“Me llamo Amanda, vengo de España y traigo una carta para él”, había dicho la mujer medio tartamudeando y curioseando hacia el interior de la casa después de preguntar si ése era el domicilio de Armando Fernández.
Marcela la invitó a pasar y le ofreció un café y un trozo de torta recién hecha. “Es de frutilla, la favorita de Armando”, aclaró, y le contó que su marido, muy enfermo, estaba descansando en el jardín.
Le brindó también una agradable y cariñosa conversación, logrando convencerla de que le entregase la carta a pesar de que la madre de Amanda había insistido mucho en que sólo la leyera Armando.
“A fin de cuentas, esta mujer es su esposa desde hace treinta años. Antes o después sabrá quién soy”, pensó Amanda mientras le entregaba el sobre a Marcela. Nerviosa observó cómo a esa mujer, de rostro dulce aunque con aspecto cansado, se le humedecían los ojos mientras sostenía temblorosa la hoja que había escrito su madre.
Al finalizar, la miró emocionada y le dijo:
-Intuí que eras hija de Armando en cuanto te vi en la puerta. Eres como tu padre cuando lo conocí. La misma mirada, los mismos rasgos, la misma expresión…
-Es curioso –respondió Amanda-, en el pueblo dicen que soy igual a mi madre.
Marcela no esperó más. Tomó a Amanda de la mano y la llevó hasta el jardín.
-No esperes mucho de Armando. Padece Alzheimer desde hace años. No reconoce a nadie. Apenas habla y cuando lo hace sólo dice incongruencias. Supongo que recuerdos de la infancia o… sabe dios qué se le pasa por la cabeza.
Amanda observó a aquel hombre que no era ni la sombra del que había conocido en la fotografía que su madre guardaba con tanta devoción. No lo hubiera reconocido. Parecía haber encogido y estaba bastante avejentado.
Superada la impresión inicial, se colocó frente a él, tomó sus manos y se acercó a su cara para besarlo.
Armando, que hasta ese momento estaba con la mirada perdida en algún lugar de su cada vez más vacía mente, pareció revivir. Fijó en ella sus ojos, hasta entonces ausentes, y tras observarla con un rictus melancólico, comenzó a balbucear palabras ininteligibles. Ante la expresión de extrañeza de ella, esbozó una sonrisa y repitió un nombre: “Amalia… Amalia…”.
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Me has emocionado....
ResponderEliminarainssssssssssssss...............
besos
Un recuerdo duro de borrar de carne y huesos ante el.
ResponderEliminar¿Es intencionado o casualidad que todos los nombres de la familia comiencen por A y tengan una m en alguna de las dos letras siguientes?
¿Y qué Marcela comience con la inversión "ma" de coincidencia anterior?
Saludos
Con razón decían en el pueblo que la muchacha era igual a su madre.
ResponderEliminarY el pasado rozó en un momento efímero y furtivo el recuerdo con forma de sonrisa.
Nunca la olvidó.
Que pena la vida a veces.
un beso.
Por cierto, los parecidos y la subjetividad, siempre de la mano.
Andamos liados con que si el Universo es infinito y tal, sin ver que el cerebro humano es lo más infinito y extraño que tenemos...
ResponderEliminarQué bien lo has reflejado...
!!!!!
Algunos recuerdos se graban a fuego en nuestra memoria, de manera que ni el Alzheimer es capaz de borrarlos. Y nada más difícil de olvidar que el amor y el dolor, sobre todo cuando van de la mano.
ResponderEliminarMordiscos
Nostalgis, ternura..consigues que sienta la historia, me haces cómplice...tacto, corazón.
ResponderEliminarEl juego oratorio por los que nos llevas me parecen soberbio.
..qué decirte. ¡Chapeau!
Un abrazo
Piadosa enfermedad que hace del recuerdo un olvido permanente.
ResponderEliminarBicos, hermanita, otra hermosa historia de vida contada sobria y profundamente.
Hay recuerdos que incluso el Alzheimer es capaz de borrar.
ResponderEliminarSupongo que el amor es uno de ellos.
Besos.
Era de esperar. El Alzheimer es caprichoso y recuerda los sentimientos de muchos años atrás...
ResponderEliminarQué pena! Armando nunca sabrá que tuvo una hija.
Pero como está enfermo se le consentirá el estado ideal de todo hombre cuerdo...¡la bigamia!.
