Fotografía: Rodney Smith
Aquella mañana, Matilde, su secretaria (que lidiaba con maestría su temperamento; no en vano era su esposa desde hacía ya 34 años) le comunicó que las clientas lo estaban esperando en la sala de reuniones. Torregrossa estaba acostumbrado a realizar lecturas de testamentos. Eran un mero trámite para él. Pero en esta ocasión se sentía intrigado. Debía reunirse con tres viudas para comunicarles las últimas voluntades de su marido, un rico empresario extranjero que se había instalado hacía ya bastantes años en el país.
Se encontró con tres hermosas mujeres, de riguroso luto y en idéntica actitud. Leves matices en su vestuario marcaban las diferencias entre ellas, porque no sólo sus poses, sino también sus caras y sus figuras eran muy parecidas. Muy bien parecidas, por cierto.
Tras las presentaciones de rigor y de informarles cómo sería el procedimiento, Torregrossa pasó a leer el testamento:
“ Cathlyn: Eres cariñosa, responsable y entregada. Me has acompañado desde el principio y eres la única que me ha dado hijos. Para ti será la casa familiar, aunque deberás acoger en ella a tus hermanas mientras lo deseen y lo necesiten, hasta que vuelvan a casarse.
Susan: Eres inteligente, emprendedora y tienes carácter. Siempre me has ayudado a la buena marcha de nuestra empresa, conoces todo lo necesario de ella y sabes cómo manejarla. Ahora es tuya, pero tendrás que cubrir las necesidades de tus hermanas como hemos hecho siempre.
Rose: Eres apasionada, romántica y ardiente. Para ti es la casa de la playa, para que en cada atardecer sigas recordando las veladas que compartimos y con las que tan dichosa decías sentirte.
Las tres me habéis hecho inmensamente feliz. Os deseo la misma felicidad”.
Las viudas escucharon tranquilas el testamento, que contemplaba también la división en tres partes iguales de la fortuna del empresario. Parecían satisfechas, a juzgar por su calma, aunque no mostraron ninguna emoción. Se despidieron cortésmente y se fueron juntas, tal como habían llegado.
Fulgencio Torregrossa permaneció especialmente serio después de la reunión. Sin dar mayores explicaciones, tomó su chaqueta y su maletín, y abandonó la oficina.
Cuarenta minutos después, Matilde recibía, por primera vez en su vida, un hermoso ramo de flores con una tarjeta: “Gracias por ser todas en una. Te amo. Fulgencio”.
Que dulzura este relato..
ResponderEliminarMuy lindo y muy bien armado.
Cariños!
Maravilloso Alís..todas en una.
ResponderEliminarA veces te das cuenta de lo maravilloso que vive a tu lado en momentos como éstos..
Besos.
Morgana
Es precioso el relato,pero es triste que despues de 34 años no se hubiese dado cuenta antes de la valía de su esposa...en fin...
ResponderEliminar¡¡¡hombres!!! ;)
Un beso
Qué suerte han tenido, tanto Fulgencio como Matilde: el ramo no es más que una constatación. Puede que Fulgencio no se diese cuenta de esa suerte hasta leer el testamento del otro, pero seguro que tanto él como ella lo sintieron desde mucho antes. Y si Matilde era su esposa desde tanto tiempo atrás, era porque Fulgencio fue consciente de ese sentimiento; pensar otra cosa sería un horror.
ResponderEliminar¿O deberíamos pensar otra cosa?
¡¡ME HA ENCANTADO!! Muchas veces ocurre eso. Nos gusta de cada persona cosas distintas y todas juntas forman un completo. Pero nada es perfecto y seguro que Matilde, con sus más y sus menos, era lo más importante para Fulgencio. Ojalá que no tengamos que vivir una situación así para demostrarle nuestro amor a alguien...
ResponderEliminarMuchos besos corazón
Yo no le hubiese aceptado ninguna propuesta.
