-- Hola, Maruja.
¿Cómo estás? Pareces cansada.
-- Calla, mujer.
Anoche tardé muchísimo en dormirme, y cuando lo hice sonó un despertador muy
ruidoso. Ya no pude pegar ojo. Debe de ser de los del segundo, voy a pedirles
que lo cambien.
-- Si sonaba muy
fuerte, creo que es el despertador de mi hija.
-- ¿Cómo va a ser el
de tu hija? Vivís en el quinto y yo en el primero. Tiene que dejarla sorda.
-- Suena muy fuerte,
sí, pero a ella no la despierta. Ni se entera.
Así era. Podía
estallar la bomba más potente a mi lado mientras dormía, que yo no me enteraba.
Era un suplicio para mi madre despertarme cada mañana. Ella temía ese momento
del día, porque debía intentarlo una y otra vez, de las maneras más
inverosímiles, para lograr que volviera a la vida desde mi profundo sueño.
Excepto los
domingos. El mágico ritual de los domingos, que conseguía despertarme
suavemente sin necesidad siquiera de abrir la puerta de mi habitación.
En mis sueños se
colaba siempre un aroma, un agradable olor que se filtraba por debajo de mi
puerta hasta llegar a mi nariz, envolverme entera y alertar todos mis sentidos,
llevándome a un placentero duermevela en el que aguardaba la señal definitiva
para levantarme de un salto y saludar sonriente al nuevo día.
Era un olor dulce,
cada vez más intenso, que se imponía al sueño más profundo y sacudía mi honda
pereza. Era imposible resistirse.
Una vez abiertos
los ojos, lo que ocurría un rato después de que se activara mi olfato, sólo
había que esperar unos minutos. El olor era el “preparados”, la apertura de
ojos era el “listos”, y el “ya” llegaba cuando se abría la puerta de la casa y
oía a mi padre diciendo: “Ya están aquí los churros”.
En menos de diez
segundos ya estaba sentada a la mesa de la cocina para disfrutar el exquisito
chocolate que preparaba mi madre y que inauguraba oficialmente todos los
domingos de mi infancia.
Desayunos de domingo que duermen en nuestra memoria de niños.
ResponderEliminarDelicioso.
Besos.
Historia real?
ResponderEliminarToro Salvaje: El chocolate sí que era delicioso. Besos.
ResponderEliminarVictoria Ramírez: Sí, historia real, recuerdo de infancia. Besos
Nunca desaparece
ResponderEliminarel olor que con cariño
impregnaba nuestra
infancia.
Un abrazo enorme.
El mas tentador y eficiente despertador!
ResponderEliminarPuedes tener mucho sueño, pero el sentido del olfato es mas fuerte, cuando se trata de los exquisitos churros con chocolate recién hechos por tu madre, como a mi también me ocurría...
ResponderEliminarbesos
Hay sabores de infancia que tienen aromas de recuerdo.
ResponderEliminarLo que daría yo por uno igualito ahora mismo.
;-)
Besos.
Muy bueno esos olores que nos traen agradables recuerdo de la infancia. Un beso.
ResponderEliminarMaravilloso recuerdo. El olor, los olores de la infancia ya nunca serán los mismos. Están junto a una canción bonita dentro de un anuncio de nuestra vida, nuestra idea primera, propia y perfecta de la vida. Se forjó con aquellos olores, sabores que recrean una felicidad sensorial, imposible de olvidar.
ResponderEliminarMe gusta mucho como nos lo has traído. Huele a chocolate.
Besos
en mi casa lo preparaba mi abuela pero en lugar de churros hacía torreznos (pan frito en aceite).
ResponderEliminar¡que rico, por favor!
¡que recuerdos!
biquiños,
Quien recuperase los despertares de la infancia... (o tal vez los tengo idealizados? -de pronto se colaron termitas-)
ResponderEliminarQue lindo!
ResponderEliminarUn abrazo grande y gracias por compartir éste lindo post, con esos buenos recuerdos.
Un abrazo e infinitos momentos más de felicidad.
mar
Jajajajaja. Entre semana no te despertaba ni una bomba y el domingo solo el aroma del chocolate te sacaba de la cama tan contenta, tiene un nombre: vaguitis.