(Supongo que irán alternando y le darán todos sus caprichos, qué menos)
Uff se me erizo la piel, es tristemente bello este relato y tan común esa enfermedad entre los mayores.
ResponderEliminarEn fin disfrutemos ahora de nuestra capacidad de leer, recordar y disfrutar de la vida.
un beso y felicidades por este hermoso relato.
Pury
Hay cuestiones a las que la ciencia escapa...una de ellas es el recuerdo a pesar del olvido que produce una enfermedad, la otra es no poder explicar esa forma tan increíble que tienes de contar historias :)
ResponderEliminar¡Me desarmaste con esta historia! Es hermosísima. Enhorabuena :D
ResponderEliminarMuy buen final, el amor que supera al olvido, porque después de todo, Armando recuerda a la que quiso y abandonó. Ni el Alzheimer pudo con lo que sintieron en su momento.
ResponderEliminarBeso
Ooo adoro esta entrada, y la anterior!!! Todas, pero esta historia...me desarma el corazon
ResponderEliminarJo.
ResponderEliminarMe he quedado hecho polvo.
Que fuerte.
Besos.
A buenas horas se acuerda, el tío.
ResponderEliminarHay cosas que definitivamente, no se olvidan...
ResponderEliminarEl corazon entiende de memoria.
besitos
Me has hecho retroceder a los tiempos en los que imagino que algo así sería casi "moneda corriente". La ternura y sencillez con que lo has narrado, lo hace más creíble.
ResponderEliminarBicos.
Quizá si que al final todo el mundo se pone en su lugar, tiempo al tiempo...
ResponderEliminarBesicos
Escribo ésto con un solo dedo en el teclado. Con la otra mano, me estoy rascando la cabeza.
ResponderEliminarUn beso.
Un relato entrañable que describe con maestría un encuentro.
ResponderEliminarUn abrazo.
AMALIA COMPLETO LA AUSENCIA...
ResponderEliminarEn su mente vacia
ResponderEliminaraún quedaba un nombre
a pesar de la enfermedad
y los años.
Con cuanta ternura
envuelves tus relatos Alís,
es una delicia leerte.
Biquiños
Tienen razón ! Todos empiezan o terminan con A : Armando, Amalia, Amanda, Marcela, Alís, Susana, Lucrecia, Alzheimer, España, Carta, Frutilla, Casa, Puerta, Galicia...
ResponderEliminarInteresante y emocionante relato.
Un beso
Precioso Alís!. Muy dulce, muy sentimental, lleno de emociones. Me ha gustado muchísimo, linda.
ResponderEliminarUn beso.
Recuerdo los últimos días de mi abuela. Es muy duro.
ResponderEliminarMe da miedo hacerme viejo ;((
Besos enormes
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHe podido leer las dos historias de una tacada y lo prefiero.
ResponderEliminarHas manejado muy bien a los personajes. Has creado el clima apropiado para sentir pena por ese hombre y por la aparente felicidad de Amalia (Que en mi opinión no es tal)
No puedo saber la causa que impidió que Armando volviese a buscar al amor de su vida, pero si pudo rehacerla en otro país y formar una familia, dudo de su honestidad en el amor.
Por otro lado, Amalia fue la que realmente lo pasó mal, aunque no quiera expresarlo en esa carta. Su actitud es comprensible. Hay que continuar viviendo. Pero de ahí a sentirse feliz viviendo del recuerdo y teniendo una hija de la persona desparecida, va un trecho.
Es mi opinión
Lamento la crudeza
Besos Alís
Has tocado una de las situaciones más complejas que me ha tocado observar, el deterioro del Alzheimer, y pareciera ser más triste cuando ataca a personas que han llevado una vida plena y feliz, es increíble como todo se desvanece y se transforma en una colección de fotografías sin sentido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Alis, después de un tiempo ausente en la bloggosfera y poco a poco voy poniéndoe al día . Me alegro mucho de volver a leerte después de tanto tiempo.
ResponderEliminarRecibe un beso enorme.
Rampy
Una situación compuesta de elementos, más o menos, cotidianos y de elementos, mas o menos, excepcionalmente verosímiles. ¡Y que bien escrito!
ResponderEliminarBesos.
D.L.
El final es emotivo e impresionante, si acabara el cuento aquí... bueno, y si siguiera también. No acostumbro a detenerme en las historias sobre Alzheimer, porque, sencillamente, me aterran, pero la tuya ha dado un giro tan tierno y bello que de verdad me ha conmovido.
