Fotografía: Rodney Smith
A Laura le iba bien. Eso creía todo el mundo en la ciudad. Asidua en las páginas de ecos de sociedad, invitada deseada y habitual en todas las fiestas en las que más importante que divertirse era tejer redes, solicitada en congresos médicos internacionales, e incluso tentada en cada convocatoria electoral por diferentes partidos políticos.
Laura era admirada, incluso envidiada. Su aparente vida perfecta no dejaba indiferente a nadie, como tampoco su belleza y su encanto. Agradable, sociable, responsable. Nunca parecía estar cansada, a pesar de dividir o multiplicar su tiempo entre su exigente vida laboral, la intensa vida social y su atareada vida familiar. No faltaba a ninguna reunión del colegio de sus hijos, siempre sonriente y participativa en las diferentes actividades. Y su marido presumía de tener la compañera perfecta.
De Laura nadie hablaba mal, todo eran elogios hacia ella. Y sin embargo, en los últimos meses comenzó a correr el rumor de que era perfecta salvo por una excentricidad. ¿Estaría perdiendo el juicio? Parecía no haber secretos en su vida, quizás por eso toda la ciudad supo que mandó construir una puerta en medio del amplio jardín de su casa. Una puerta con su marco, en la mitad de nada, que ella cruzaba corriendo cada vez que sentía que se le borraba la sonrisa y le faltaba el aire. Era su salida de emergencia, y ya no podía sobrevivir sin ella.
Las vidas perfectas tiene un alto coste, una puerta al mundo por la que evadirse es necesaria para eludir la locura.
ResponderEliminarMe encantó el relato de hoy.
Un beso.
A mi me parece muy cuerda.
ResponderEliminarDe hecho voy a copiarle la idea aunque no en un jardín, y las puertas serán imaginarias.
Besos.
ResponderEliminarMe parece inteligente su apaño emocional. Y la única química, la que destila su mente al cruzar ese umbral.
Un beso
Todos necesitamos de esa puerta...
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ResponderEliminarIlduara: Y hay días, me pasa a mí, que ojalá esa puerta fuera sólo de salida. Me está gustando encontrarte siempre por aquí. Muchas gracias. Besos.
Toro Salvaje: Ah, ¿necesitas varias puertas? Cuidado con no perderte ;-P Un beso.
ResponderEliminarJuncal: ¿Qué puertas interiores se abrirán al traspasar el umbral? Un acto de psicomagia puede abrirnos un mundo de posibilidades, así de lista y tonta es nuestra mente. Besos
Petrus: ¿A dónde irías? ¿De qué huirías? Besos
Pues es una excelente idea, para sacarse de encima, una serie de intolerancias alérgicas.
ResponderEliminarUn beso.
Puertas y pasajes.Me hiciste acordar mucho a Rayuela, a Oliveira y Talita y la búsqueda de ese pasaje "hacia otro lado", que convive con nuestra realidad, por supuesto.
ResponderEliminarBeso grande
ResponderEliminarAlfred: Al menos para imaginarlo, ¿no? Confiando en el efecto placebo. Un beso.
Horacio: Wow, me honra haberte traído a la memoria Rayuela. No sé qué haría sin creer que ese "otro lado" está al alcance. Un beso grande.
A veces es la puerta o la locura. Creo que todos necesitamos puertas, ventanas, noches, aunque no seamos tan perfectos. Me encantó. Saludos.
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ResponderEliminarEduardo Mancilla: Acá en Chile dicen que la perfección es enemiga de lo bueno, y me gusta verlo así. ¿Quién quiere ser perfecto? Yo no, y menos mal, porque estoy lejos de alcanzarlo, jajaja. Un beso