Fotografía: Bar Les Halles-Frank Horvat
A Luis:
No te fuiste.
Sigo encontrándome contigo en la esquina del Bar
La esquina de la barra era el mejor lugar del Bar (¿o debería decir de El Bar?). Lo primero que pensé cuando conocí su nombre (El Bar de los Ron) es que era un lugar de piratas… Y no me equivoqué.
Era la esquina más bonita del local. Allí estaba aquella preciosa vitrina que exponía postales de todo el mundo enviadas por los clientes. Había una competencia encubierta por mandar la más original. Era un cuadro de honor, porque era un honor estar allí. No cabían muchas postales y rotaban con cierta frecuencia. Lograr que una permaneciese a lo largo del tiempo era un mérito reconocido. Y yo vi alguna de las fotos más bonitas que recuerdo en postales en aquella vitrina.
Era la esquina más movida del local. Allí estaba el reservado para los camareros. Estar tan cerca de ellos invita a confraternizar, y más cuando eres cliente habitual. Para mí era muy placentero poder llegar sola a un bar y sentirme a gusto, como en casa. O mejor. Pero es que siempre es un privilegio poder darse el tiempo de conocer a las personas y ser consciente de ello.
Era la esquina que primero se llenaba. Incluso en las noches en que no entraba ni un solo cliente, esa esquina siempre estaba ocupada. Recuerdo la sonrisa de Luis cuando completamente solo, leyendo el diario en esa esquina sentado en la nevera, te veía asomar por la puerta. Se le encendía la noche, pero era incapaz de no saludarte con una barbaridad.
Era la esquina más representativa del local. Allí estaban parte de los tucanes de vivos colores. Allí estaban todos los frascos de té, de cristal, con el nombre de cada infusión escrito a mano en un pequeño adhesivo blanco. Era la especialidad de la carta, algo que nunca entendí en un bar supuestamente especializado en ron. De hecho, se bebía más ron que té.
Los propietarios eran los hermanos Ron.
Y Luis… Luis era “the boss”, el mejor camarero (y conozco muchos buenos), el confidente divertido (y peligroso, jaja), el amigo loco y leal.
Un camarero así no tiene precio.
ResponderEliminarSe están extinguiendo.
Besos.
Digo lo que Toro.
ResponderEliminarMe ha gustado tu blog.
Gracias por tu visita y por tus palabras,me animan.
Gracias besos
P.D. NO SIEMPRE ES ASÍ.
Hai esquinas (que non necesariamente han ser recantos, nos cales Luís sería moito máis perigoso aínda...) nas que da gusto estar. Por posición dominante e dominadora, por relevancia, por recato, por pura comodidade de ver ós que están, e tamén para percibir as lembranzas dos que estiveron.
ResponderEliminarUn bico dende esta nosa esquina do mundo, cargadiña de postais e representativa coma a que máis.
Curioso, Alis, pero mi proximo libro, que saldrá editado por Galaxia en Junio, se titula "O Derby, algo máis cun café", y es la historia del Bar que tuvo mi padre en Vigo desde 1923, cuando volvio de su emigracion, hasta 1973. Fue una especie de "Café Gijon" por donde pasaron desde Lorca o Valle Inclan, hasta Laxeiro, Celso Emilio Ferreiro o Cunqueiro.
ResponderEliminarTe reservaré un ejemplar para cuando nos veamos en A Coruña.
Un beso
Camaradería en esa
ResponderEliminaresquina del bar,
en la mayoría
te reciben con
cara ceñuda.
Bicos
Bares, que lugares, tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar .....
ResponderEliminarEstoy aprendiendo a ser chica de bares, a disfrutar de mi estancia en un lugar agradable en el que se me reconoce y se me aprecia. Tu relato me ha hecho sonreír, porque, es cierto, hay lugares y camareros que pasan a convertirse en parte de tu alma .... un poquito.
"Se le encendía la noche", que gozo reconocer esa mirada motivada tan sólo por nuestra presencia.
ResponderEliminarUn pequeño oasis con amigos sonrientes, verdad?
ResponderEliminarMe encantan las historias de bares...