ResponderEliminarTriste papelón el de Amanda. Me gusta cómo le has dado la vuelta a la historia.
ResponderEliminarEl cerebro humano es el misterio más profundo de la vida.
ResponderEliminarEstoy conmovida.
Al final, todo es Nada.
Tremendo.
Creo que el corazón sabe perfectamente cuando tener ese instante de lucidez, es el corazón, son los sentimientos!!!
ResponderEliminarUna hermosa historia Alís y muy tierna y conmovedora, he leido esta y algunas anteriores!!!
Besos
Incapaz, queria decir incapaz.
ResponderEliminarQué bonito, Alís. Qué y cuánta ternura le imprimes.
ResponderEliminarQué dulce relato!!
Besos, linda.
Nuevamente una de esas historias en que el escritor juega con el lector y lo lleva donde el ni siquiera se había imaginado.
ResponderEliminarMe gusta mucho.
Me suena a la última travesura de León de Arnoa.
ResponderEliminarAlísssssssssss...que bonito.Me has dejado pegada al monitor y no puedo despegarme.
ResponderEliminarBesos.
También me ha gustado mucho... lo primero que pensé: "ha resuelto la curvatura del círculo", has sabido encontrar el argumento preciso y sobre todo, original para que el padre reconociera indirectamente a su hija biológica sin herir a la sufrida y cuidadora esposa de Armando.
ResponderEliminarMe ha parecido un texto muy bien narrado y una delicia de lectura.
saludos.
Definitivamente es un recuerdo imborrable....los recuerdos que llevamos en el corazon, son los ultimos que saldran de nuestra cabeza... como aquel recuerdo de armando!
ResponderEliminarUn beso
Que pena da eso del Alzheimer... Ahora hablan de un medicamento que tal vez puede funcionar.
ResponderEliminarEspero que no sea un farol para que no les quiten las subvenciones.
Un relato muy cercano.
Besos
Me da la sensación de que una historia tan increible, tiene que ser, por fuerza, real....
ResponderEliminarAlis,
ResponderEliminarMe he animado a crear un blog específico sobre críticas literarias. Simplemente para opinar de qué nos parecen esos libros que con tanto entusiasmo leemos y que tantos sentimientos nos despiertan, unas veces agradables, otras, no pocas, de aburrimiento.
Argallada o testemuña, a historia está ben trenzada.
ResponderEliminarSe calcetas tan ben como escribes, eu pediríache unha bufanda para o inverno de Antas!
¡que tierno!
ResponderEliminarhabrá miles y miles de historias como ésta que nos has contado.
bicos,
precioso relato. Mil gracias por tus palabras. Un beso
ResponderEliminarEl mejor recuerdo es que el se puede respirar al instante. Después, la existencia nos regala sorpresas, aunque algunas no deberían llamarse nunca regalos...
ResponderEliminarUn abrazo.
Emocionada...voy a por la siguiente.
ResponderEliminarUn beso
De cenizas
ResponderEliminarAy!… Gracias. Besos.
Uno
Lo de los nombres no fue intencionado, pero intuyo que tampoco casualidad. En lo de Marcela no había caído… Besos.
Juncal
Efectivamente, nunca la olvidó. Besos.
Más claro, agua
Queda tanto por descubrir dentro de nosotros mismos… Gracias. Besos.
Zarzal (Anto)
El Alzheimer empieza por borrar lo más reciente. Es normal que entonces surjan con más fuerza recuerdos que ni sabíamos que estaban, pero antiguos. Besos.
Sabela
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Tus palabras me alientan. Un beso.
REL
Me gustó eso de “que hace del recuerdo un olvido permanente”. Es un bonito modo de definir una enfermedad terrible. Bicos.
Nacho
(Leí ya tu posterior aclaración). Supongo que es porque el amor es más que un recuerdo, es algo que no deja de sentirse. Besos.
Fiebre
Así es. El pasado se hace presente. No saber que tuvo una hija tal vez sea una bendición para él, que no tendrá que lamentar los años perdidos. En cuanto a lo de la bigamia… creo que le llega tarde para disfrutarla.
Pury de CB
ResponderEliminarDisfrutemos de nuestras capacidades y ejercitémoslas para que, de llegarnos la enfermedad, sea lo más tarde y lenta posible. Gracias. Besos.