ResponderEliminarEs que siempre me han caído muy mal los notarios y aún peor los indecisos;)
Y eso de elegir, ya ni te cuento.
Con lo cual, me iba con lo puesto y dejándole una rosa en su tumba y un bye bye love bien cantado y dándole las gracias por lo que me dio en vida que ya fue mucho según él. Y así no más.
Besos Alís.
Me gustó el cuento.
¡Qué majo, el Fulgencio! Cj no me regala nada así desde... desde jamás de los jamases.
ResponderEliminarComo mucho romanticismo me regala un calentador de pies.
Y hablando de pies, ya me tienes babeando. Me chiflan los zapatos que salen en primera plana.
Adoro los tacones.
Un bello relato,
ResponderEliminarla pena es que
no diese cuenta
en 34 años, pero
más vale tarde
que nunca.
Besos.
Que lindo, lindo, lindo relato!
ResponderEliminarAl menos tarde pero seguro se dió cuenta de lo que esa mujer, su mujer, significaba para él.
Felicitaciones Alis.
Besos descalzos.
No me gustó.
ResponderEliminarA mí no me lo hubiera hecho.
Matilde tendría que haberlo envenenado.
eres mi ficha.
ResponderEliminarun beso de admiración. cada vez mejorando.
Nunca es tarde para destacar a la Mujer que tenemos a nuestro lado. Lindo y lúdico texto, como siempre sorprendiéndonos. Un abrazo.
ResponderEliminarSalud-os desde la caverna de mi soledad.
Bella y hermosamente sorprendido con este relato, Alís.
ResponderEliminarNo sé si decir que Fulgencio fue el más afortunado. Pero es una historia linda.
En definitiva me quedo por acá. ¡Gracias!
Un beso.
Hola Alís, perdona mi incompetencia bloggera, estaba pegándome con el código html.
ResponderEliminarUn bonito relato de misterio, me intriga todo lo que insinúas sin contar.
Tres viudas, hermanas entre sí, probablemente trillizas, se casan con el mismo hombre, probablemente mormón o musulmán. La indolencia de las viudas hace pensar en una muerte no accidental, probablemente planificada.
Seguramente, tras soportar una vida de maltratos, engaños e intolerancia. ...O no.
Da un poco de miedo, no es de extrañar que Fulgencio, notario y hombre cabal, se quede con su Matilde ( por Dios ¿de donde sacas los nombres? )
Un besazo incondicional
ah! cuando te das cuenta de que lo tienes todo
ResponderEliminary no llega.
(maneras de ser infeliz a pesar de la felicidad)
biquiños
Si, si, si... el notario es un farsante de primera.
ResponderEliminarEl campeón de los farsantes.
Besos.
Tres eran tres las hijas de Helena, una rubia, otra castaña y la otra morena...
ResponderEliminar¡Bsss Alís!
Yo crei que las tres eran hermanas :)
ResponderEliminarmente sucia la mia, joder!
besitos
ERAN HERMANAS????????????
ResponderEliminarJAJAJAJAJJAA
perdon, me hace mal madrugar...
Claro, con estas cosas que escribes quien no curiosea... ¡Todas en una!! ¡Claro! ¡Me encantó!
ResponderEliminarBesitos, no seré boba y me temo que volveré más de una vez, pero no prometo exactamente cuando porque tengo mucho pendiente.
Respecto al anterior, la crítica constructiva, Cielo, no la destructiva, aunque sea autocrítica(habla la voz de la experiencia, jejej)
Besos
Alis, en respuesta a la pregunta que haz puesto en mi blog, mi respuesta va muy acorde con tu entrada:
ResponderEliminar"Soy las tres en una"
besitos.
¿Y que hubiera pasado si esas tres viudas no estuvieran citadas ante el notario para que les leyese el testamento? ¿Es que el tal Fulgencio, despues de 34 años, no se había dado cuenta que tenía en su mujer el compendio no solo de esas tres hermanas, sino de todas las mujeres del mundo?