Besos con Ron
Pues yo he descubierto un lugar ideal, no es un bar, pero se le parece.
ResponderEliminarAyer sentada frente a la única mesita que quedaba libre, pude ver por la ventana a una plaza de la Merced, serena, donde los únicos que revoloteaban a sus anchas eran las palomas.
Los chicos se acomodaban aquí y allí, algunos con sus portátiles, otros con libros y revistas. Los camareros-argentinos-él de piel negra-te ofrecen trozos de tarta de queso y arándanos como si lo pidieses a un amigo.
Ya no tienes que esperar, ronera
Amo los bares.
ResponderEliminar(Aunque ya no voy tanto...pero hubo una época en que cada noche era una sorpresa...)
Me gustan los bares oscuros, decadentes, con barra larga de madera barnizada...
Me has hecho recordar una canción que escuchaba en la voz de Bienvenido Granda:
te espero allá en el bar,
en el bar de la esquina
no te olvides vida mía,
lo que tenemos que hablar......
Mi padre la ponía cada domigo...
Un beso, Alís.
Me gusta como en primera persona y tiempo pasado, rememoras, con la voz de un narrador protagonista implicado emotivamente.
ResponderEliminarEl verdadero protagonísmo y el peso del relato, se lo das a la esquina del bar a traves de la mirada del narrador y desde allí describes lo que ocurria en aquel micromundo donde lo mejor era el camarero, Luis, que hacía que los clientes se sintieran en su casa... que no era el bar, si no la esquina.
Besos
Con tu permiso. "La canción" sobre los bares, que seguro conocerás:
ResponderEliminarAmor
La noche ha sido larga y llena de emoción
Pero amanece y me apetece estar juntos los dos.
Bares, qué lugares
Tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar.
Amor
No he sabido encontrar el momento justo
Pues con el frío de la noche no estaba a gusto.
Mozo, ponga un trozo
De payonesa y un café
Que a la señorita la invita monsieur.
Y dos alondras nos observan sin gran interés
El camarero está leyendo el As con avidez.
Bares, qué lugares
Tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar
Amor
Aunque a estas horas ya no estoy muy entero
Al fin llegó el momento de decirlo: te quiero.
Pollo, otro bollo
No me tenga que levantar
No hay como el calor del amor en un bar.
Jefe, no se queje
Y ponga otra copita más
No hay como el calor del amor en un bar.
El calor del amor en un bar
Besos bareados!!
He descubierto el lugar del silencio.. es hermoso tu escrito.--
ResponderEliminarSiempre te leo con agrado.
después de mi ausencia.. me disculpo..
Un abrazo
Con mis
Saludos fraternos.
Ya no concurro a bares, ahora mi refugio son las letras y la tela...Buen relato como acostumbras amiga.
ResponderEliminarUn beso.
Alís,me encantan esos bares que son como tu casa,donde entras y siempre eres bién recibido..conozco un par de ellos...
ResponderEliminarLa canción que te canta José,es de Gabinete Caligari y el título"Al calor del amor en un bar"
besazos y cuídate.
Hace mucho que no voy de copas y no veas las ganas que he sentido mientras te leía... Yo tb tengo un camarero favorito, lo conoci hace muchos años en un bar del Sur, se llamaba Pedro, ojalá lo consiga este año que pienso volver por allá...Me gustó tu bar Alís!
ResponderEliminarUn besito reina.
Cada persona tiene una forma de hacerse querer diferente,veo que Luis lo consiguió de una manera muy peculiar :)
ResponderEliminarHermosos recuerdos Alís.
Un beso
Pues si, invita a pasar un buen rato en esa esquina con buena compañía. besos
ResponderEliminar* * * * * * *
ResponderEliminarF E L I Z
D I A
D E L A
M A D R E
* * * * * * *
Y mi padre, que se empeñó en ponerme Angel.....a mi realmente me gustaría ser Luis.
ResponderEliminarBesos desde el Sur
me pasa igual, aun la veo entrar y salir del bar, aunque ya no este aqui.
ResponderEliminarun saludo en la lejania.
