viernes, 22 de noviembre de 2024

Cuadro vivo

 

 
Fotografía: José Luis Cernadas Iglesias


Asiduo de la cafetería del Club Náutico, le gustaba sentarse siempre en el mismo lugar. Era la mesa del fondo, situada justo enfrente de la gigantografía de las galerías de La Marina. Poco amigo de conversar con otros, pasaba horas observándola.

 

Nadie se había percatado, pero él sí detectó cómo la fotografía cobraba vida. Lo primero que percibió fue cómo desaparecía en ella un cartel de Se Vende en uno de los últimos pisos. Sorprendido, puso más atención y en los siguientes días, semanas, meses pudo observar, por ejemplo, una cortina nueva que ondeaba hacia el exterior; un perro asomado que olía el viento; una señora mayor que fumaba, como si fuera a escondidas, en la ventana… La imagen mostraba la vida en movimiento en esos edificios escaparate. Y él se entretenía descubriéndola.

 

Hasta una tarde en que vio cómo dos operarios, con buzo de trabajo, se acercaban hacia él. Ya cerca, se colocó uno a cada lado y, de repente, en cuanto salieron de su campo visual, se vio en volandas. Cuando volvió a sentir la firmeza del suelo a sus pies, volteó la mirada y puso observar cómo en la pared que había dejado a su espalda se marcaba la huella del cuadro en el que habita.

 

domingo, 17 de noviembre de 2024

La fiesta de los 15


 

- Quiero una gran fiesta.

- No están los tiempos para ninguna fiesta.

- Quiero mucho brillo, música y muchos invitados.

- ¿No me escuchas? No podemos permitirnos una fiesta, y menos como la quieres.

- Quiero fuegos artificiales…

- Sí, claro, y un espectáculo de drones. ¿No me estás escuchando? ¡Que no hay fiesta!

- Quiero una orquesta, porque supongo que no aceptarás contratar a Juan Luis Guerra. Seguro que sube su caché después de ganar tantos Grammy.

- ¿Perdiste la cabeza?

- Y quiero un vestido largo.

- ¿¡Un vestido largo!? ¿Qué ocurrencia es ésa?

- Es que cumplo 15 años.

- ¿¡Y qué!?

- Es costumbre, a esta edad, celebrar un baile y vestirse de largo.

- No en este país. Además, lo hacen las niñas... ¡¡y tú eres un blog!!

 

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Y ya son quince años desde que publiqué la primera entrada de Mi cajón desastre. Una gran aventura, una relación intensa, con sus altos y bajos, un lugar en el que mantener viva mi pasión por escribir, un espacio en el que he conocido a bellísimas personas, algun@s todavía estáis, otr@s se fueron, y como en la vida un espacio que también me provocó algunas decepciones. Con mis idas y venidas, el balance todavía es positivo.

Muchas gracias por seguir ahí y por alentarme con vuestros comentarios. Sin vuestra presencia, no sería posible haber llegado a estos 15 años. Sois el mejor regalo.

 

martes, 12 de noviembre de 2024

Im-posible

 

Fotografía: Michael Knoll

 

- Hola. Soy Candela Pascual. Yo os acompañaré en este módulo.

 

Una treintena de personas se inscribió en el curso. Ninguna igual a otra; ni parecida. Tras presentarse, Candela se tomó su tiempo para observar sus rostros, uno a uno. Despacio, tranquila. Su sonrisa ayudaba a sostener el silencio.

 

- ¿Cómo queréis seguir?

 

El más tímido fue el primero en responder. No quería arriesgarse a otro silencio

 

- ¿Podemos elegir?

- ¡Claro! Claro. ¿Quién manda en tus deseos?

- Me refería a si con elegirlo, se cumple.

- No lo sé, ¿cuál es tu experiencia?

- Es que… ¿para qué desear lo imposible?

- ¿Sólo deseas lo que es posible?

- Hasta ahora sí.

- ¿Y qué hay más allá? ¿De qué te pierdes?

- Bueno… Es imposible saberlo.

- ¿Qué haces tú con lo imposible?

- Supongo que resignarme. O aceptar. Y visitarlo. Que no lo desee no me impide imaginarlo. Ir a por lo posible es mi elección.

- Y si pudieras hacer posible un imposible sólo con desearlo, ¿qué sería?

- Que tú decidas cómo seguir.

 

jueves, 7 de noviembre de 2024

La caja misteriosa


 

Sofía sintió que había llegado el momento. Sentada sobre la alfombra de su habitación sostenía nerviosa la caja que su madre le había entregado en su lecho de muerte.

