- Papi, se ha hecho
tarde y el metro ya está cerrado, ¿puede quedarse Pedro a dormir aquí?
- Cariño, sabes que
no tenemos ninguna habitación libre.
- Pero, papá, puede
dormir conmigo.
- ¿Cómo se te
ocurre?
- Pero si tenemos
veinte años y llevamos ya uno saliendo…
- ¿Me estás
diciendo que ya os habéis acostado juntos?
- No, papá, claro
que no. Pero podemos dormir juntos sin que pase nada…
- Ni se te ocurra.
Y no insistas. Yo lo llevo a su casa.
Susana sabía que su
propuesta tenía pocas posibilidades de éxito. Su familia era muy tradicional y
ella siempre recibió una educación estricta y conservadora. Por algo se
mantenía virgen a diferencia de la mayoría de sus amigas, aunque era más por
miedo que por convicción propia.
En los últimos meses
había comenzado a sentir la llamada de la naturaleza, le resultaba difícil
contener los impulsos de su cuerpo cada vez que Pedro la besaba y ya no oponía
tanta resistencia cuando las manos de él subían por su espalda por debajo de la
camiseta para luego encaminarse hacia sus pechos. Incluso en una ocasión dejó
que él explorara su piel por debajo de la falda y a punto estuvo de no
detenerlo a tiempo.
La abuela Claudia,
la matriarca de misa diaria y mirada severa ante cualquier intento de sus
nietos de ampliar sus límites de libertad, había observado la escena asintiendo
con gravedad cada vez que su hijo hablaba. Se había persignado cuando oyó a
Susana preguntar si Pedro podía quedarse a dormir.
En cuanto el padre
de Susana salió de la casa para llevar a Pedro, la abuela hizo un gesto a su
nieta para que se acercara. Una vez a su lado le entregó una llave.
- Es la llave del
piso que tengo en el centro. El inquilino murió hace dos meses, así que está
vacío. Puedes ir allí con Pedro, pero no hagáis fiestas y deja siempre todo
ordenado.
- Abuela, no te
entiendo…
- ¿Qué es tan
difícil de entender? También he sido joven y me doy cuenta de que tienes ganas
de estar a solas con tu novio.
- No lo voy a
negar, pero tú eres la más conservadora de la familia y hace un momento le
estabas dando la razón a mi padre…
- Claro que le doy
la razón, eres su hija y él no entenderá otro modo de hacer las cosas. Quiere
protegerte y no lo culpo. Pero a mí me gusta ese muchacho, se nota que tiene
buenas intenciones contigo, así que creo que puedes ir más allá. Eso sí, has de
ser discreta.
- Abuelita, tú
siempre me has dicho que tengo que llegar virgen al matrimonio...
- Ay, Susana,
pareces boba. Eso es lo que tengo que decir, pero ya soy vieja y he aprendido
unas cuantas cosas de la vida. Y una de las más importantes es que uno tiene
que probar el auto antes de comprarlo.
Sabe más el diablo por viejo, que por diablo.
ResponderEliminarSabio consejo...
Que luego la mayoría no arrancan.
;-)
Besos, Alís.
Espero que la abuela no tenga un cuarto secreto en ese piso y sea una voyeur, jajajjajaa
ResponderEliminarSe me va la olla, jajajjaa
Besos.
O verdadeiro saber -teórico e de laboratorio- está nas avoas!!.
ResponderEliminarBicos (hoxe meréceos a avoa tamén. Á neta penso que vai ter ración completa en breve...)
Pobre abuela Claudia!... Como le dan esos sustos!... tuvo que darles la llave de su piso y el coche para que lo prueben. Esperemos que lo usen con cuidado...
ResponderEliminarbesos
Y además, todas las abuelas coinciden en decir que con los hijos tenían unas obligaciones, que con los nietos no.
ResponderEliminarPero yo me inclino a pensar que las abuelas que consiguen romper las ataduras, son más libres que sus hijas y sus nietas. En eso de la libertad, la edad es un grado.
Mi abuela, a los 98 años, decía: "Si tuviera que vivir mi juventud otra vez, ¡otro gallo me cantaría! "
ResponderEliminarBss
Mi abuela creo q tambien seria como esta en este caso. Un beso
ResponderEliminarMe ha encantado.
ResponderEliminarBesos
La abuela es la más sabia de la familia con diferencia. La veteranía es un grado muy valioso.
ResponderEliminarBesos sin llave.
