Estaba agradable la tarde. El Sol, mostrando por fin clemencia, se preparaba cansado para acostarse. La conversación, repleta de agradables silencios, profunda y liviana a la vez. La caricia de la brisa, con esa suavidad que sólo detectas cuando no tienes prisa. El tiempo se detenía a ratos esa tarde en esa terraza.
- No me había fijado en esos árboles de tu jardín.
- Son abedules.
- Nunca reparé en ellos y me sorprende. Los tres juntos… Dos grandes y uno chico…
- ¡Oh, cierto! Como nosotros con la peque.
- Entiendo que el pequeño es la niña. De los otros dos, ¿cuál eres tú?
Susana perdió su mirada en ese rincón del jardín. Guardaba silencio.
Laura supo que no habría respuesta. Algo le decía que Susana se estaba mirando por primera vez.
Los abedules mayores tenían la misma altura. Uno estaba frondoso. El otro, a su lado, se secaba.
Poética analogía.
ResponderEliminarQue contrariedad que se esté secando uno de los árboles.
Besos.
Gracias, Demiurgo
EliminarBesos
La vida misma. Pena que uno de ellos vaya muriendo.
ResponderEliminarUn abrazo
Albada, y la vida nos da señales constantemente si estamos atentos a verlas
EliminarUn abrazo
Son ojos heterotópicos (me enseñó el término Juan Eduardo Cirlot en su obra "El ojo en la mitología. Su simbolismo")
ResponderEliminarGracias, Fackel. Me gusta pensar que nos los encontramos para recordarnos que hay algo que no vemos y necesitamos mirar
EliminarUn abrazo
Delicado...
ResponderEliminar¡Y gráfico querida amiga.
Abrazos Alís.
Muchas gracias, Ernesto
EliminarUn abrazo
Me encantan los abedules. Me hermano ingeniero forestal me contó algunas sabrosuras respecto a ellos también jeje
ResponderEliminarIncluso en Minecraft el Abedul fue de los primeros introducidos. Honores.
Nocturno, ¿y nos vas a dejar sin conocer esas sabrosuras? Cuenta, cuenta
EliminarUn abrazo
Mientras uno crece otro se desvanece.
ResponderEliminarDifícil pregunta para ella.
Un abrazo.
Alfred, a veces preferimos no ver según qué cosas, aunque necesitemos mirarlas para no secarnos.
EliminarBesos
Una gran metáfora. Un beso
ResponderEliminarGracias, Susana
EliminarUn abrazo
Como un presagio.
ResponderEliminarSalu2, Alis.
De hecho, lo fue, Dyhego. No lo sabíamos entonces
EliminarBesos
No hay dos sin tres.
ResponderEliminarSaludos a los tres abedules.
Manuel, y a la tercera va la vencida...
EliminarBesos
Supongo que Laura no preguntaba por obtener una respuesta que ya conocía, sino porque Susana se planteara la pregunta.
ResponderEliminarBesos.
Macondo, supones bien. Las preguntas son más poderosas cuando las hacemos para que quien tenga que responderlas se escuche. Me intuyes ;)
EliminarBesos
Precioso, gracias por compartir Alís.
ResponderEliminarLo del color de los flamencos es por edad, no por especie. El ejemplar de las fotos no ha llegado a la edad reproductora, aunque le falta muy poco.
Un fuerte abrazo desde Castro Urdiales.
Muchas gracias, Germán. Por tu comentario y por resolver la duda sobre los flamencos
EliminarUn abrazo grande
Pronto al abedul como al olmo secos, ramas verdes les saldrán. El amor brota siempre en primavera, menos para los muertos, claro, de estos, brotan ángeles sin nombre. Muy sugerente tu texto. Enhorabuena.
ResponderEliminarJulio, a veces necesitan ser trasplantados...
EliminarMuchas gracias
Un abrazo
Que bonita esa comparativa a la familia, aunque una de ellos no estuviera en su mejor momento.
ResponderEliminarCuantas formas hay de morir, y de representar la escena, en este caso es poesía pura.
Un besote, feliz fin de semana.
Muchas gracias, Campirela.
EliminarBesitos
Pasa en todas las uniones; una parte siempre verá partir a la otra. Nunca ocurre a la vez.
ResponderEliminarCabrónidas, espero que pase en todas las uniones que no debieran serlo. La idea es crecer juntos ¿no? Por último, que vayan alternándose
EliminarBesos
Es triste que algunos árboles se tengan que secar.
ResponderEliminarBesos.
