Me pides permiso
para irte. Yo acaricio tu frente e intento sonreír mientras te digo que
descanses ya, tranquilo. Observo en qué han convertido tu cuerpo estos años de
lucha y entiendo que no es justo pedirte ni un esfuerzo más.
Tu cuerpo ha menguado,
pero tú no, tú has crecido desde la negación, la rabia, la pena y la asunción
en un proceso que te ha transformado en un gigante sabio que tiene que irse
cuando más podría enseñarnos.
Y yo maldigo esta
enfermedad que te arrebata de nuestro lado siendo aún tan joven. La maldigo al
tiempo que le agradezco, por habernos permitido no sólo despedirnos, sino
también decirnos todo lo que callábamos porque nos creíamos con tiempo, amarnos
mejor, conocernos más, confirmar la certeza de que de nuevo nos habríamos
reunido si la vida nos diera una segunda oportunidad, sin cambiar nada salvo
tal vez aprovechar más cada momento.
Hemos hablado tanto
en este último tiempo, que no es necesario extender la agonía. Hemos logrado
entender que vivir no se trata tanto de averiguar por qué ocurre lo
inexplicable, sino de aceptar, enfrentar y exprimir todas las posibilidades que
nos ofrece cada nueva situación. Aunque sea la última.
Acaricio tu frente
e intento sonreírte porque quiero que te vayas en paz, con la tranquilidad de
haber dado todo de ti, el convencimiento de que sabremos estar bien, la certeza
de que seguirás en nosotros y la satisfacción de haber exprimido hasta el
último segundo de vida asignado.
Y cuando te hayas
ido, lloraré. Expulsaré en llanto la pena y la rabia de no estar lista para
seguir sin ti, lloraré hasta vaciar de mí esta impotencia que me llena y me
impide parecerme a ti. Y después, de nuevo, te dejaré partir.
ResponderEliminarEl duelo en la enfermedad nos va preparando para el duelo de la partida.
El dolor se adelanta, la rebeldía termina por ceder y la asunción toma el relevo.
Cuando surja el brote ya en la ausencia, llevará en su savia la mejor selección de recuerdos que le harán inmortal en tu sonrisa.
Besos, Alís.
Que pena...
ResponderEliminarMe has conmovido.
Me has hecho recordar muchas cosas.
Un abrazo Alís.
Tú que eres sabia, afrontar así una muerte es lo más difícil.
ResponderEliminarbss
"Hemos hablado tanto en este último tiempo, que no es necesario extender la agonía. Hemos logrado entender que vivir no se trata tanto de averiguar por qué ocurre lo inexplicable, sino de aceptar, enfrentar y exprimir todas las posibilidades que nos ofrece cada nueva situación. Aunque sea la última."
ResponderEliminarBeso grande
Creo que es una de las mejores cosas que nos pueden ocurrir. Poder despedirnos, bien, de la gente que queremos.
ResponderEliminarLas despedidas muchas veces son difíciles, pero tienen que existir. No hay nada más duro en la existencia del ser humano que decirle adiós a quien se quiere, pero todo logra superarse...
ResponderEliminarbesos
Uf...que relato..viaje a mis propias catarsis que he tenido con estas despedidas...Un abrazo fraterno.
ResponderEliminarEspero que sea sólo un ejercicio literario y que no estés pasando por algo tan duro.
ResponderEliminarEn cualquier caso, te dejo un abrazo.
Conmovedor post. Me has emocionado. Me has hecho poner serio. Y me has hecho pensar. Y te he admirado.
ResponderEliminarUn beso.
Triste Alís. paro también muy bonito e incluso conmovedor hasta sentir el dolor de la pérdida...
ResponderEliminarHoy no soy capaz de decir nada más, excepto.
Un fuerte abrazo.
Bonita pero amarga despedida.
ResponderEliminarEu penso que a morte tería que vir de improviso.
Se me ha erizado el vello. Me has trasladado a una descuidada habitación de hospital justo hace un año...
ResponderEliminarLas personas nunca se van del todo. Permanecen junto a sus seres queridos, como sea, pero así es. Mucha fuerza, amiga.
Preciosa despedida Alís, espero sea sólo imaginada.
ResponderEliminarGracias querida por tu presencia en mi blog.
Abrazos
¡Qué triste! A mi se me fue una persona que era como mi padre, que era mejor que mi padre, un padre a fin de cuentas, y no pude escribir nada, han pasado muchos años y sigo sin poder hacerlo.
ResponderEliminarYo sé que esto que dices es tan real como cada palabra que describe al sentimiento, a la gratitud, a la peor despedida, la definitiva perdida.
Muchos besos, Alis.