Cuando eres joven no sabes, y cuando eres viejo no puedes. Solo es un problema de sincronía.
ResponderEliminarSaludos.
Aunque suene increíble, parece que todavía quedan de esos casos, aunque no se de ninguno. Hermoso cuento.
ResponderEliminar¡Qué crack la abuela! Uno tiene que cumplir y dar los consejos que debe, aunque no sea lo que uno haría, porque ¡ay el corazón, y las hormonas, y todas esas cosas!
ResponderEliminar¡En seguida me iba mi abuela a dejar el piso de picadero! El mío si. El mío lo ha tenido todo cristo. Y esperando que el pequeño empiece a pedirme que se queden las amigas.
ResponderEliminarJajajaja Un relato muy certero. Si es que la experiencia sirve para mucho. Estupendo texto! Besosss
ResponderEliminarEl consejo es de cajón. Claramente :)
ResponderEliminarBesos, Alis
(me pareció muy bonito...)
Hay que vivir una vida y hacerse viejo para saber que nos vamos a ir y no vamos a volver, para saber que hay que probar el auto antes de comprarlo, si no, tendremos que pasarnos esa vida en el taller, y eso, la abuela lo sabe bien.
ResponderEliminarBesos Alis
Esto demuestra dos cosas. Primero que el diablo supo más por viejo que por diablo y segundo que la hipocresía es la madre de todas las ciencias.
ResponderEliminarUn beso.
Jajajaja, ¡vaya giro en la historia! Me encantó. A veces, de quien menos te lo esperas, obtienes las mejores reacciones.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
La Zarzamora: No arrancan, no puedes devolverlo y tienes que seguir pagando las letras aunque no funcionen. Mejor seguir el consejo. Beso, Eva.
ResponderEliminarToro Salvaje: Eso te gustaría si fueras el abuelo que entrega la llave a su nieto ¿no? jajaja, Sí que se te va la olla, sí, pero eso está bien. Besos.
Chousa da Alcandra: Moito ensaio e erro levan enriba. Está ben que lle deas bicos a avoa, hainas que os merecen e moito. Bicoss
Lucrecia Borgia: Esperemos que lo usen a gusto. Besos.
ResponderEliminarZeltia: Las abuelas están para "malcriar", ¿no? Y creo que con los años ellas mismas van rompiendo las ataduras para sobrevivir. Bicos.
De barro y luz: Ya lo creo. A nuestras abuelas les tocaron tiempos difíciles para ellas como mujeres. Habría que verlas ahora! Besos.
Nacho: ¿Te dejaba usar su casa? Besos.
ResponderEliminarMilena: Gracias. Besos.
Nómada planetario: Suele ser así, aunque no todas aplican igual su sabiduría. Besos sin prejuicios.
Steppenwolf: Siempre me sentí viviendo a destiempo. Tal vez es un mal más generalizado de lo que creo. Un abrazo.
ResponderEliminarEduardo Mancilla: Supongo que te refieres a la postura del padre más que a la de la abuela. Gracias. Un abrazo.
Rita: Yo creo que la abuela lo haría su pudiera. Y tal vez de joven también lo haya hecho, pero sin admitirlo. Un abrazo.
Bubo: La mía, por no dar, casi ni me daba los buenos días. Prepárate no ya a que tu hijo te pide que se queden las amigas, sino también que tú te vayas mientras ellas están. Un abrazo.
ResponderEliminarMaria Coca: Por lo menos sirve para los que nos siguen, porque a nosotros a veces nos llega tarde. Gracias. Besos.
larendija: Lo más lógico no es necesariamente lo más frecuente. Gracias. Bicos
Antonio Misas: Y cuando aprendemos eso a menudo ya no estamos en condiciones de conducir. Debería haber una vida de ensayo y otra para aplicar lo aprendido. Y seguro que volveríamos a caer en los mismo. Besos.
ResponderEliminarMiguel: ¿No era la paciencia? jajajaja. Poca ciencia requiere la hipocresía, parece que en muchos es innata, sin necesidad de aprendizaje. Un beso.
Espérame en Siberia: Esas sospresas son las que le ponen sal a la vida. Gracias. Un abrazo
Canta razón ten a avoa !.
ResponderEliminarPor supuesto que me refiero al padre, la abu, una genia. Saludos.
ResponderEliminarPaideleo: é que as avoas son moi sabias, que por algo levan moitas experiencias enriba. Unha aperta.
ResponderEliminarEduardo Mancilla: Sí, ya lo daba por supuesto. Un abrazo