 

- Esta caja te pertenece ahora. Acompañó a las mujeres de la familia por generaciones. A mí me la entregó mi madre y a ella la suya, así sucesivamente desde hace siglos. Lo que verás en ella es muy, muy poderoso, por eso sólo debes abrirla en caso de necesidad, cuando sientas que tu vida necesita un cambio. Ahí encontrarás lo que necesitas para lograr lo que quieras.

 

Sofía temblaba. No estaba segura de querer recurrir a elementos mágicos para resolver sus problemas. Aún recordaba lo mal que lo pasó de niña cuando los vecinos acusaban a su abuela de bruja. Ella sabía que no lo era, simplemente era una mujer sabia a la que muchas personas acudían para pedir consejo, pero ese reconocimiento de muchos era visto por otros con recelo. Siempre pesó sobre las mujeres de su familia la sospecha de que practicaban el ocultismo.

 

La sensación de vacío era, sin embargo, insoportable. No encontraba salida a su situación, ni las fuerzas para intentarlo. Acababa de atravesar por un período de pérdidas tan dolorosas que la habían hecho perderse a sí misma. Necesitaba un aliciente, quizás un milagro, para rehacer su vida. Sin duda, había llegado el momento de abrir esa caja que por años había guardado sin atreverse ni siquiera a tocarla.

 

Lentamente, con las manos temblorosas, fue abriendo poco a poco la caja. Estaba aparentemente vacía. Se asomó a su interior para encontrar eso tan poderoso que, según su madre, guardaba.

 

Al hacerlo, un espejo adherido al fondo le devolvió la imagen de su rostro.

 

 

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Me animé a participar en el reto de los jueves. Esta vez lo convoca El Demiurgo de Hurlingham y el tema que propone es "la caja misteriosa".


Podéis encontrar el resto de relatos aquí.

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

¿Qué queda de mí?

 

¿Qué queda de mí en los lugares en los que fui y ya no estoy?

¿El vacío? ¿Un alivio? ¿Un tibio recuerdo? ¿O el más frío de los olvidos?

¿Me recuerda el atardecer?

¿Echa de menos la Luna las palabras de amor que me inspiraba?

¿Buscan las Pléyades mi mirada con el mismo afán con que yo las rastreaba?

¿Cuál es la sensación que acompaña a mi nombre cuando éste aparece de repente en la memoria de quienes quise? ¿Qué emociones hablan de mí y de mi paso por sus vidas?

¿Qué queda de mí en los lugares en que fui y ya no estoy que siga pudiendo sembrar?

¿Qué queda de mí en los lugares en que fui y ya no estoy que perdí para siempre?

¿Qué queda de mí en este enésimo inicio?

¿Qué queda de mí?

 

lunes, 28 de octubre de 2024

Se alquila

 

 Fotografía: Alís Gómez


Nos gustó el nombre de la inmobiliaria, Samaín, lejos de los anglicismos tan de moda. Nos gustó aún más el piso cuando lo visitamos: amplio, con sus techos altos, espacios renovados en los baños y la cocina, pero manteniendo los suelos de un siglo atrás. Y su ubicación: un edificio señorial en el centro de la ciudad, con un precio que estaba dentro de nuestro presupuesto. Tomamos la decisión al instante.

 

Fue después de que llegaron nuestros muebles, tras un par de meses de viaje ultramarino, que comenzaron a suceder esos fenómenos extraños. Primero fueron los sonidos en el salón durante las noches, sobre todo el palo de lluvia, que parecía cobrar vida.

 

Después fueron las caras que aparecían en la ventana cuando éstas se empañaban en los días lluviosos. O aquella chaqueta que apareció colgada en un armario, aún con la etiqueta marcando un precio que nos remontaba a otras épocas: 3 pesetas.

 

Cuando en nuestro baño apareció un cepillo de dientes que ni nuestras hijas ni nosotros reconocimos como propio decidí ir a presentar un reclamo en la agencia. Llevábamos apenas seis meses en el piso y no queríamos que estos sucesos fueran a más y se volvieran incluso peligrosos.

 

- ¿Eso pasó en vuestro piso? No puede ser. Tiene que haber un error. Déjame mirar.

 

La empleada no pareció sorprendida por lo que le contaba, más bien por el hecho de que nos estuviera ocurriendo a nosotros. Yo no comprendía nada.