ResponderEliminarMucho le costó al notario apreciar a su compañera de toda la vida, pero ya se sabe, los notarios, por ley, dan fe de lo que ven y de lo que les declaran, pero nunca de sus propios sentimientos.
La historia tiene su punto de humor con la presencia de las tres hermanas viudas (¿Serian trillizas?) y en la habilidad del difundo para irlas sustituyendo primero y compensando al final. ¿Será cierto eso de que en la variedad está el gusto?.
Está bien Alis, esta historia que con toda seguridad es imaginaria, pero a la que un psiquiatra podría sacerle muchas consecuencias.
Un beso
Compruebo, Alis, que te cargaste tu segundo blog, el de las canciones con sus apostilla.
ResponderEliminarNos lo perdemos, pero supongo que ganarás tiempo para otras cosas.
Un beso
Alis, mis disculpas por no visitarte y entregarte un abrazo pos sismo, pero la verdad estaba en estado de espectación por todo lo ocurrido a mi país, lo que escribí nació de la contemplación de una semana trágica...Espero que tu maremoto personal náufrague en buen puerto y si no "todo los días son lindos para remar".
ResponderEliminarUn abrazo fraterno.
Por casualidad bloggera llegué a tu espacio, y leí tu cuento. Qué quieres que te diga, me enganchó, lo encontré entretenido, atractivo, elementos básicos que se exigen de un cuento...
ResponderEliminarMis saludos para ti.
Una narrativa impecable y un relato precioso, realmente bonito, y lleno de amor. ha merecido la pena visitarte, en realidad ha sido un placer.
ResponderEliminarUn abrazo, josef.
Pues sí que fue amado el cuñado!
ResponderEliminarPor las tres hermanas!
XD
Es bonito que finalmente se reconozca y se valore lo que uno tiene, y a la vez penoso que se tarde tanto en reconocerlo y valorarlo...
Y el otro, que buscaba la perfección por etapas?
El relato sí que es perfecto ;)
Un besito
Lala
Muy bonito tu relato, como dice el refran mas vale tarde que nunca.
ResponderEliminarun placer pasar por tu casa.
feliz semana.
un beso.
Nunca valoramos lo que tenemos. Y en algunas ocasiones ya es tarde, muy tarde.
ResponderEliminarLuego vendran las lamentaciones.
Besos.
Muy buen relato y muy buena moraleja ( si es que se puede llamar asi), en ocasiones un suceso insesperado nos hace reflexionar , sacarnos la venda de los ojos y ser fieles a nuestros sentimientos, en este caso ambos ganaron tanto Matilde como Fulgencio.
ResponderEliminarPero yaaaa le vale, pudo haberse dado cuenta antes
Joooooo se han perdido muchos años de caricias y de amor, aunque tb creo a su manera ya eran felices x estar al lado uno del otro.
UN besito
Hallar a la mujer tu vida es excelente, convivir con ella 34 años maravilloso, saber agradecérselo constantemente una necesidad.
ResponderEliminarMe quedo con los tres pares de zapatos, y no quiero ni al notario ni al difunto ni nada de lo que tienen.
ResponderEliminarTampoco las rosas.
Yo quiero lo que me gano yo y caso de recibir, que me pongan contenta.
Nada de compartir con las demás. Menudo viejo verde, qué asqueroso.
También me quedo tu relato por lo mucho que dice a través de lo que calla.
Es un gran trabajo.
Gracias Alís por tu talento.
Que suerte la de Fulgencio de encontrar todas en una, aunque debo reconocer, que tampoco el difunto tuvo lmala suerte, llenó su vida con todos los espacios posibles....lo interesante sería plantear, ¿que es mas válido, tener a alguien (no hablo solo de mujeres, a la inversa me parece totalmente válido) que no lleno cada espacio del cuerpo y el alma o es válido repartirlo entre tres? ¿nuestra moral católica, aún siendo ateos, nos lo permitiría?
