconocerlo y dejarle hacer, a veces es necesario para entenderlo y conseguir sanar ese dolor. Lo complicado es no dejarse llevar y ponerse las pilas para salir de ese estado feo, muy feo, en el que no hay palabra que valga para curarlo.
Sólo puedo decirte que pasará. Muchos besos.
Mientras sea una pena pasajera podrá ser capeada. Lo malo es cuando echa raíces y se apodera del sueño.
ResponderEliminarBesos para que el día borre la pena.
Con la pena no vale la pena perder ni un minuto. De verdad.
ResponderEliminarUn beso.
A la pena traidora
ResponderEliminarhay que expulsarla del cuerpo,
que la paz llegue hasta el alma.
Un abrazo muy grande.
Algún antídoto habrá, pero no preguntes en la farmacia.
ResponderEliminarQuerida Alis, gracias por tu visita y debo reconocer que hay un gen chuncho por ahí en la familia vidriera, no te has equivocado....Un abrazo fraterno desde el pacífico.
ResponderEliminarEspero que isto que escribiches sexa máis exercicio literario ( póñoche un 9.50 de nota ) que unha realidade.
ResponderEliminarVivimos entre dos fuerzas sorprendentes y que nos hacen ser lo que somos como seres humanos. De la felicidad o calma, existe un paso para entrar a la tristeza más absoluta y a veces ambas laten en la misma intensidad. Tal vez -o con toda seguridad-, sería ese equilibrio exacto, el que nos hace amar como amamos, ¿verdad?.
ResponderEliminarAbrazos Ali, recién vengo llegando de mis vacaciones, por esa razón no te había visitado antes.
Cómo te entiendo, preciosa...
ResponderEliminarUn besazo!
Tu relato me ha recordado al inicio de una meditación con reto incluido: enfrentarte a la pena, asumirla y desactivarla. La pena forma parte de nosotros y es necesario aceptarlo, pero cuanto más lejos mejor.
ResponderEliminarUn beso
Toro Salvaje: Está encarcelada ya. En mí. Gracias. Un beso.
ResponderEliminarIdana: No queda más remedio que aprender a vivir con ella. Besos.
Juncal: Sí, en el fondo, cuando la pena nos inunda y se desborda sale un poco. Cuando no, sólo se acumula y es peor. Gracias por tus palabras, Juncal. Un beso.
Von Rudy: Obsesivo y paranoico... me hace pensar mucho eso. Ficticio a medias, pues a todos nos ataca la pena a veces ¿o no? Un beso.
ResponderEliminarLucrecia Borgia: Hay muchos dolores, sí, pero afortunadamente también hay algo más. ¿O estás peor que yo? Espero que no. Besos.
De barro y luz: Tendré que seguir practicando mucho, porque estoy lejos de lograrlo. Gracias. Besos.
Maruja: Lástima que lo de la relajación sea lo único ficticio del relato. Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarMilena: Me consta que tienes mucha más práctica y experiencia que yo. Tendré que aprender, para lograr borrarla. Gracias. Besos.
Zeltia: É certo. Ventilar as penas axuda e menos mal. Bicos.
Antonio Misas: En ese momento hubiera escrito un texto mucho más intimista, pero quise distanciarme un poco de esa pena. Fue sólo una especie de ejercicio. Gracias. Besos.
ResponderEliminarVirgi: Eso es lo que se llama desahogar, ¿no? Al menos funciona por un tiempo. Besos.
Walden: Me preocupa tu comentario, pues espero haber dejado lejos la depresión. Aunque siempre ronda, supongo. Gracias. Un beso
María Coca: Muchas gracias por tus palabras, siempre tan generosas. Besos.
ResponderEliminarMar: Muchísimas gracias. Y sí, también pienso que sentir pena o dolor es síntoma de estar vivo, y eso es bueno. Un abrazo grande.
Salomé: Lo lamento, preferiría que no lo entendieras. Un abrazo.
Claudia: Así es. Para combatirla hay que localizarla y enfrentarla. Besos.
ResponderEliminarRita: Pasa, claro que pasa. Y hay que aprovechar los tiempos buenos entre pena y pena. Gracias. Besos.
Nómada planetario: De nosotros depende que sea pasajera, supongo. Besos agradecidos.
Miguel: Habrá que decírselo a la pena. Gracias. Un beso.
ResponderEliminarMarisa: Expulsarla o acorralarla. En eso estamos. Gracias. Bicos.
Raposo: Me consta que los remedios de farmacia no funcionan, sólo engañan. Unha aperta.
Pescador: La intuición (ja) no me falló. Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarPaideleo: Gracias pola nota. Había parte de exercicio e parte de realidade, máis da que quixera, pero casi superada. Bicos.
Taty Cascada: Si no fuera por lo momentos de pena, ¿valoraríamos como se merece la alegría? Supongo que es sano sentir pena o a esa idea me agarro. Gracias. Un abrazo.
La Zarzamora: Sé que me entiendes, aunque por ti preferiría que no lo hicieras. Un beso grande, Eva.
ResponderEliminarSteppenwolf: Cuanto más lejos, mejor. Aceptarla y comprenderla no es suficiente para anularla, pero hay que pasarla ¿verdad? Un beso