Fotografía: Mzayat
Fernando se despegó del cuerpo de Laura, quedó tendido a su lado, casi pegado, y le susurró al oído:
- Ya tengo ganas otra vez.
- Descansemos un poco. Al menos el tiempo de un cigarrillo.
Laura se escurrió hacia el borde de la cama, y huía así del abrazo de Fernando, aparentando buscar en la mesilla el paquete de cigarrillos. Con la primera bocanada de humo, con la mirada perdida, se preguntó por qué de nuevo se sentía incómoda en la intimidad que sucede al placer.
Al principio de la relación era más fácil. Siempre encontraba una excusa para irse corriendo a su casa. Entre el último orgasmo y el momento en que salía por la puerta transcurrían apenas siete minutos. Pasado un tiempo de relación ya no halló argumentos para no quedarse a dormir, y empezó a fumar cuando decidieron ir a vivir juntos.
Sumida en sus pensamientos, sintió la mano de Fernando subiendo por su muslo, siguiendo el rastro de humedad que recordaba que pocos minutos antes no había ni un milímetro de espacio entre sus cuerpos.
- Para. Te dije que descansemos un poco.
- Sólo te estoy acariciando la pierna.
- Sabes que no me gusta que lo hagas. Necesito un momento para recuperar el aire.
- Y yo necesito tocar tu cuerpo, ya que no me dejas tocarte el alma.
Laura acusó el golpe y permitió que la lágrima que asomaba a sus ojos corriera por su mejilla. La primera que Fernando veía.
Fernando haría bien en ir olvidando a Laura.
ResponderEliminarEs cuestión de tiempo que ella lo aborrezca.
Besos.
¡Me encanta!
ResponderEliminarPobre Fernando...
¡Qué ritmo tiene esta historia!
Un beso, Lady Alís.
¡Grande!
El inicio de una despedida, de un encuentro que quizás, no hubiera tenido que continuar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuánta soledad marcada por la compañía. La solución empieza por estar solos y no poner etiquetas (pareja) al vacío.
ResponderEliminarUn beso.
Cuando la novedad deja de serlo y se nos escapa el deseo a no se sabe donde.... el principio del fin.
ResponderEliminarLo he entendido bien?
un beso
ResponderEliminarYa lo sabía, pero no dejo de asombrarme al comprobar que un texto no se identifica por cómo lo escribimos, sino por cómo es leído. Lo que para vosotros es el inicio de un final, para mí es el comienzo de nuevas posibilidades (tal vez eso implica el final de un modo de vivir para dar paso a otro diferente).
Yo veo en el comentario de Fernando el gatillante de un nuevo modo, como una primera vuelta de llave para abrir el alma de Laura, y esa primera lágrima el aceite que engrasa la bisagra de la puerta. ¿Pecaré de optimista?
ResponderEliminarToro Salvaje: Fernando tal vez sea más optimista, y así lo espero. Yo confío en que Laura, en lugar de aborrecerlo, llegue a agradecerle y mucho. Besos.
Lady Itziar: Gracias! Fíjate que yo diría más bien pobre Laura, porque Fernando está abierto a sentir, y ella no parece saber hacerlo. Un beso
Alfred: Todo depende de la paciencia y el amor de Fernando. Y de la capacidad de Laura para despertar. Un beso.
ResponderEliminarIlduara: A mi modo de ver, la solución pasa por mirar de frente al vacío y atrevernos a llenarlo. La compañía ayuda. Me gustan tus comentarios, los que dejas aquí y en otros blogs. ¿Escribes? Un beso.
Laura: Lo has entendido bien de cualquier modo que lo entiendas. No creo que haya un modo correcto de hacerlo. Cada cual entendemos lo que leemos o escuchamos desde quienes somos, y eso es más que suficiente. Para mí, es un regalo cada uno de vuestros comentarios. Gracias por tu mirada. Un beso
Cada uno de los que te lee pondrá en el texto lo que percibe...
ResponderEliminarYo pienso que ella presentía que él no sería el mismo de antes mas.
El ya no quería saber nada mas de ella y lentamente fue menos y menos hasta que un dia ella no supo mas de él
un abrazo...
Muy bueno, coincido, una vez más, con Toro, pero tu lectura, Alís, es válida. Y optimista, también.
ResponderEliminarBeso grande
ResponderEliminarRecomenzar: Qué bueno verte por acá, y gracias por dejar también tu mirada. Un abrazo.
Horacio: Tendré que revisar mi optimismo. Tal vez tenga en exceso, y temo que la caída pueda ser peor. Beso grande
Julio David, estoy de acuerdo en que la intimidad no está ni en un desnudo ni en un encuentro corporal, tiene mucho más que ver con el alma, con la vulnerabilidad... y frente a pocas personas nos atrevemos a mostrarnos así.
ResponderEliminarGracias por explorar el blog. Me gusta saberte por aquí.
Un abrazo