ResponderEliminarbesos
Niña que vengo a verte porque desde hace un tiempo na más que nos vemos en mi casa, asi que ya ves, visitando a la vecina.
ResponderEliminarVoy a leer
¡Qué bonitooooooooooo!
ResponderEliminarPero no me ha quedao claro una cosa.
Ese hombre que se murió ¿Cómo pudo dejar a tres viudas?
Eran trillizas?
Este hombre era moro y ellas, trillizas su harén?
Ains, mi querida Alís, mujer que reúna todas esas cualidades no existe, pa que nos vamos a engañar.
Pero hombres tampoco.
Así que he decidido hacerme de un haren.
Uno pa ver puestas de sol
otro pa que me lleve la contabilidad
y otro pa ir a los conciertos
y otro pa que me cocine
y otro pa que me aguante
No estoy de acuerdo con casi ninguno de los comentarios anteriores. Aunque, por supuesto, eso no tiene importancia.
ResponderEliminarEn mi opinion el protagonista de tu historia es el finado, que al fin y al cabo es quien ha sido capaz de enamorarse y enamorar a tres hermanas y convivir con ellas como si tuviese un haren. No me ha gustado de ellas su aparente alienacion.
¿Que puede llevar a un hombre a hacer eso?
O se lo permite su religión, o esta loco y su locura se contagia. O quizás encontró en tres lo que andaba buscando en una.
Otros, en esa búsqueda permanente del Santo Grial, van sumando divorcios y comprando boletos del "rasca y gana" para encontrar indefectiblemente "Siga buscando..."
No se Alis, al notario lo veo como un hombre gris, con traje gris, mirada gris y vida gris, acompañado de una mujer tan gris como el.
En cualquier caso, el relato es perfecto. Felicidades.
Besos Alis
Yo opino como Chinaski, que por cierto no me lo topaca hace tiempo.
ResponderEliminarEL DIFUNTO SE ROBA EL PROTAGONICO.
Besos y abrazos post terremoteados.
mar
Lady Alís...
ResponderEliminarBueno, sorprendida me quedo, jajaja. Qué tío más majo el muerto, jajajaj. Y el que dice aquello de "más vale tarde que nunca...".
Ingeniosa tú, my lady, muy ingeniosa.
Un beso.
LADY JONES
Ser todas para el otro. Ese es el reto.
ResponderEliminarBesos
Es que yo soy romántica empedernida e incurable además, pero me ha parecido hermosísimo... bellísimo...creo que lo más lindo que hay es que a una le regalen flores así sin más... aunque yo por razones ajenas a esta historia, no dejo que me regalen flores ( me he inventado que soy alérgica;)) pero más lindo es que te digan algo así...
ResponderEliminarMuy lindo!
Besitos.
Oye, tengo que ver porque mi blog no me ha actualizado el tuyo...ya estaba extrañada de que no publicaras y por eso me pasé...
Gracias Alís, muchisimas gracias.....por cierto, que mi padre se llamaba Fulgencio...jejeje, que coincidencia.
ResponderEliminarUn besazo guapa, uno muy gordo
Sol: Muchas gracias. Un abrazote.
ResponderEliminarMorgana: Muchas señales pueden recordarnos lo que tenemos. Se trata de verlas. Besitos.
Nela: Nunca le había regalado flores, eso no significa que no la valorara. No seas dura. Besote.
Subterráneo: Yo quiero pensar como tú y creer que la reunión con las tres viudas sólo le gatilló las ganas de decírselo a Matilde. Las flores llegaron por primera vez, espero no creo que fuera el primer te amo ni el primer gracias. Besos.
Marta: Gracias. Es difícil encontrar a alguien que reúna todo lo que nos gusta. Y si lo encontramos, es difícil acordarse de dar las gracias por ello. Besitos.
Eva: Veo que, efectivamente, no te caen bien los notarios. :-) Gracias. Besitos.