Sí que lo es, Amapola
EliminarBesos
En la tierra todos somos uno, y todos sufrimos por lo mismo. La perdida está en todo lugar de nuestra madre naturaleza. Enfrente de casa hay tres árboles, dos de ellos, el que está a la derecha e izquierda crecen preciosos, el del centro es más pequeño y apenas tiene hojas, tanto me llama la atención que hice un poema de esa escena. Como me explico que estando en el mismo lugar uno salga perdiendo. Una similitud con los humanos. Me ha encantado Alís. Un beso y feliz fin de semana.
ResponderEliminarCarmen, quizás estar en el mismo lugar no sea lo mismo que estar en el lugar adecuado...
EliminarMuchas gracias
Besos
Cada mirada es diferente.
ResponderEliminarA veces creemos que todo lo que sentimos es compartido por los demás que nos rodean.
Y no suele ser así.
Besos.
Xavi, algo tan obvio como que cada mirada es diferente tendemos a olvidarlo. ¡Cambiarían (y mejorarían) tantas cosas si fuésemos conscientes!
EliminarBesos
A veces ocurre que dos árboles cercanos, uno es frondoso y el otro no prospera, pero no es culpa del frondoso; solo que lo plantaron mal.
ResponderEliminarRicard, tomo ese "lo plantaron mal" también como metáfora de las relaciones en las que entramos y no debiéramos. Lo digo pensando en Susana ;)
EliminarBicos
Hola.
ResponderEliminarQué buena metáfora. En pocas palabras has contado toda una historia. Enhorabuena.
Feliz tarde.
Muchas gracias, Marigem. Esa imagen de los tres árboles generó mucha reflexión en aquella conversación.
EliminarNo había entrado tu comentario porque blogger lo consideraba spam. Creo que ya lo resolví
Besos
Linda tu historia, no pensare mucho.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Erik. Haces bien ;)
EliminarBeso
Preciosos los abedules. Pero yo creo que Susana se está replanteando ser uno de los pájaros que lo habitan.
ResponderEliminarBubo, me encanta la alternativa que planteas.
EliminarBesos
El vigor de algún árbol merma la frondosidad del más próximo robándole la luz. Con las personas pasa lo mismo. A veces pecamos de candidez y nos convertimos en sombra.
ResponderEliminarUn beso.
Ilduara, me quedé pensando en qué me daría más pena: si descubrir que me estoy secando al lado de alguien a quien quiero o que alguien a quien quiero se seque a mi lado. Y no sé la respuesta.
EliminarBicos
Me quito el sombrero. Bien logrado, y el cierre con el silencio de Susana, genial. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos Augusto.
EliminarUn abrazo
Que bueno!!!
ResponderEliminarLa sorpresa del final hizo que lo tuviera que releer.
Impecable!!
Besos
Gracias, Frodo. Espero que esa relectura haya sido agradable
Eliminar;)
Besos
Muito interessante este texto.
ResponderEliminarArthur Claro
http://www.arthur-claro.blogspot.com
Muchas gracias, Arthur.
EliminarBienvenido al blog
A veces una imagen, (o una metáfora), te obligan a mirarte y ver lo que no quieres nombrar. Y suele ser liberador hacerlo aunque duela. Al menos es mi experiencia.
ResponderEliminarUn abrazo Alís
ResponderEliminarLoles, creo que cuando en una imagen podemos mirar eso que evitamos ver es porque esa situación está gritando por salir. Duele inicialmente, pero luego resulta ser lo mejor que podría pasarnos.
EliminarUn abrazo grande
A veces ya no es uno joven cuando se ve por primera vez, cuando realmente se ve.
ResponderEliminarMe da gusto tu vuelta querida Alís.
Te abrazo.
De hecho, Gilo, diría que la mayoría empezamos a vernos, con suerte, ya mayores. Supongo que la propia vida va creando la necesidad de que lo hagamos.
EliminarGracias ;)
Un abrazo
Cómo lo cotidiano puede ser nuestro espejo.
ResponderEliminarBesos.
Devoradora de libros, especialmente lo cotidiano nos refleja porque es lo que más presente está, lo que más a menudo nos ve.
EliminarBesos
Deberíamos al vez cuidar mejor nuestro jardín...y darle de beber, regarlo más a menudo... pero ojito con eso también porque podríamos ahogarlo también...
ResponderEliminarAunque cuando ando algo va perdiendo su esencia, habría que dejarlo seguir y ver fortalecer sus propias ramas...
Besos, Alís.
¿Cómo acertar con el punto medio? ¿Cómo cuidar el espacio común sin descuidar el de cada uno? Supongo que es un juego de equilibrio en el que hay que ir comprobando, revisando, conversando a cada paso. La inercia aparece como un riesgo a tener en cuenta.
EliminarBesos, Eva