 

- Efectivamente, os pido disculpas, ha habido un error. Los fantasmas no debían haber entrado a vuestra vivienda, sino a la de enfrente, que tiene inquilinos de renta antigua. Lamentamos los inconvenientes. No os preocupéis, no tenéis nada que temer. Eso se acaba ya. Y como compensación, tenéis un mes gratis.

 

El regalo de compensación me pareció lo suficientemente atractivo como para no pedir más explicaciones. Y el hecho es que desde ese momento no ha ocurrido nada fuera de lo normal. Volvió la calma al hogar. El edificio volvió a ser el lugar tranquilo que nos pareció al inicio.

 

Salvo por los ruidos de hoy: los vecinos de enfrente se mudaron.

 

miércoles, 23 de octubre de 2024

Choclo, vendo choclo

 

Hizo un sol de justicia cada día de aquel largo verano en que Miguel se dedicaba a vender choclo en las micros de su ciudad. Usaba siempre una gran camisa roja de cuadros y tela gruesa, de manga larga, suelta por encima de unos pantalones ajados y rasgados. 

 

Las ventas se le daban bastante bien. Los pasajeros solían comprarle movidos por la compasión. Seguramente pensaban que no tenía otra ropa. Lo que no sabían es que la falda de su camisa escondía una pistola de fogueo que llevaba para ayudarse a completar la meta de recaudación diaria en caso necesario.


Choclo = Maíz

Micro = Autobús

viernes, 18 de octubre de 2024

Caperucita feroz (y el lobo rojo)

Eva Mendes, en el calendario Campari 2008

 
Nos conocimos en aquel parque tan concurrido. Él participaba en una manifestación contra el proyecto de la multinacional Altri que amenaza el ecosistema gallego. Yo corría, enfundada en mi chándal rojo con capucha.
 
Iba tan absorta escuchando música que no me di cuenta cuando, al pasar a su lado, dio un paso atrás, también sin verme. Chocamos y me caí. Me tendió una mano para ayudar a levantarme. Al tocarla me estremecí. (¡Qué mano más grande tienes! -pensé-. ¡Y tan fuerte y cálida!).

Al mirarle a los ojos (¡Qué ojos más grandes tienes! -pensé-. ¡Y qué profunda tu mirada!) sentí una ola de calor invadiendo mi cuerpo. Fue cuando me habló (¡Qué voz tan seductora tienes!, pensé) para pedir disculpas por el tropiezo, pero no había nada que perdonar. El cuento no había hecho más que empezar.

Sólo dije una palabra, que no fue ordenada por mi mente, sino por mi repentino deseo: "Devórame". No tuve que repetirla. No tuve que insistir. Decidió abandonar por unas horas su lucha y yo di por concluida mi carrera.

Su apartamento estaba cerca. Tardamos poco en llegar. Se nos había abierto el apetito de caricias y las prisas nos apuraron el paso.

Tan pronto cerró la puerta nos desnudamos sin pérdida de tiempo (¡Qué... cuerpo más grande tienes!, pensé) y nos dimos el primer beso apasionado. "¡Qué boca más grande tienes!". Esta vez pensé en voz alta. Su respuesta fue la lógica y ansiada: "Es para comerte mejor...".

Y resultó ser cierto. Nunca me habían comido tan bien.

Nos amamos toda la tarde y casi toda la noche, hasta que exhaustos nos dormimos. Con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, despertamos, nos miramos y sonreímos. Supimos al instante qué pensaba el otro...

Pero ése es otro cuento.
 

domingo, 13 de octubre de 2024

Fugaz olvido

 

Fotografía: Paco Canosa

 

Me volví estrella
para precipitarme
en fugaz olvido.



martes, 8 de octubre de 2024

Cuando fuimos un gigante

 
 
Fotografía: Tommy Ingberg


- ¿Recuerdas cuando juntos fuimos un gigante?

 

- Siempre estás con lo mismo.

 

- Es que fue maravilloso. Una bella metáfora de nuestra relación. Lo recuerdas ¿verdad?

 

- Claro, aún me duele.

 

- Tú y tu manía de quedarte con lo malo. No entiendo por qué no puedes recordar lo que sí fue genial.

 

- ¿Quizás porque para mí no lo fue?

 

- Era divertido. Podíamos verlo todo. Nos divertimos. Nos miraban y nos reíamos.

 

- Eso lo dices porque a ti te tocó arriba. Yo estaba abajo, sosteniendo, escuchando vuestras risas y sin poder ver apenas nada… ¡Oh, tienes razón! Es la perfecta metáfora de nuestra relación.