Hay personas y personas, no todas son iguales de simpaticas.
ResponderEliminarun placer pasar por tu casa.
que tengas una feliz semana.
Apetece pasarse a conocer el bar y su ambiente. Aunque al menos, en la distancia, nos has regalado la imagen.
ResponderEliminarQué bonita la foto.
Un abrazo :)
Uno de mis tantos sueños, es poder llegar a un bar y poder decir "Hey camarero, lo de siempre" jajajaja.
ResponderEliminarEspero que estes teniendo un lindo día. Tengo que ir a preparar algo para mi madre que hoy es el famoso día de la madre, así que...
Saludos y un abrazo enorme.
Mi sitio son las esquinas también. No sé que atracción me producen los rincones con encanto.
ResponderEliminarEs bueno alternar dentro de una soledad acompañada (como dice Milanés). Esta frase da mucho juego, como Luis Ron y sus frascos de té.
Un beso
Pd
Tienes un seguidor Ricardo Miñana que se llama igual que un estupendo diseñador de moda que hubo hace unos años. Ya es casualidad.
Qué gracia.
Gracias por tu relato, me has traído el recuerdo nostálgico de algunos bares que frecuentaba en mi época estudiantil, donde yo coleccionaba postales y conversaba con camareros tan familiares como Luis.
ResponderEliminarBesitos
A mí también me gusta el bar. Mucho mejor que en casa, dónde va a parar.
ResponderEliminarMe meto en una de las esquinas y me pongo a hablar con el o la primera persona que llega.
Todas las mañanas desayuno en mi bar. Tengo en él amigos que me encantan.
Cada vez da más gusto leerte.
Una se siente mecida por tus palabras tan dulces y entrañables.
Tus historias tan bien contadas.
Los bares son los mejores lugares en los que pueden concentrar historias anacrónicas y presentes a la vez.
ResponderEliminarPorque en el fondo todos nosotros hablamos de personas, así sea autobiográfico o no. El bar, si pudiese hablar por sí solo, sería sin duda el mejor narrador de las más épicas andanzas y los versos más tristes.
Y en eso, los camareros son protagonistas absolutos.
Linda entrada!
Besos
Todos tenemos un rinconcito de esos. Quisiera conocer el tuyo^^
ResponderEliminarUn abrazo.
Por error coloqué mi comentario de El Bar en "El profesor". Es el N° 56.
ResponderEliminarBesos
Y tal vez...la fantasia sexual, jajaja.
ResponderEliminarBesos para ti.
mar
¿Y dónde queda ese bar? No bebo ron, pero es por curiosidad jeje
ResponderEliminarAl final son las personas las que pintan de humanidad un lugar.
ResponderEliminarUn abrazo!
Un texto muy bonito. Qué recurso tan bueno para casi todo. Me imagino a Luis. Llegas y te vas. Tengo esa perspectiva. Esperar la hora en que llega ella y el temor y la certeza de que se va a volver a ir y yo me quedo allí, encerrado, en la esquina.
ResponderEliminarHace años me fui a trabajar a una ciudad en la que no conocía a nadie. Mientras hacías migas en el trabajo, decidí probar algo que funciona bastante bien en mi tierra: frecuentar un bar, incluso apoderarme de una de las sillas de la barra del bar. A la semana tenía pandilla.
¡No hay nada como la barra de un bar!
¿Cambiaste de barrio o de vida?
Un beso.
Vaya .. Que buen camarero, me encanta como lo escribiste
ResponderEliminarMe encanta Luis. Y me encanta tú con esa dulzura a escribir
Besos.
Me encantan los bares en los que hay un rincón de honor reservado a postales de los clientes, comentarios o fotos de los habituales del lugar. Iba a decir que un bar así es como estar en casa, pero es al reves, estar en casa es estar en un bar como esos.
ResponderEliminarToro Salvaje:
ResponderEliminarSe extinguen, sí. Luis falleció hace cuatro años y medio. Besos.
anamorgana:
Deduzco y casi sé que no siempre es así. Me alegro de verte por aquí, porque implica que estás mejor. Así lo espero. Sé bienvenida. Un fuerte abrazo.
