Fotografía: Sarah Lawrie
Me confieso ante ti del pecado de buscarte, de hallar en tus palabras la paz de la mañana, en tus besos la fuerza que aviva mis sueños y en tu risa la alegría de iniciar un nuevo día.
Me redimo con la penitencia de tu alevoso silencio, de tus esquivas respuestas a mi locura inconsciente, de tu juego intermitente, osado y reprimido.
Y cada noche, con la inocencia renacida, vuelvo a la letanía de nuestros versos, al imán de tu sonrisa y a la fantasía de lo improbable. Entregada al misterio, a tu fuego y a mi sed.
Me gustó muchísimos haberte leído de nuevo. No has perdido la mano ni la sensibilidad. Bienvenida, de regreso.
ResponderEliminarHay pecados de los cuales uno no quiere redimirse y cuya confesión implica emocionalmente a quien los escucha.
ResponderEliminarPrecioso.
Un beso.
Coincido con ambos, muy bello.
ResponderEliminarNo es sencillo escribir con sensibilidad, sin caer en la sensiblería.
Beso
Qué bien escribes!!!
ResponderEliminarPura pasión.
Te felicito.
Está escrito con el corazón.
Besos.
ResponderEliminarY por qué no nos liberan de las penitencias ?
Bonitas letras
Que lindo pecado, no?
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarEduardo Mancilla: Muchas gracias, Eduardo. Tú no has perdido el don de animarme con tus palabras. Qué placer verte por aquí. Un beso.
Ilduara: Así es. Incluso lo de llamarlos pecado es sólo un recurso, que no trae consigo nada de arrepentimiento. Gracias. Un beso.
Horacio: Muchas gracias. Lo de la sensiblería, en todo caso, supongo que depende de cómo lo recibe quien lo lee ¿no? Un beso.
ResponderEliminarToro Salvaje: En general escribo desde el corazón, y siempre lo que etiqueto como desvaríos. Nacen de la voz más íntima y de encontrar una buena inspiración. Gracias. Un beso.
Juncal: Buena pregunta. En algunos casos, quizás las penitencias forman parte sustancial de la historia. Ésta no sería la misma sin ellas. Besitos.
Laura: Sí, muy lindo. Me hiciste recordar una canción que me gusta: "Mi dulce pecado". Un abrazo.