Era también hija de su tiempo. Uno en el que la vida estaba diseñada, porque sí, y pocas lograban diseñar la suya sin pagar un costo excesivo. Cuándo nacer, el colegio, a ser posible la Universidad (prescindible), un matrimonio (ojalá), hijos (obvio) y apagarse para hacer brillar a los otros. Esta parte le parece bien, pero ya necesita conocer su propia luz.
Ya había sacado sus maletas mientras no había nadie en la casa, si permanecía en ella era porque no renunciaría a despedirse.
- Viví amenazada con el infierno, sin darme cuenta de que residía en él. Prefiero conocer nuevos infiernos, los que sean necesarios, que negarme a creer en un paraíso posible. No es fácil decepcionar a quienes quiero, pero duele más decepcionarme a mí misma. Traicionarme. Aún sin saber cuál será mi mundo tendréis siempre cabida en él. Soy yo la que ya no puedo seguir en el vuestro.
Cuando cerró la puerta no había oído ni una palabra por detenerla. Fue bajando el primer tramo de escalera que escuchó su nombre.
Tal vez sólo lo deseó.
Una revelación profunda... y natural. Un desnudo de alma... Un encuentro consigo misma... Ayer, hoy...
ResponderEliminarUn tramo del camino que nunca acabó de quedar atrás. Una rémora, una "mochila" cargada, no solo de recuerdos, vivencias, sino también de jirones de sí misma...
Un "rompecabezas" que, si bien lejano en el tiempo, hay que acabar de recomponer.
Un espejo que ya no refleja la realidad que se quiere, hay que retirarlo al desván!
Me ha encantado coincidir, hoy, contigo en el tiempo.
Fuerte abrazo Alís.
Ernesto, tiene que ver con el coraje de diseñar nuestra propia vida, aunque primero tenemos que identificar qué es nuestro y qué es heredado, impuesto, en qué deriva venimos que ni nos damos cuenta que vivimos en base a decisiones ajenas.
EliminarA mí siempre me encanta coincidir contigo
Un abrazo grande
Yo intento no decepcionarme a mí mismo desde bien pequeño.
ResponderEliminarNo es fácil pero ahí sigo.
Besos.
Es relativamente fácil cuando somos conscientes de lo que queremos, Toro Salvaje, aunque requiera de esfuerzo. Lo malo es cuando vivimos una vida creyendo que es la que elegimos y simplemente nos dejamos llevar por la inercia.
EliminarEstoy segura de que eres de los que cuida el no decepcionarte a ti mismo. Deberías celebrarlo.
Besos
No hay decepción peor que la propia. Hay que sacar las maletas, calzarse botas andariegas y salir a buscar lo posible de uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo. Feliz día
Así es, Albada Dos, del mismo modo que, creo yo, no hay perdón más difícil que perdonarnos a nosotros mismos.
EliminarUn abrazo grande
Es difícil huir de lo que se espera de nosotros, los proyectos de los demás parecen gravarse en nuestro ADN. Romper cadenas que nos destrozan es más difícil de lo que aparenta. Nuestros proyectos nuestros deseos emergen y una mano invisible los atenaza. Romper con todo es quebrar una parte de nosotras mismas, liberarnos y ser felices es la única salida, aunque con un coste muy alto.
ResponderEliminarNo sabes cómo te entiendo.
Un beso.
Grabar en lugar de gravar.
EliminarSobre todo, Ilduara, cuando nos compramos como propio eso que se espera de nosotros. Los costos de nuestras decisiones son siempre relativos. En el fondo, se trata de valorar si vale la pena o no.
EliminarMuchas gracias
Bicos
Quē historia tan dura. Un beso
ResponderEliminarComo la vida misma, Susana
EliminarUn beso
Una confesión muy digna.
ResponderEliminarBesos.
Estaba viendo un reportaje de mujeres (jóvenes) que estaban siendo ayudadas a salir de una comunidad con poligamia y los miedos que tenían que enfrentar: la familia, la sociedad, la religión... no tenían ni idea de que la vida podía ser otra cosa. Lo curioso es que eso nos ocurre a todos en multitud de aspectos y ni nos damos cuenta.
EliminarBesos
Yo creo que a veces nos exigimos demasiado hacia los demas, mas que hacia a nosotros mismos ...
ResponderEliminarBellas letras Alis un abrazo grande
Porque no podemos vivir completamente solos y en mayor o menos grado necesitamos la aprobación de quienes amamos. Ver el costo que esto conlleva es lo que puede ayudarnos a trazar nuestro propio camino.
EliminarMuchas gracias
Besos
Ufff cuesta leer esta entrada sin imaginarse en esa salida... Y tener que quedarse cuesta tanto como.
ResponderEliminarCuando logramos salir es porque quedarse es peor, Juncal. Siento por tu comentario que sabes de qué hablo
EliminarBesos
En una entrada muy buena no me resisto a decir que las tres últimas líneas son geniales.
ResponderEliminarNunca hay que dejar de creer en un paraíso posible.
Nunca hay que rendirse.