Saltar del tren
Lo triste es que primero hay que poder explicar cómo sucede para poder encontrar una solución. Sobre lo otro… muchas gracias. Besos.
Espérame en Siberia
Muchísimas gracias. Besos.
Horacio
Los recuerdos más anclados en la memoria son más resistentes al Alzheimer, aunque no se sabe si son eternos. Gracias. Un beso.
Esme
Muchísimas gracias. Besitos.
Toro Salvaje
ResponderEliminarLa vida está llena de finales que no son felices. Besos.
Titajú
Bueno, se acuerda tarde y mal (algún día lograré conmoverte… es casi un reto para mí, jaja). Besos.
Verónika
Has dado con la clave. La memoria no depende del corazón. Besitos.
Fonsilleda
También imagino que en otros tiempos situaciones así eran más probables. Muchas gracias. Bicos.
Belén
Dicen que el tiempo es sabio… ¿habrá que creerlo? Besitos.
Voy de anónimo…
ResponderEliminarEspero no haberte provocado el picor… Besos.
Nómada planetario
Muchas gracias, Nómada. Besos.
Rossina Salcedo
Amalia volvió… Besos.
Marisa
Su mente no estaba tan vacía como pudiera parecer… Muchas gracias. Biquiños.
Lucrecia Borgia
Claro, ahora no recuerdas a Martín porque te desbarata la teoría ¿no? Jajajaja Muchas gracias. Besos.
Zayi
ResponderEliminarMuchas gracias. Besitos.
Dani
Lo malo no es envejecer, sino cómo lo hacemos. Un beso grande.
Mr.McDonald
Llámame cínica, pero no creo en los comentarios que se repiten, con puntos y comas, en todos los blogs. Hubiera sido mejor dejar tu cuña publicitaria sin más.
Chinaski
Imagino que la felicidad de Amalia no es por el recuerdo, sino por su hija. Supongo que habrá momentos de debilidad, pero creo que debe de ser más fácil de enfrentar la vida si construyes un buen recuerdo de qué te llevó al presente. Y Armando tal vez no sea tan culpable. Gracias (no has sido crudo en absoluto). Besos.
Luis
ResponderEliminarEs muy triste ver cómo se va apagando una persona. Gracias. Un abrazo.
Rampy
Yo también me alegro de tu regreso. Besitos.
Delfín Loco
Muchas gracias. Siempre me animas un montón. Besos.
Miguel Baquero
El Alzheimer es aterrador. Pero detrás de cada caso hay una historia, la mayoría de las veces conmovedora. Gracias. Besos.
Claudia
Debía de tener muchas ganas de conocer a su padre para enfrentar esa situación. No sé si yo podría… Besos.
Tecla
ResponderEliminarTodo es Nada, incluso antes del final… Un abrazo.
Latidos
Los sentimientos tienen mucho poder… aunque no puedan hacer milagros. Muchas gracias y bienvenida. Besos.
Mercedes
Tú sí que eres dulce conmigo. Gracias! Besitos.
Rudy
A veces la historia se impone. A menudo no sé a dónde va cuando me pongo a escribir. Besitos.
Mariette
Eso me suena a piropo… (salvo que no te guste el trabajo de León de Aranoa, claro). Besitos.
Morgana
ResponderEliminarDespégateeee… Gracias. Besitos.
Lemaki
No sé si en su estado puede reconocer legalmente a su hija, pero creo que a Amanda le importa más ser aceptada. Gracias. Un abrazo.
V de Tierra
Los sentimientos imprimen cierta inmunidad en los recuerdos. Besos.
Food and Drugs
Por ahora, con suerte, son medicamentos para probar suerte… Ojalá no tarden en dar con una solución. Gracias. Besos.
Sommer
No es real… ¿o sí? Gracias. Me pasaré por tu nuevo blog, a ver si puedo participar en algún debate. Besos.
Chousa da Alcandra
ResponderEliminarPara unha bufanda creo que me da, pero non me pidas moito máis… Moitas gracias. Bicos abrigados.
Aldabra
Parecidas seguro que sí hay. Muchas gracias. Biquiños.
Caos
Muchas gracias a ti. Besos.
Gabiprog
Es cierto, algunas sorpresas de la vida (quizá la mayoría) son cualquier cosa menos regalos… Besos.
Nela
Muchas gracias. Besitos.
.. Sigo leyendo no hay peor olvido que el recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo
BB