Tenía una edad indefinida, diría que entre 30 y 40. Podría ser más, bien conservado, o menos pero muy vividos. Ocupaba junto al anciano una mesa medio escondida detrás de la ancha columna del restaurante. Vestía una camiseta color verde militar, unos pantalones chinos beige, calcetines de colores y zapatillas oscuras. Un aspecto desenfadado, medio descuidado.
El anciano estaba bien sentado frente a la mesa. Él, de medio lado, lo que le permitía atender al viejo. Me conmovió ver cómo tomaba la servilleta para limpiarle cuidadosamente la comisura de los labios, cómo le ayudaba a comer preparando el tenedor y animando al abuelo a llevárselo sólo a la boca, no sin esfuerzo. Para beber era él quien le acercaba y sostenía el vaso.
Consideré tierna la escena, a pesar de que sólo le vi sonreír cuando le ayudó a levantarse y lo tomó del brazo para irse caminando lentamente. Paciencia sí que demostró, ni una mala cara en todo ese rato, escuchándolo atentamente y limpiándolo de nuevo como si fuese un bebé.
- Abuelo, ¿dónde está el dinero que tenías en la mesilla de noche?
- Se lo di a Jorge. Lo necesita para un proyecto nuevo.
- ¿Para un proyecto nuevo? ¿Le sigues creyendo? ¿Cuándo lo has visto?
- Ayer me invitó a cenar.
- ¿De nuevo has salido con él? Seguro que tú pagaste. No aprendes, abuelo. ¿No ves que Jorge sólo te quiere para sacarte el dinero?
El abuelo se va achicando en la silla, como un perro amenazado con una zapatilla. No se atreve a responder a su nieta. Entre lágrimas, sólo alcanza a murmurar.
- ¿Para qué quiero el dinero? No me lo voy a llevar a la tumba… Y al menos él me trata con cariño.
La hija tal vez quiere que no le tomen el pelo, pero si no da cariño, no se entiende que le importe lo feliz que le haga el chaval en el restaurante, que sí le manifiesta de verdad ese cariño.
ResponderEliminarLa vejez es una etapa, casi siempre teñida de desesperanza, qué bien que ese abuelo tenga a alguien que le quiera. Un abrazo
Espero que ese cariño haya sido recurrente y no forzado por la circunstancia en cuestión.
ResponderEliminarEn todo caso y en una sociedad envejecida, hacerse mayor es muy caro y no sólo para quien cumple años que ya es sangrante. El sistema y las familias se ven abocadas a desembolsos difíciles de sostener. Los milagros de la medicina van más rápido que las existencias del
botiquín económico.
Un beso
Díficil de juzgar, son las dos caras, pero vistas por el anciano, sólo una es amable.
ResponderEliminarBesos.
Dejo este link como reflexión: https://elpais.com/economia/2018/11/08/actualidad/1541694355_197937.html?id_externo_promo=enviar_email
ResponderEliminarComo siempre, estupendo,Alís.
Un abrazo,
P.
Creo que cuando sea mayor, cubiertas las necesidades básicas, el dinero seguirá siendo secundario; en cambio los lazos afectivos seguirán prevaleciendo en mi escala de valores. Mimaré a mis nietos y si ello conlleva darles unos euros de vez en cuando, pues sin problema.
ResponderEliminarSiempre me dejas meditando.
Un beso.
Los ancianos son rehenes de sus descendientes.
ResponderEliminarUn horror...
Ya sé, todos dirán que en sus familias no es así... ya...
Besos.
La historia que nos traes nos sacude con una pregunta tan directa como incómoda: ¿se puede comprar el cariño? Y con dolor respondemos: se puede.
ResponderEliminarUn abrazo.
Enternecedora la escena principal pero empañada por la segunda. ¿Quién muestra el verdadero cariño? Jorge, con su infinita paciencia, y sus visitas al abuelo, al parecer, solo cuando necesita dinero; ¿o la chica que lo cuida? Que parece estar todos los días con el abuelo, que es quien lo cuida diariamente, o eso parece, y se molesta con él por el desatino del dinero.
ResponderEliminarSe ha quedado un relato con flecos pendientes, o será que el tema me pilla mas de cerca de lo que me gustaría.
Y ella no lo trata con cariño? tu parecías verlo así...no? Cada cual vive las cosas a su manera, digo yo.... un beso
ResponderEliminarMuy bueno y qué tema la vejez. Muy bella la primera escena, me la guardo. Y desconfío de la nieta. Hoy estoy optimista y voy a pensar que el encuentro no fue por interés.
ResponderEliminarBeso
ResponderEliminarAlbada Dos: A veces perdemos de vista lo que realmente importa. Un abrazo
Juncal: Y además la vejez dura cada vez más. Lo suficiente como para que empecemos a tomarla más en serio. Un beso.
Alfred: Deberíamos juzgar menos y querer más, ¿o no? Besos
ResponderEliminarMadrilenials: Muchas gracias. Inquietante reflexión. Un abrazo
Ilduara: Yo aspiro a ser una abuela con la que sus nietos quieran pasar tiempo. Y a ratos creo que voy encaminada a ser todo lo contrario. Muchas gracias. Un beso.
Toro Salvaje: Y eso, me atrevo a decir, en el mejor de los casos. Besos
ResponderEliminarXuanRata: Y tal vez es mejor eso que pagar a cambio de un trato frío y distante, que también ocurre. Un abrazo
Bubo: A mí la escena con Jorge me conmueve, haya interés o no detrás. Besos
ResponderEliminarLaura: Yo veo también interés en ella, pero como dices, es como lo veo yo, y ya sabes que nuestros textos, una vez compartidos, dejan de pertenecernos y cada lector lee lo que quiere. Y eso me parece genial. Beso.
Horacio: Coincido contigo y también me conmueve la primera escena. Tal vez Jorge sólo recibe cariño del abuelo, tal vez simplemente son cómplices... Beso grande