Titajú: No desesperes. Quizá cuando llevéis 34 años te llega el ramo de flores. Enséñale el relato, tu comentario y después la foto de los zapatos. Quizá lo pille… Besos.
Marisa: Quiero creer que sí se había dado cuenta. Ese día le entraron ganas de decirlo. Y, como dices, más vale tarde que nunca. Bicos.
ResponderEliminarDescalza: Así parece. Muchas gracias. Un besote.
Lucrecia Borgia: No me cabe la menor duda de que a usted no se lo hubiera hecho. Cualquiera le tose… Bienvenida. Un abrazo (en buena, no se me enfade).
Asturiela: No puedo evitarlo, pero siempre sonrío con tus comentarios. En cuanto a lo de ser tres en una… yo creo que te mejor te quedas con las dos primeras y dejas de buscarte la fecha de caducidad. Me temo que no está por ahí, jajaja. Besos.
Huayat: Los hombres y las mujeres deberíamos esforzarnos más por dar las gracias a quien nos acompaña. Seguro que lo merece. Gracias. Un abrazo hasta tu caverna.
CarloZ: Gracias. Será un placer tenerte por aquí. Nos leemos. Un beso.
Bolki: Me reí mucho con tu comentario. A ver, algún dato de los que apuntas sí estaba en mente y opté premeditadamente por callarlos, pero sin duda alguna tu imaginación supera a la mía (algo que ya había descubierto leyéndote). ¿Los nombres? No sé, Fulgencio Torregrossa llevaba varias noches rondándome. Un besazo para ti también.
ResponderEliminartransitorio: o sí llega pero no te das cuenta… si uno quiere ser infeliz, seguro que lo logra. biquiños
Toro: jajajaja, cree el ladrón… Aunque, tienes razón, es notario… Besos
Carlos Fox: Claro, y ninguna era buena, jaja. Besos.
Cat´s: A estas alturas ya no sé qué eran, jajaja. Inicialmente no. Lo de hermanas lo usó el marido por esa hermandad que tenían como esposas del mismo hombre… Pero ahora ya imagino a las Trillizas (¿te acuerdas de ellas? Tres rubias iguales que cantaban, creo. Ay, que me estoy delatando).
Mona lisa: Vuelve siempre que quieras. Para mí es una alegría verte. Respecto al anterior, tienes razón, pero la autocrítica tiene tendencia a ser destructiva; debe de ser por eso de la confianza… Besitos.
Albino: Lo que a mí me queda claro es que le entraron ganas de decirlo, pero tal vez no por primera vez. ¿Me sugieres que vaya a un psiquiatra? Puedo volverlo loco. (El otro blog, efectivamente, lo cerré. Estaba dando problemas. Me temo que usar los vídeos tenía sus riesgos, así que opté por lo más seguro).
ResponderEliminarPescador: No tienes que disculparte. Te veo poco, pero me alegra cuando puedo leerte (aquí y, sobre todo, en tu blog). Por lo demás, ahí estamos, remando. Un fuerte abrazo.
Taty Cascada: Muchas gracias por tu comentario. Yo también me enganché recientemente a tu blog. Y la última entrada, el relato de Antonio Ayoví, es hermoso y estremecedor. Seguiremos viéndonos, supongo. Un abrazo.
Moderato_Dos_josef: Yo te agradezco mucho tu visita y tus palabras. Vuelve siempre que quieras. Me encantará (y te visitaré con más calma, quedé con ganas de volver con tiempo). Un abrazo.
Lala: Lo ideal sería reconocerlo a diario, pero ¿quién tiene esa capacidad? ¿y quién se lo merece a diario? El otro iba sumando pequeñas perfecciones para alcanzar la perfección total. Gracias. Besitos.
RMC: Gracias. Un gusto verte de nuevo por aquí. Beso.
Nacho: Eso es lo triste, cuando nos damos cuenta demasiado tarde. Besos.