Chousa da Alcandra:
Luis non era perigoso, salvo cando lle daba por xogar a ser indiscreto ou despistado (nunca con temas importantes). Escribes dende a mellor esquina do mundo. Bicos con morriña.
Albino:
No conocía esa parte de tu historia. Espero que sí me reserves un ejemplar, porque creo que me va a encantar. Bicos.
Marisa:
Mucha camaradería, sí. Llegó a crearse un grupo bien curioso, interesante y divertido, aunque también había días de cara ceñuda, que no todo son risas en la vida, jeje. Bicos.
Verónica:
Eso ocurre sobre todo cuando pasamos mucho tiempo en un bar, jajaja. Pero es que algunos son como el salón de tu casa en el que te juntas con los amigos. Besitos.
Cesc:
ResponderEliminarSí, era un verdadero gozo. Se crearon afectos sinceros y fuertes. Un beso.
Dani:
Exactamente. Eso era, un pequeño oasis, aunque los amigos no siempre estuvieran sonrientes. Pero era parte del atractivo, poder llegar como estuvieras y ser acogido igual. Siempre salíamos sonrientes, eso sí. Besos, también con Ron, claro.
Nikté:
Pues me gusta tu lugar ideal. Me gusta cuando me das estas buenas noticias. Besitos.
Lena:
Mi época de bares también ya pasó, aunque algunas visitas hago cuando tengo ocasión y siempre me recuerdan buenos tiempos. Me gustó ese recuerdo de la canción. Besitos.
Antonio Misas:
Es que sí, el narrador está implicado emocionalmente. Y esa esquina tiene protagonismo porque es como un bar dentro del otro. Pero no creas, el bar tenía más espacios que, creo yo, acabarán reclamando su minuto de gloria. Gracias. Besos.
jose rasero:
La conozco, claro (es lo que tiene ser mayor, jeje). Aunque la canción me remite a bares de Madrid. Besos, desde la barra.
Adolfo:
ResponderEliminarCómo me alegro, porque para mí siempre es un placer tu visita. Un abrazo.
Taty:
Aquí en Chile no existe el hábito de visitar bares como en España, y menos las mujeres solas... aunque poco a poco se está descubriendo ese placer. O eso me parece observar. ¿La tela? ¿Qué haces con la tela? Gracias. Besitos.
Morgana:
Son lugares agradables y entrañables. Y gracias, jeje, pero me temo que tengo la edad suficiente para recordar perfectamente a Gabinete Caligari... Besitos.
zayi:
Vayámonos de copas!! Si no, cuando vayas al Sur y veas a Pedro, tómate con él una copa a mi salud, porfa. Gracias, niña. Besitos.
Nela:
Sin duda Luis era peculiar, mucho, pero también muy entrañable. Gracias. Besos.
Suso:
No recuerdo ni un sólo momento desagradable en esa esquina. Y pasé muchos... Gracias. Besos.
Lucrecia Borgia:
ResponderEliminarGracias. La verdad es que sí fue un feliz día de la madre. Besos.
Angel:
Probablemente seas un Luis con piel de Ángel... Besos, desde más al sur.
Sandocan:
Algunas personas nos acompañarán siempre, aunque ya no estén. Un abrazo.
Ricardo Miñana:
Es cierto, no todas las personas son simpáticas. Ni siquiera son todas buenas. Por eso es importante saber elegir las compañías... Gracias. Sé bienvenido y vuelve siempre que quieras. Feliz semana.
Lucía:
El bar también se extinguió, pero sí que apetece volver a pasarse por él. Gracias. Y la foto sí, es bonita. Después de horas buscando otra (que estaba en la vitrina), ésta me gustó porque tiene algo, no sé qué, del Bar. Besos.
Vëlourýa:
Para eso tienes que empezar a frecuentar un bar, e intentar que no sea de ésos que cambian mucho de camarero. Es un gusto poder decirlo. Un beso grande.