Solo hay una vida. Lo que hagamos en ese tiempo sobre la tierra es lo único: Mejor aprovechar.
Muchas gracias por tus palabras, Guille. Rendirse viene siendo como morir, ¿no?
EliminarUn abrazo
Alís... tocaste mi alma con tus letras...
ResponderEliminarYo mismo podrí a hacer eso ahora...
Pero hay uchas cosas involucradas....!!!
Vivo mismo nel infierno!!!! Y no hay salida!!!
Besos muchos desde Brasil!
Pequenos delitos..., necesito creer que siempre hay salida. Tal vez esté menos a la vista, tal vez debamos pedir ayuda, tal vez incluso esperar... Pero siempre debe de haber alguna salida. Si no, que me paren el mundo que me bajo.
EliminarBeijos!!!
La única verdad es la que tenemos frente al espejo cada mañana. Tan Triste como real. Un micro Muy emotivo, mi querida amiga.
ResponderEliminarMil besitos con cariño y feliz día ❤️
Y necesitamos detenernos para mirar qué nos dice ese reflejo, Auroratris, o corremos el riesgo de seguir en la vida desoyendo nuestras propias necesidades.
EliminarMuchas gracias por tu comentario
Besitos
Cielo e infierno no son opuestos y equidistantes el uno del otro. Para nada. Se contienen. Existen en nosotros y de nosotros depende cuál manifestemos. Es más, a cada momento solemos hacerlo.
ResponderEliminarAbrazos, Alís, extrañaba leerte, abrazos y besos.
Cielo e infierno deben de ser como el ying y el yang ¿no? No sé si sólo depende de cuál manifestamos, pienso que a veces requieren un paso más allá para poder hacerlo, para poder elegir, que es de lo que se trata. Puedo hacerme cargo de mis decisiones, pero me molesta profundamente tener que asumir las consecuencias de lo que otros deciden por mí. Eso me lleva a una sensación de frustración que no he aprendido a manejar.
EliminarYo también te extrañaba
Un abrazo inmenso
Un relato muy triste amiga pero una alegría leerte. Saludos y abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra Figueroa. Aún no he vuelto del todo, ando arañando tiempos y sueño con el momento de normalidad que me permita leeros con calma. Ya se acerca
EliminarUn abrazo grande
La vida va girando y nosotr@s con ella. Hay que seguir adelante, sobre todo sin vivir decepcionad@s. Eso hay que intentarlo día a día.
ResponderEliminarUn relato muy bueno
Un beso
Jose Vivo, al menos, quedarnos con la conciencia tranquila de haberlo intentado, ¿no?
EliminarMuchas gracias
Un beso
impactante... una mujer que rompe la barrera del miedo, una de tantas heroínas silenciosas que se percatan de que la vida debe ser vida siempre.
ResponderEliminarMe ha encantado, una vez más. Dices mucho con muy pocas palabras.
Abrazos desde mi orilla.
María Coca, me encanta cómo lo resumes. De eso se trata. El heroísmo, casi siempre anónimo, puede manifestarse en multitud de pequeñas o grandes decisiones de la vida, continuamente.
EliminarMuchas gracias
Besos de orilla a orilla
Comulgo con la idea de que somo s duales, alternos, ambivalentes; somo el aquí y el ahora. Somos eso y por ello escribimos sobre el cielo o sobre las profundidades del mismo abismo.
ResponderEliminarGracias por tu texto. Saludos desde aquí, la esquina suramericana.
Estar atentos al aquí y al ahora es un buen termómetro para saber si estamos donde debemos. Al menos, identificar eso. Si luego decidimos quedarnos donde no queremos, será nuestra elección.
EliminarMuchas gracias a ti.
Un abrazo grande desde esta franja austral
Seguramente fue la maleta la que dijo su nombre. Cuando huimos siempre llevamos todo ahí, en la maleta. Hasta las voces de los que dejamos atrás.
ResponderEliminarAbrazos súper enormes, Alis.
Pat
No imaginas, Pat, cómo me ha gustado tu comentario. Es un relato en sí mismo. Y me quedé pensando en cuántas voces ando cargando en mi maleta. No son pocas, te lo aseguro.
EliminarAbrazos gigantes
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué pena que hayas borrado tu comentario, mariarosa. Igual te agradezco por él, que además era bonito.
EliminarUn abrazo
ResponderEliminarCuando cerró la puerta no había oído ni una palabra por detenerla. Fue bajando el primer tramo de escalera que escuchó su nombre.
Tal vez sólo lo deseó.
Otro deja vu.
Beso grande bella.
Ocurre todavía en estos tiempos, pero en generaciones anteriores era todavía peor. Soy una ferviente creyende de que la esperanza es lo último que se pierde, junto con la vida.
ResponderEliminarMuchas gracias
Besos
Creo que en el fondo debemos agradecer esa ausencia de intentos por detenernos. Probablemente es el miedo el que nos hace desear escuchar nuestro nombre.
ResponderEliminarBeso enorme, Laura
Disfruta mucho el paisaje