ResponderEliminarCapri: Se han perdido muchos años de regalar flores, pero caricias y amor quiero pensar que sí hubo, a pesar del carácter de Fulgencio. Incluso los cactus florecen de vez en cuando. Gracias. Un besazo.
Cesc: Al menos una necesidad para ella. Me gusta tu pensamiento. Beso.
tecla: Yo tampoco compartiría a mi hombre, pero allá los que por cultura o convicción deciden hacerlo. Siempre, claro, que sea decisión de todos (en este caso, todas). Gracias por tus palabras. Un besote.
Alberto: El difunto hizo lo que todos hacemos a lo largo de nuestra vida, pero a la vez. Es cuanto a tu pregunta, lo que sí tengo claro es que es el prejuicio social el que nos limita. Porque si el instinto hablara… Besos.
Nikté: Es que tu casa es muy divertida… Más que en moro pensé en un mormón, pero podía ser cualquier cosa con tres mujeres que accedieron a compartirlo. Veo que te montas muy bien tu harén, pero dime ¿para el sexo te buscarás un amante? Besos
Chinaski: Al hilo de lo que insinuaba Alberto, creo que si una sociedad acepta la poligamia, ésta se vive con normalidad. Me gustó tu comentario y de nuevo me intuyes. La historia ni siquiera partió por el difunto. Una vez más, la fotografía fue la raíz de todo, así que los protagonistas (si es que los hay) fueron variando. El notario, estoy de acuerdo contigo, es un pobre hombre. Gracias. Besitos.
ResponderEliminarMar: Creo que todos tienen su cuota de protagonismo, y cada uno, al leerlo, elige su favorito. Me alegra verte por aquí. Besitos de reconstrucción.
Lady: Dos joyitas de hombres ¿verdad? Gracias, amiga. Un besazo.
Soie: Eso es cierto. Supongo que vale la pena intentarlo si el otro intenta ser todos para nosotras. Besos.
zayi: Confieso que a mí, aún creyendo que el notario es efectivamente un hombre gris al que yo no aguantaría, también me parece tierno que ante esa situación le nazca decirle a Matilde que la ama y que tiene todo lo que él quiere. (no te actualiza mi blog porque tú seguías el otro, el de Partitura, que cerré porque daba problemas. Así que te doy la bienvenida a mi cajón desastre. Me alegró verte por aquí. Y gracias por la maratón de lectura). Besos.
Vane: No tienes que darme las gracias. Ojalá pudiera darte un fuerte abrazo, pero lo haré cuando vaya a Coruña. Prometido. Supongo que tu madre no se llamará Matilde… Un beso y un abrazo enorme. Gracias a ti por venir.
Oh. Grande Fulgencio. O avispado a tiempo (Cuando las barbas de tu vecino...)
ResponderEliminarUn beso, Alís!!
jose rasero: he decidido quedarme con que hasta la persona más seca y fría tiene su corazoncito.
ResponderEliminarUn besote
Más vale tarde que nunca.
ResponderEliminar¡Que bonito!
ResponderEliminarEsto si es un final y no lo que escribo yo.
Un beso.
John W.
Camaleona: estoy de acuerdo. Beso.
ResponderEliminarJohn W.: No seas modesto, tus finales son muy buenos. Un beso (y gracias por esta maratón de lectura).
Uy Alís, que hermoso, se me aguaron los ojos. Excelente cuento, o lo que sea, pero es super aleccionador. Un beso grande, y gracias por pasearte por mi blog.
ResponderEliminarJaud Nabir: Me alegro de que te haya gustado. Muchas gracias. Un beso.
ResponderEliminarOtro texto con una narrativa perfecta, se lee de una manera ágil y deseando hacerlo.
ResponderEliminarLa historia, con una buena moraleja, al menos al notario, le removió sus sentimiento, no,?
Beso.
¿Sabes, Carmela? Éste tampoco lo había releído, ¡y me ha gustado! jajajaja. Me estás haciendo un enorme favor trayéndome al pasado.
Eliminar;)
Gracias
Besos a montones