Juncal:
ResponderEliminarLa soledad acompañada... creo que ése era el principal encanto del local, de esa esquina, que fue confesionario, diván y terreno de juego. Así empezó, en parte, porque luego se transformó en ritual, punto de partida, zona reservada para los de siempre. (No había oído hablar de Miñana como diseñador, tendré que buscar). Un beso grande, Juncal.
Mercedes:
¿Será que estos lugares, estas historias, corresponden a una época que siempre queda en el pasado? Gracias a ti, siempre. Besitos.
tecla:
Cómo me mimas, mi niña. Tus palabras dan ganas de seguir, de no aflojar ni tener miedo. Muchísimas gracias. Un besote.
El Vocero:
Me gustó esa idea del bar como narrador. Porque es cierto, ¡si el bar hablara!... Muchas gracias. Besos.
Mariette:
Me encantaría llevarte a esa esquina. Me encantaría volver allí. Aunque ya no está. Sólo en la memoria. Un abrazo.
Lucrecia Borgia:
Recuerdo los efectos en usted del café con vainilla... miedo me da, jajaja. "Joven, aquí casi amanece. Please, go home". Me gusta esa despedida. Luis era más sutil y ofrecía la escoba... Besos.
Mar:
ResponderEliminar¿Fantasía sexual??? jajaja, tienes que contarme tu historia de bares, jajajaja. Besos, preciosa.
Julián:
Ese bar quedaba en A Coruña. Cerró hace ya seis años, después de casi veinte creando historias. Luis le sobrevivió sólo un año y medio. Un beso.
Gabiprog:
Es cierto. Por mucho estilo que tenga un local, necesita de las personas para humanizarse. Besos.
Walden:
Claro, tú viviste el otro lado de la barra... Pero, no creas, Luis tenía el don de liarnos para que lo acompañáramos hasta el cierre. Incluso para convencernos de pasar la escoba mientras hacía caja, jaja. Siempre caíamos. Cambié de barrio, de vida, de continente y de hemisferio... aunque el bar cerró medio año antes de venirme. Y sí, ¡no hay nada como la barra de un bar! Besos.
Lucía-M:
Muchísimas gracias. A mí me encanta como me animas siempre. Besitos.
Miguel Baquero:
A mí también me gustan esos rincones, donde uno tiene hasta reservado su taburete, esperándolo para una buena conversación. Besos.
Jo, con lo mal que se pasa cuando se cambia de gafas, no me imagino lo que tiene que ser cambiar de hemisferio.
ResponderEliminarYo también terminaba con la gente en otro garito. Aunque a mí me liaban, más bien.
Walden:
ResponderEliminarPues aunque no lo parezca, cambiar de hemisferio requiere de una adaptación extra. Tal vez me anime y escriba sobre ello. Y eso de "me liaban" me suena a excusa socorrida, jaja. Por cierto, ahora ya sabes que también tuve "mi punto intermedio", aunque se convirtió en mucho más que eso. Besos
Preciosa la fotografía.
ResponderEliminarApetecible y atractiva esa esquina del bar.
Biquiños.
Hoy me has pillado con la vena sensible.
ResponderEliminarTengo añoranzas de cierto bar, de ciertos momentos y de una esquina especial
Un beso Alís.
pd1) Disculpa mi breve comentario, hoy mis sentimientos me pueden.
pd2) La fotografia es una preciosidad.
Es como dice Toro. Los buenos camareros están en peligro de extinción. Eran los camareros que disfrutaban de su trabajo y de la clientela.
ResponderEliminarUn excelente relato.
besos y abrazos.
Hay bares que tienen esa magia especial, justamente donde te sientes como en casa, donde tenes un lugar preferido y donde algunas personas te hacen sentir muy a gusto.
ResponderEliminarComo Luis ya quedan pocas personas que te hacen sentir asi.
Hermoso escrito Alís.
Besos y abrazos!
Alis nena es un texto increible, me encanta la descripción.
ResponderEliminarA mi tampoco me gusta entrar sola en un bar, aunque si fuera uno como el que describes, seguro que entraría.
Un besote.
sunpongo que tendrán tabaco ¿no es así, pequeña Alís?
