lunes, 28 de octubre de 2024

Se alquila

 

 Fotografía: Alís Gómez


Nos gustó el nombre de la inmobiliaria, Samaín, lejos de los anglicismos tan de moda. Nos gustó aún más el piso cuando lo visitamos: amplio, con sus techos altos, espacios renovados en los baños y la cocina, pero manteniendo los suelos de un siglo atrás. Y su ubicación: un edificio señorial en el centro de la ciudad, con un precio que estaba dentro de nuestro presupuesto. Tomamos la decisión al instante.

 

Fue después de que llegaron nuestros muebles, tras un par de meses de viaje ultramarino, que comenzaron a suceder esos fenómenos extraños. Primero fueron los sonidos en el salón durante las noches, sobre todo el palo de lluvia, que parecía cobrar vida.

 

Después fueron las caras que aparecían en la ventana cuando éstas se empañaban en los días lluviosos. O aquella chaqueta que apareció colgada en un armario, aún con la etiqueta marcando un precio que nos remontaba a otras épocas: 3 pesetas.

 

Cuando en nuestro baño apareció un cepillo de dientes que ni nuestras hijas ni nosotros reconocimos como propio decidí ir a presentar un reclamo en la agencia. Llevábamos apenas seis meses en el piso y no queríamos que estos sucesos fueran a más y se volvieran incluso peligrosos.

 

- ¿Eso pasó en vuestro piso? No puede ser. Tiene que haber un error. Déjame mirar.

 

La empleada no pareció sorprendida por lo que le contaba, más bien por el hecho de que nos estuviera ocurriendo a nosotros. Yo no comprendía nada.

 

- Efectivamente, os pido disculpas, ha habido un error. Los fantasmas no debían haber entrado a vuestra vivienda, sino a la de enfrente, que tiene inquilinos de renta antigua. Lamentamos los inconvenientes. No os preocupéis, no tenéis nada que temer. Eso se acaba ya. Y como compensación, tenéis un mes gratis.

 

El regalo de compensación me pareció lo suficientemente atractivo como para no pedir más explicaciones. Y el hecho es que desde ese momento no ha ocurrido nada fuera de lo normal. Volvió la calma al hogar. El edificio volvió a ser el lugar tranquilo que nos pareció al inicio.

 

Salvo por los ruidos de hoy: los vecinos de enfrente se mudaron.

 

miércoles, 23 de octubre de 2024

Choclo, vendo choclo

 

Hizo un sol de justicia cada día de aquel largo verano en que Miguel se dedicaba a vender choclo en las micros de su ciudad. Usaba siempre una gran camisa roja de cuadros y tela gruesa, de manga larga, suelta por encima de unos pantalones ajados y rasgados. 

 

Las ventas se le daban bastante bien. Los pasajeros solían comprarle movidos por la compasión. Seguramente pensaban que no tenía otra ropa. Lo que no sabían es que la falda de su camisa escondía una pistola de fogueo que llevaba para ayudarse a completar la meta de recaudación diaria en caso necesario.


Choclo = Maíz

Micro = Autobús

viernes, 18 de octubre de 2024

Caperucita feroz (y el lobo rojo)

Eva Mendes, en el calendario Campari 2008

 
Nos conocimos en aquel parque tan concurrido. Él participaba en una manifestación contra el proyecto de la multinacional Altri que amenaza el ecosistema gallego. Yo corría, enfundada en mi chándal rojo con capucha.
 
Iba tan absorta escuchando música que no me di cuenta cuando, al pasar a su lado, dio un paso atrás, también sin verme. Chocamos y me caí. Me tendió una mano para ayudar a levantarme. Al tocarla me estremecí. (¡Qué mano más grande tienes! -pensé-. ¡Y tan fuerte y cálida!).

Al mirarle a los ojos (¡Qué ojos más grandes tienes! -pensé-. ¡Y qué profunda tu mirada!) sentí una ola de calor invadiendo mi cuerpo. Fue cuando me habló (¡Qué voz tan seductora tienes!, pensé) para pedir disculpas por el tropiezo, pero no había nada que perdonar. El cuento no había hecho más que empezar.

Sólo dije una palabra, que no fue ordenada por mi mente, sino por mi repentino deseo: "Devórame". No tuve que repetirla. No tuve que insistir. Decidió abandonar por unas horas su lucha y yo di por concluida mi carrera.

Su apartamento estaba cerca. Tardamos poco en llegar. Se nos había abierto el apetito de caricias y las prisas nos apuraron el paso.

Tan pronto cerró la puerta nos desnudamos sin pérdida de tiempo (¡Qué... cuerpo más grande tienes!, pensé) y nos dimos el primer beso apasionado. "¡Qué boca más grande tienes!". Esta vez pensé en voz alta. Su respuesta fue la lógica y ansiada: "Es para comerte mejor...".

Y resultó ser cierto. Nunca me habían comido tan bien.

Nos amamos toda la tarde y casi toda la noche, hasta que exhaustos nos dormimos. Con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, despertamos, nos miramos y sonreímos. Supimos al instante qué pensaba el otro...

Pero ése es otro cuento.
 

domingo, 13 de octubre de 2024

Fugaz olvido

 

Fotografía: Paco Canosa

 

Me volví estrella
para precipitarme
en fugaz olvido.



martes, 8 de octubre de 2024

Cuando fuimos un gigante

 
 
Fotografía: Tommy Ingberg


- ¿Recuerdas cuando juntos fuimos un gigante?

 

- Siempre estás con lo mismo.

 

- Es que fue maravilloso. Una bella metáfora de nuestra relación. Lo recuerdas ¿verdad?

 

- Claro, aún me duele.

 

- Tú y tu manía de quedarte con lo malo. No entiendo por qué no puedes recordar lo que sí fue genial.

 

- ¿Quizás porque para mí no lo fue?

 

- Era divertido. Podíamos verlo todo. Nos divertimos. Nos miraban y nos reíamos.

 

- Eso lo dices porque a ti te tocó arriba. Yo estaba abajo, sosteniendo, escuchando vuestras risas y sin poder ver apenas nada… ¡Oh, tienes razón! Es la perfecta metáfora de nuestra relación.

 

jueves, 3 de octubre de 2024

Por prescripción


 

El terapeuta le sugirió que rompiera cosas 
para manejar su frustración y su ira.

(Y empezó a romper corazones).