No hay nada que nos prepare, solo el consuelo de haber dado lo mejor, de haber compartido y querido...
ResponderEliminarUn abrazo
Pones en palabras lo que ya muchos hemos vivido. Las ausencias son desgarros aunque hayamos dado todo, hecho todo, hablado todo, amado todo.
ResponderEliminarUn abrazo enomrme, Alís.
Y cuando se van, se van solos, nos iremos solos. Posiblemente algunos de nosotros hemos intentado pasar ligeros para no caer en los recuerdos. Dentro de la profunda tristeza que destila el relato, me ha parecido muy emotivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
O segredo: aproveitar máis cada momento...
ResponderEliminarSempre lembro o bico que din na frente fría dunha muller... é inesquecible...
Unha aperta.
Antón.
Siempre resulta cruel y prematura la muerte de aquellos que proyectan algo inmortal.
ResponderEliminarSaludos.
La lectura me deja un sabor amargo, el de las despedidas, más me hace pensar en el remedio de la aceptación para los que nos quedamos viendo como el otro se va.
ResponderEliminarGracias!
Estos son días
ResponderEliminarde sentimientos
y de recuerdos.
Un abrazo muy grande Alís.
Juncal: Así sea.
ResponderEliminarNo sabes la alegría que me he llevado al verte por aquí. Echaba de menos tus comentarios. Un beso grande.
Toro Salvaje: Lamento haberte traído malos recuerdos. Besos.
Claudia: Cualquier modo de afrontar la muerte es difícil. Besos.
Horacio: Aprendemos la teoría. Lo difícil es llevarlo a la práctica. Beso grande.
ResponderEliminarBubo: Sin duda, poder despedirse es un consuelo, un leve consuelo. Un beso.
Lucrecia Borgia: Menos mal que incluso los peores golpes pueden superarse. Si no, no valdría la pena seguir. Besos.
Pescador: Supongo que todos tenemos al menos una historia parecida en nuestra memoria. Un abrazo.
ResponderEliminarZeltia: No me pasó directamente, pero sí cerca. Y afectó mucho. Hizo bien ese abrazo. Bicos.
Miguel: Gracias. Espero que lo que te haya hecho pensar te ayude. Un beso.
moderato_Dos_josef: Gracias por tus palabras. Lo que siento es la historia que tiene detrás. Un abrazo.
ResponderEliminarPaideleo: Moitas mortes repentinas (a maioría, penso) deixan demasiados ciclos por pechar. Unha aperta.
Maria Coca: Lamento haberte recordado algo triste. Un beso grande.
MarianGardi: Lo único que imaginé es qué podría estar sintiendo la mujer de un amigo. Lamentablemente, todo lo demás es cierto. Un abrazo.
ResponderEliminarAntonio Misas: Sí, lamentablemente hay mucha realidad en lo que he escrito. Besos.
María Eugenia: Tengo mis dudas de que haya consuelo para algunas muertes que considero injustas y antinaturales. Sólo el tiempo, creo, puede calmar la rabia y el dolor.
Me alegra verte aquí. Un abrazo.
Virgi: Sí, no logro vislumbrar ningún modo de evitar ese desgarro. Un abrazo.
ResponderEliminarSteppenwolf: Por amor a quien se va, me consuela pensar que ya no sufrirá más, pero sigo sin comprender por qué muchos se van antes de tiempo. Un abrazo.
Antón de Muros: Esa é a lección que sacamos, aínda que moitas veces esquecémola. Unha aperta.
Cascarilleiro: Estoy de acuerdo. Un abrazo.
ResponderEliminarMagah: Creo que en el fondo es una aceptación fingida, por sanidad mental, porque no logro aceptar ciertas partidas. Aunque sé que es una carencía mía. Un beso.
Marisa: Coincide, sí, con fechas en que acostumbramos a recordar a los ausentes. Ha sido una triste casualidad. Biquiños
Creo que a todos en ciertas etapas de la vida, nos ha tocado vivir algo similar.
ResponderEliminarEs un momento duro.
Yo tardé mucho en poder llorar.
Besos, Alís.
Conmovedor relato.
La Zarzamora: Sí, Eva, lamentablemente cada vez más personas conocemos ese dolor. El llanto no consuela, aunque quizá ayude a mitigar la rabia. Besos.
ResponderEliminarLa tristeza de las partidas es infinita, aún cuando la creencia espiritual nos de consuelo. Dejar ir es una forma elevada del amor que uno tuvo por ellos en vida. Inmensa sabiduría escondida en ese dejar ir...
ResponderEliminarAbril Lech: Por amor a ellos es que hay que dejarlos ir, cuando aquí el sufrimiento es demasiado. Pero cuesta tanto!! Un abrazo.
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