ResponderEliminarbiquiños
Alguien escribió una vez: "El hombre está hecho para comunicarse. El bar es idóneo para eso".
ResponderEliminarTenía razón.
Abrazos desde Galicia.
Tus textos y tus comentarios tienen efecto en mi sonrisa.
ResponderEliminar:)
Gracias!
fonsilleda:
ResponderEliminarMuy apetecible, sí. Biquiños.
Capri:
No tengo nada que disculpar. Compartamos añoranzas, que estoy por el estilo... Biquiños y un abrazo fuerte.
Josef:
Todavía hay algunos, no creas, pero es cierto que pocos. Muchas gracias. Besos.
Carla Peterson:
Luis era único..., pero se fue. Gracias, Carla. Besitos.
Odry:
ResponderEliminarEn éste, seguro que entrarías sola. Pero dejarías de estarlo una vez dentro. Gracias. Besitos.
incierto:
claro que tienen tabaco y también dejan fumar. biquiños.
Raposo:
Ese alguien tenía mucha razón. Y algunos bares facilitan mucho eso de comunicarse. Benvido. Bicos dende moi lonxe.
Lucía:
Me emociona lo que me dices. Y me hace sonreír. Un besazo. Gracias a ti.
Que raro es hoy día encontrarse camareros asi. Por cierto me ha encantado eso de al esquina, ¿porque siempre las esquinas tienen tanto valor?
ResponderEliminarBesos a monto artista!
Qué difícil es sentirse como en casa estando en un bar; luego es digno de agradecer...
ResponderEliminarBesos!
Entrañables esos rinconcitos.
ResponderEliminarMe gustó el relato.
Un abrazo Alis
También cuando entro a una bar busco quedar cerca del barman, siempre de ahi sale una conversación o interesante o entretenida, además de que puede contar las vidas de todos quienes están allí, incluso sin conocerlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si un maniquí puede hablar, ¿por qué no un bar?
ResponderEliminar;)
Y seguramente lo haría mucho mejor y con un montón de historias diferentes.
Besitos
Hugo Coopel:
ResponderEliminarLas esquinas unen, suman (en ellas confluyen dos lados); quizá sea parte de su valor. Bicos.
Joyce:
No ocurre en todos, por eso cuando encontramos el "nuestro" se convierte en un lugar mágico. Besos.
merce:
Muy entrañables, sí. Muchas gracias. Un besote.
Luis:
A poco que sean observadores, reúnen cientos de historias interesantes que contar. Y es divertido escucharlos. Un beso.
El Vocero:
No lo dudes. Si el bar contara todo lo que ve sería muy interesante. Ya te dije que me gustó mucho la idea y no la descarto, jeje. Besitos.
Habituar un Bar es confortante, para mí beber unos tragos desde la barra y observar a los demás es un deleite y ya cuando se me pasan las copas, me retiró a mi sepulcro, con la imagen de con quienes pude charlar algo interesante y luego me duermo entre mis sábanas para esperar el otro fin de semana. Abrazos mi linda Alís.
ResponderEliminarSalud-os desde "Morrisón Bar", mi Bar etéreo.
no me extraña que lo haya leído tanta gente, está genial contado y humm menudo camarero
ResponderEliminarUn beso y buen día
Bonito relato. Vuelvo a tu casa, después de un tiempo ausente.
ResponderEliminarEspero poder volver pronto.
Un besazo
Rampy
Húayat:
ResponderEliminarImaginaba que también tenías un lugar así. Un abrazo.
Mª Ángeles Cantalapiedra:
Muchas gracias. Sí, el camarero enganchaba, aunque no por lo que puedas imaginar... jajaja. Besos.
Rampy:
Gracias. Es un gusto verte por aquí. Sabes que puedes venir siempre que quieras, pero no te preocupes. Entiendo que el tiempo no siempre es nuestro aliado. Beso grande.
Existen "esos Bares", sí que existen y existen "esos camareros", si que existen, :))
ResponderEliminarMe trajiste hermosos recuerdos.
Beso grande
También me trajiste hermosos recuerdos al conducirme aquí. ¡Gracias!
EliminarBeso