ResponderEliminarJajajajajajajaja.
Un relato delicioso, con lo del desayuno hummm...
ResponderEliminarPor cierto. Yo, que estoy medio sordo, no me despierto ni a tiros, y además tengo insomnio jaja.
Bsos!
Bello. Creo que los olores de la infancia, los que nos llenan sobre todo, son imborrables.
ResponderEliminarBeso grande
Que recuerdos, a mi barrio venía el churrero y nos acercaba los churros por la ventana, hasta mis hijos llegaron a disfrutarlo, pero ya se nos a jubilado, una penita, mi hija lo echa de menos.
ResponderEliminarUn besote.
¡Ah, la felicidad de la infancia! Esos pequeños detalles que nos conforman y que nunca olvidaremos.
ResponderEliminarBesitos dulces.
El sentido del olfato,el gusto y como no...del oido¡¡
ResponderEliminarExcelente texto¡¡
Saludos.
Muchos nos hemos identificado con tu historia y es que chocolate con churros, en un idioma secreto que conozco, quiere decir domingo por la mañana.
ResponderEliminarDe pequeño me atraía esa combinación de forma irresistible, ahora el estómago pide dosificar la cantidad.
ResponderEliminarBesos sin merienda de por medio.
Eu esperto ben pero supoño que co ese cheiro espertaría millor.
ResponderEliminarMarisa: Lo pienso y regresa a mí ese olor. Y con él las ganas de tomar chocolate. Bicos.
ResponderEliminarMagah: Todavía me sorprende lo bien que funcionaba conmigo. Besos.
Lucrecia Borgia: Si te ocurría también, entiendes perfectamente lo que cuento. Besos.
La Zarzamora: Yo también daría algo (mucho) por uno igual ahora. Besos.
ResponderEliminarMaruja: No sólo es el sabor, exquisito, sino también el momento feliz. Un beso.
Antonio Misas: Sí, era un momento muy feliz, aunque no siempre era consciente de ello. El tiempo y el recuerdo repara ese error. Gracias. Besos.
Aldabra: Los churros los comprábamos. Lo que mi madre hacía exquisito era el chocolate. Me babo sólo de pensarlo. Biquiños.
ResponderEliminarZeltia: ¡¡¡Qué alegría verte por aquí!!! Te echaba de menos. Creo que sí, que cuantos más años tenemos, más idealizamos la infancia. Bicos.
Mar: Gracias. Un abrazo enorme para ti.
Pitt Tristán: jajajaja. Recién llegas y ya me descubres. Tendré que tener cuidado contigo. Pero que conste que me pasaba eso. Bienvenido. Un abrazo.
ResponderEliminarmoderato_Dos_josef: Yo también tardo mucho en dormirme (es vicio, porque me gusta la noche) por eso en la mañana me cuesta un mundo despertar. Besos.
Horacio: Sí, recuerdo algún olor más de la infancia que me acompañará siempre. Un beso grande.
Odry: También me alegra muchísimo verte por aquí. Los churros me gustaban, pero no tanto. El chocolate sí lo echo de menos, y en Chile no he encontrado un lugar donde lo hagan como en España. Seguiré buscando. Besote grande.
ResponderEliminarVirgi: Me gustaría recordar, además del momento, la receta de mi madre. La sabía, pero se me borró y nunca me sale el chocolate como entonces. Besos.
Cascarilleiro: Sí, eran muchos sentidos los que se despertaban casi al mismo tiempo. Bicos.
Steppenwolf: Me gustó eso de que chocolate con churros quiere decir domingo por la mañana. En mi idioma significa lo mismo. Un abrazo.
ResponderEliminarNómada planetario: Yo sin churros puedo pasar, pero el chocolate lo echo mucho de menos. Besos achocolatados.
Paideleo: Ben motivados sempre se esperta mellor. Unha aperta.
que rico y lindo recuerdo =P
ResponderEliminarun beso
Liz Gallegos: Y si probaras ese chocolate te parecería aún más rico. Besos
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